Dado el aumento del número de agresiones, los gremios médicos insisten es que los ataques contra el recurso humano en salud hay que denunciarlos.
Los profesionales de la salud se encuentran expuestos a las diversas relaciones e incitaciones que se gestan dentro del contexto de los servicios de salud. Las estadísticas que existen en el país demuestran que los médicos y, en general, los profesionales de la salud cada día sufren más agresiones por parte de los usuarios del sistema de salud.
La doctora Juliana Turriago Mora, médico rural en el Hospital San Roque del municipio de Córdoba, Quindio, fue agredida por el acompañante de una paciente que acudió al servicio de urgencias el pasado 25 de junio.
“Era el medio día; me encontraba prestando atención a un paciente con una crisis hipertensiva. En ese momento alguien tocó el timbre insistentemente.
Dado que el hospital no cuenta con personal de seguridad y quien hace las veces de vigilante es el mismo conductor de la ambulancia, cuando me dirigí a abrir la puerta una señora de edad y su hijo reclamaron por la tardanza.
Al explicarles que estaba en consulta con un paciente en riesgo vital, y que el joven debía esperar en la sala para poder atender a la madre, la respuesta del acompañante de la paciente fue lanzarme un puño que logré esquivar con mi brazo.
Una compañera llamó a la policía; cuando llegaron los agentes, el joven se llevó a la paciente sin que se le hubiera prestado atención a una fractura de antebrazo. Ese incidente me afectó profundamente.
No he podido volver a ejercer mi profesión, estar al servicio de los pacientes. He estado hospitalizada e incapacitada por salud mental debido a varias crisis de ansiedad y pánico, con el agravante de que es posible que no pueda terminar mi año rural ni cumplir con el requisito de prestar el servicio social obligatorio.
Después de la denuncia de la agresión ante las autoridades respectivas, el joven tiene una orden de restricción que le impide acercarse a mi. Pero eso no ha aliviado el trauma de ser víctima de violencia física por estar ejerciendo mi ejercicio profesional”.
Casos como el de la doctora Turriago son el pan de cada día en muchos de los servicios de salud del país. En los últimos años la relación médico-paciente ha sufrido grandes variaciones dependientes del modelo de atención de salud.
“Los médicos prestamos un servicio social, pero a los pacientes se les olvida que somos seres humanos. Ahora los usuarios descargan toda su ira, frustración y dolor en el médico. Además, estamos inmersos en una cultura de intolerancia y agresividad que hace que la gente ya no soporte nada ni a nadie”, dice la doctora.
En cualquier servicio son muchos los pacientes que llegan a la consulta, con los que se establece una relación amable y atenta, respetuosa de sus singularidades como ser humano, pero cada día se están reportando más casos de maltratao físico y verbal hacia los profesionales de la salud.
Por tal razón, diversos gremios médicos, entre ellos el Colegio Médico Colombiano, han prendido las alarmas para analizar el fenómeno de la violencia hacia el personal sanitario con el fin de buscar soluciones.
En primer lugar, se deben establecer medidas de protección para el recurso humano en salud, mejorar la calidad y la oportunidad de la atención y hacer campañas para disminuir los índices de agresividad en todas las esferas de la sociedad.
Por último, en estos meses de incapacidad médica la reflexión que ha hecho la doctora Turriago es que no puede ser una utopía llegar al punto de que el médico sienta lo que el paciente está sintiendo y, al mismo tiempo, lograr que el paciente comprenda al médico, que ambos se sientan respetados y valorados.
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