Muchas veces apreciamos mujeres hermosas de gran atractivo humano y físico, pero se vislumbra una sombra de soledad a sus espaldas a causa de su inteligencia, su belleza o ambas.
Por Carlos Pol Bravo – Médico Psiquiatra. U. de Barcelona, España – Master en Sexología. U. de Valencia, España.
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Mujeres de gran valía, notoria armonía física y como se diría coloquialmente en las españas “monumentales a todas luces” deseadas y deseables, pero… Están solas. Y tristemente se debe a que muchas veces el sexo opuesto “no se les mide” por algunas de las razones expuestas, y por que no decirlo por todas juntas.
Cierta transculturalidad masculina atávica y equivoca tiende a escoger a la mujer objeto en la creencia que su docilidad y sexualidad son manejables, que pueden manipularse en esa picaresca del amor mal entendido, sin pensar que la mujer no es objeto, ni símil que se le parezca, sino un conjunto armonioso de cerebro y curvilínea figura. Pero aun así les da miedo la mujer despampanante, al temor de no estar a su altura, en múltiples facetas psicosociosexolaborales.
Y sin embargo se acercan, intentan como el escualo hambriento, a seducir esa mujer “tiburoneando” a su alrededor por si cae, por si la atrapan, pero para muchos no pasa por sus mentes en ningún instante el noble arte de la seducción, para estructurar una relación firme y duradera.
Van a coronar una fantasía, cual trofeo deportivo, para en algún caso jactarse con los amigos del éxito o en otras conseguir el falso triunfo y alejarse de la presa por el temor a que descubra ciertas falencias donde ella es claramente superior. Como ya se dijo, Sexualidad incluida.
De ahí el síndrome de la mujer solitaria, bella y sutil, pero que debe escoger y no que la escojan. debe definir y no que la definan. Debe seducir no ser seducida para una simple aventura de corto vuelo.
La inquietud a mis estimados lectores de esta columna es: Valga ese reto; profundizar en las aguas de mares abiertos, con el riesgo que significa, pero que sin máscaras ni tapujos merece la pena, a no quedarse en la playa escogiendo conchas y deseando “lo inalcanzable”.
La mujer solitaria en su belleza, también es alcanzable sin seducciones frívolas, ni caretas de teatro. Simplemente con claridad, comunicación confianza y complicidad, cuando son puestas desde el principio encima de la mesa.
Concluyendo: Este tipo de mujeres no merecen la soledad y menos aun quedarse con una compañía por el mero hecho de tenerla, cuando pueden buscar su recíproco en aquel hombre capaz de navegar en aguas profundas con ellas.
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