El Dr. José Navarro Vargas, en esta edición de Epicrisis, entrevista al director de Colombia libre de asbesto, Guillermo Villamizar.
Por José Ricardo Navarro Vargas, profesor Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, anestesiólogo Hospital Universitario Nacional (HUN) de Colombia. – jrnavarrov@unal.edu.co / Guillermo Villamizar, Director de la Fundación Colombia Libre de Asbesto (FundClas) – fundclas@gmail.com
JRN: Tengo la oportunidad de entrevistar al artista Guillermo Villamizar (GV), director de la Fundación “Colombia Libre de Asbesto” (FundClas), sobre un tópico de enorme importancia para la salud pública es la presencia del asbesto en nuestro familiar y laboral.
Guillermo, ¿Cómo un artista se vinculó a una campaña de salubridad que lideran los abogados y los profesionales de la salud?, ¿por qué el interés por el asbesto?
GV: Durante una investigación que adelantaba en el año 2011 para un artículo sobre el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Bogotá, me llamó la atención esa estrecha relación entre los ciclos expositivos de este museo y su directora/curadora con la colección Daros Latinoamérica.
La pregunta obvia empezaba por resolver ¿Quién era Daros? Desde comienzos de siglo XXI, Stephan Schmidheiny, junto con su ex-esposa Ruth Schmidheiny, fundaron una de las colecciones de arte contemporáneo latinoamericano más importante de la región, conocida como Daros Collection, con énfasis en arte político. Ya para ese momento la pregunta no era quién era Daros, sino ¿Quién era Stephan Ernest Schmidheiny? Y ahí recibí un golpe seco directo a las certezas que ayudan a entender dónde empieza la ficción y dónde termina la realidad, porque esa mezcla dibuja en el espacio de la experiencia un paisaje absurdo donde los límites desaparecen, provocando que se pierda confianza por ese lugar entre mágico y oscuro que es el arte; que a su vez es un ficción creada a partir de las ficciones que la realidad nos regala.
JRN: Nos puede explicar, ¿Quién es Stephan Ernest Schmidheiny?
GV: Fue difícil entender que detrás de la Colección Daros Latinoamérica apareciera el antiguo dueño de Eternit, Stephan Ernest Schmidheiny, quien para ese momento había sido condenado en Italia a 16 años de prisión en primera instancia -con posibilidad de acudir a una corte de apelaciones y a la Corte Suprema de Justicia Italiana, donde un tecnicismo legal lo absolvió-, por desaste ambiental doloso permanente. Esto, debido a la muerte de 3 mil personas por contaminación, incluidos empleados, familiares y personas de los vecindarios donde operaron las cuatro plantas de Eternit en Italia.
Estas muertes fueron provocadas por el uso y la fabricación de productos con asbesto, violando voluntariamente normas de seguridad para estos casos. En ese momento me pregunté por primera vez por la palabra asbesto.
JNR: ¿De qué estrategias se valió para averiguar el tema del asbesto?
GV: Para entonces empecé un intercambio epistolar con Laurie Kazan-Allen (directora de IBAS, International Ban Asbestos Secretariat). De todo el material de apoyo que ella me compartió, un libro en particular marcaría definitivamente mi compromiso con esta causa: Defendiendo lo indefendible (2008), de los historiadores Jock McCulloch y Geoffrey Tweedale.
El libro contiene descripciones muy claras y precisas sobre la historia del asbesto y las diferentes cortinas de humo que la industria fabricó a lo largo del siglo XX para defender su imperio, a pesar de la enorme evidencia científica que vinculaba el mineral con enfermedades mortales. Una de las cosas que más llamó la atención de este libro, fue encontrar que los médicos podían llegar a mentir por dinero, sobre sus propios hallazgos en el laboratorio.
¿Qué reflexión me produjo todo eso? Pues que manipulando la ciencia se podían construir ficciones que terminaban convertidas en políticas públicas afectando la salud de las personas. El “uso seguro” o “uso controlado” del asbesto es una de esas ficciones letales que circularon por entre el ordenamiento jurídico de este país. Incluso después de prohibido el asbesto, se siguen invocando normas que contrarían la ley Ana Cecilia Niño y los funcionarios del Estado lo hacen sin sonrojarse, ¿Qué oscuros intereses los mueven? Estoy seguro de que no es la salud pública precisamente.
JRN: ¿Cómo nació la Ley 1968 de 2019 o Ley Ana Cecilia Niño?
GV: El año 2019 marcó un hito para la salud pública en Colombia por dos hechos importantes que se ocurrieron: La sentencia del juez 39 administrativo de Bogotá, quien falló a favor de la eliminación del asbesto en Colombia, el 1 de marzo; y la votación de la conciliación en el Senado, el 17 de junio del 2019, del Proyecto de Ley Ana Cecilia Niño, culminando de esta manera el largo camino de la prohibición definitiva del asbesto en Colombia.
Luego de siete iniciativas legislativas o proyectos de ley presentados en el Congreso de la República, entre 2007 a 2016, y luego de 12 años de lucha, finalmente fue aprobada la octava iniciativa legislativa -el proyecto de ley “Ana Cecilia Niño”- que ordenó prohibir en Colombia el uso total del asbesto a partir del 1 de enero del 2021.
Este proyecto de prohibición del asbesto en Colombia tiene antecedentes muy interesantes de respaldo de la sociedad civil, de medios de comunicación, de organizaciones no gubernamentales, de la academia, de artistas, activistas e instituciones públicas y privadas del sector salud, todos los cuales crearon una serie de situaciones y hechos que ayudaron a construir un eficaz mecanismo de presión para prohibir el asbesto en el país.
En el campo académico, el científico e investigador Juan Pablo Ramos, junto con la investigadora María Fernanda Cely, de la Universidad de los Andes, publicaron en noviembre de 2012 en la revista The Annals of Occupational Hygiene, el primer artículo de una serie de investigaciones locales en Colombia sobre el impacto del asbesto en la salud de los trabajadores de los talleres en donde se manipulan pastillas, discos y embragues para todo tipo de automóviles. Los informes del profesor Juan Ramos, constituirían una poderosa herramienta argumentativa en el debate contra la industria y el “uso controlado del asbesto”.
JNR: Y después de toda esta información, que supuestamente le alertó acerca de la denuncia abierta porque es su forma de ser y proceder, ¿cómo hizo para manifestarse, o a través de qué medios?
GV: En diciembre de 2012, publiqué un artículo titulado “El informe Daros”, donde establecía los vínculos del millonario suizo Stephan Schmidheiny con el asbesto y la cultura, lo que en arte llamamos filantropía tóxica o “artwashing”; una forma que tienen los millonarios de lavar su imagen mediante el apoyo a la cultura. ¿Sabe qué cosa también me resultó sorprendente? Que los artistas políticos más importantes de la región veneraban la colección de Daros y ninguno se había preguntado de dónde salía la fortuna que alimentaba esa “quimera” del arte latinoamericano ¿Tan raro, no? Hacer crítica social desde el arte, pero nunca preguntarse por quién paga mis cheques como artista.
Recuerdo que la primera experiencia pública la tuve en el mes de febrero de 2014 en la Universidad Nacional de Colombia, durante un ciclo de conferencias titulada, “Conferencia Internacional de salud ambiental y ocupacional”, organizado por el Instituto de Salud Pública de la misma universidad. Me correspondió dictarla en mitad de un escenario completamente científico, en donde presenté el trabajo realizado de compilación de datos con el valioso apoyo del Dr. Jairo Ernesto Luna. En ese momento descubrí la potencia del espacio público para debatir estos temas y el lugar de lo público como un espacio en donde se ponen a andar las prácticas sociales. Recuerdo que Fernando Botero alguna vez dijo que de las cosas que más le causaban pavor en la vida era dictar conferencias.
A mí me pasaba lo mismo y creo que me sigue pasando, pero descubrí que si quería incidir este asunto, tenía que dejar la soledad del estudio atrás y volverme, de alguna manera ha sido una catarsis enfrentar esos miedos que nos causa el ágora a los artistas, por eso preferimos encerramos en nuestros estudios.
Paralelo a estas intervenciones, el periodista Andrés Hoyos inició en 2013 una campaña en radio, prensa, televisión y nuevos medios, en la que empezó a mostrar el rostro de las víctimas del asbesto en Colombia, la mayoría de ellas vinculadas con Eternit. Una de esas primeras víctimas fue Cecilia Riaño, viuda de Luis Alfonso Mayorga, quien murió de un mesotelioma en agosto de 2013 por respirar las fibras de asbesto impregnadas en los overoles de su padre, cuando este llegaba a cada después de laborar en una fábrica de Eternit, ubicada en las afueras de Bogotá.
El suegro de Cecilia Riaño había muerto también por mesotelioma en el año 2000. Otros informes de televisión le dieron rostro a otra víctima del asbesto, Alcira Forero, secretaria de una taller de mecánica donde se instalaban pastillas para frenos en automóviles livianos, y quien fallecería en el año 2018 a causa de un mesotelioma pleural.
El 8 de septiembre de 2014, la periodista Ana Cecilia Niño fue diagnosticada con mesotelioma pleural maligno, por exposición indirecta y ambiental vivida en un barrio ubicado cerca de la planta de asbesto-cemento de Eternir en Sibaté (Cundinamarca). La fuerza, el carácter y la decisión de Ana Cecilia la llevaron a transformar su enfermedad en un argumento de vida para luchar contra el uso de esta fibra mortal, convirtiendo su imagen en el símbolo más importante del movimiento contra el asbesto en Colombia.
Durante el año 2015 las acciones en contra del asbesto siguieron creciendo. En julio de 2015 la plataforma online change.org lanzó una campaña para recolectar firmas en contra del uso del asbesto. Esta petición logró tener un impacto significativo en la opinión pública y algunos medios de comunicación, llegando en pocos días a superar las 100 mil firmas.
Para la misma época, durante una conferencia dictada al público del arte y a estudiantes de medicina, en mitad de una exposición de arte celebrada en Bogotá, con participación de miembros de Instituto Superiore di Sanità de Italia, tuve la oportunidad de conocer a Ana Cecilia Niño. Ese mismo día una delegada de la senadora Nadia Blel me invitó a respaldar el proyecto de ley que por primera vez ella presentó en el Congreso, y que no logró superar el primer debate en la comisión séptima del Senado.
RN: ¿Qué participación tuvieron los organismos internacionales ambientalistas respaldando todas estas iniciativas en Colombia?
GV: en marzo de 2016 el abogado Camilo Araque, presentó ante la comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, una demanda para la protección del medio ambiente y contra el uso del asbesto en Colombia, debido que las acciones jurídicas y legislativas a favor de las víctimas en Colombia no estaban progresando.
Paralelamente, a esta actividad jurídica, el movimiento Greenpeace se unió a la campaña por la prohibición del asbesto en Colombia, adelantando una serie de actividades en el espacio público que tuvieron un alto impacto en la ciudadanía y los medios públicos, en especial, los medios impresos y la televisión. La unió de las dos plataformas online de change.org y Greenpeace elevó la petición de los ciudadanos colombianos a más de 200 mil firmas. Sin embargo, en enero de 2017, el movimiento contra el uso del asbesto en Colombia recibió una noticia desconsoladora: Ana Cecilia Niño muere.
Las voces de las diferentes organizaciones se unen aún más y el movimiento empieza a mostrar una mayor y mejor articulación social. La clínica Jurídica de Medio Ambiente y Salud Pública -MASP- de la Universidad de los Andes, y el Observatorio de Redes y Acción Colectiva -ORAC- de la Universidad del Rosario, se unieron a la batalla como observatorios de análisis académico y jurídico, lo que aportó importantes argumentos en favor de la prohibición.
JRN: ¿Cuál fue la posición del Estado al respecto?
GV: Durante el año 2017 y posterior a la realización de un segundo ciclo de conferencias sobre el asbesto en Colombia, que contó con el apoyo del Instituto Nacional de Cancerología, el Ministerio del Interior de la administración del expresidente Santo, impulsó una política concertada de apoyo al proyecto de ley, en asocio con el Ministerio de Salud, el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Medio Ambiente.
En 2018 empezó a gestarse la prohibición municipal en diferentes ciudades colombianas para adelantar procesos de restricción local, respecto del uso del asbesto, con el liderazgo de Daniel Pineda y Camilo Araque. Después de años de trabajo, la Fundación Colombia Libre de Asbesto (FundClas), en asocio con la facultad de Medicina de la Universidad Nacional y la Cruz Roja Bogotá/Cundinamarca, lanzaron el libro Asbesto en Colombia. Fundamentos para el debate, escrito por el Dr. Gabriel Camero y yo, el cual fue distribuido con profusión entre los representantes a la Cámara en el parlamento colombiano.
RN: Recuerdo muy bien cuando en la decanatura de medicina, año 2019, el profesor Carlos Agudelo, director del Instituto de Salud Pública, me presentó nada menos que al Dr. Artur L. Frank, quien se encontraba con usted, con el propósito de respaldar desde la Universidad Nacional la campaña contra el asbesto y sus consecuencias mortales.
GV: Sí señor, así fue; el apoyo de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, bajo su decanatura, y del Instituto de Salud Pública, con el profesor Agudelo a la cabeza, jugaron un papel muy valioso desde la academia. Justo después del lanzamiento del libro, durante los días 6 y 7 de mayo de 2019, el Dr. Frank de la Universidad de Drexel, ofreció conferencias que contribuyeron a concientizar a los ponentes del proyecto de ley durante una visita programada al Congreso de Colombia.
JRN: Y, ¿Cómo fue finalmente la luz verde en el congreso?
GV: El congresista Mauricio Toro, como ponente del proyecto de ley en la Cámara de Representantes, asumió en ese momento una vocería muy importante junto a sus colegas de la Comisión Séptima, en donde el proyecto debía superar su primer escollo antes de llegar a la plenaria. El proyecto había sido aprobado en la cámara alta (Senado). días más tarde tendría lugar en la batalla final en la plenaria de la Cámara de Representantes, para la lograr la prohibición completa del asbesto en Colombia y sin minería para exportación. Esta vez, las voces aunadas de Juan Pablo Ramos y Daniel Pineda, junto a la organización Greepeace, lograron convencer a los representantes de la necesidad de una prohibición completo; pero también el fuerte respaldo de una opinión pública muy atenta al debate, consiguió que los ponentes acogieran una sola ponencia con la palabra prohibición en firme y la no exportación del asbesto.
el día decisivo fue el martes 11 de junio de 2019, cuando la plenaria de la Cámara de Representantes en una decisión unánime de 140 votos contra cero, aprobó la prohibición del asbesto en Colombia. Para ese momento solo faltaba nombrar a los congresistas de las dos cámaras que debían conciliar el proyecto, votando de nuevo en cada una de las cámaras, y dejarlo listo para la sanción presidencial.
Dichos trámites se cumplieron con celeridad: el jueves 13 de junio la Cámara aprobó el proyecto, y el lunes 17 de junio el Senado hizo lo propio. El presidente de la república sancionó dicha ley el 11 de julio de 2019. La configuración de un movimiento social para prohibir el asbesto en Colombia nos dejó lecciones muy importantes a todos los que participamos en él.
en algunos momentos del proceso el escepticismos aparece, como cuando los hechos concretos se demoran en llegar; pero la acción conjunta, firme, decidida y permanente a través de pequeñas acciones que terminan convertidas en una poderosa ola, es capaz de derrotar a quienes quieran impedir que los intereses colectivos triunfen, en defensa de la vida y la salud humana, frente al interés minoritario que busca exclusivamente beneficios económicos.
JRN: ¿Es fácil eliminar el asbesto?
GV: Puede ser fácil o puede llegar a ser algo muy complejo, dependiendo del rigor con que se adelanten las políticas públicas para el manejo del asbesto instalado. Los materiales que contienen asbesto son peligrosos para la salud si no se mantienen adecuadamente, o si se alteran de alguna manera (perforación, corte, aserrado, fresado, lijado, pintura, etc.), o se eliminan descuidadamente causando la liberación de fibras. Hay dos tipos de materiales que contienen asbesto: materiales friables y materiales no friables.
– El término “friables” se refiere a materiales que contienen asbesto y que pueden reducirse fácilmente a polvo cuando se trituran con la mano, aún permaneciendo secos.
– Los productos de asbestos no friables, están hechos de un compuesto adhesivo (como el cemento mezclado con asbesto, o en el caso de juntas y frenos de carros). Los productos de asbesto no friables son sólidos, rígidos y no puede demenuzarse, pulverizarse ni reducirse a polvo mediante presión manual. Las fibras de asbesto que forman parte del producto se liberan al aire cuando se manipulan o se usan según lo previsto, como en el caso de los frenos para automóviles.
JRN: ¿Cómo son esas fibras de asbesto?
GV: Como lo menciona mi amigo Sean Fitzgerald, el término asbesto tiene decenas de definiciones. La mayoría coincide en que el asbesto es un término comercial, y no geológico, aplicado a los minerales fibrosos extraídos de la tierra por sus cualidades materiales deseables. Esto ha llevado a que el asbesto se denomine según el mineral primario extraído de una mina determinada; concretamente denominados asbesto a seis “minerales” fibrosos:
- Crisolito,
- Amosita,
- Crocidolita,
- Antofilita,
- Tremolita,
- Actinolita.
Cuando los efectos negativos para la salud humana se reconocieron por la inhalación de estas fibras minerales, se establecieron regulaciones basadas en los nombres de los minerales asignados a esos depósitos mineros. La variedad fibrosa de la lámina de silicato serpentina, el asbesto blanco o crisolito, constituye aproximadamente el 92% del asbesto comercial. Los otros cinco “minerales” regulados como asbesto son todos silicatos anfíboles de doble cadena.
El segundo tipo más común de asbesto se denomina amosita, incorrectamente denominado mineral en la reglamentación, ya que la palabra amosita es un acrónimo de las Minas de Asbesto de Sudáfrica. Es importante reconocer que, incluso después de décadas de estudios y acaloradas discusión entre expertos, todavía no existen definiciones sucintas para los términos “asbesto”, “asbestiforme”, “fibra” o “fibroso”, con diferencias e interpretaciones significativas basadas en el contexto normativo o la disciplina científica.
La exposición a partículas ultrafinas es un asunto importante, ya que estas partículas ultrafinas causas estrés oxidativo que puede provocar genotoxicidad e inflamación persistente, especialmente en los sistemas cardiovascular y respiratorio.
las fibras de asbesto no son visibles a simple vista. Son tan pequeñas que se necesitaría colocar cientos de fibras de asbesto, una al lado de la otra, para igualar el ancho de un cabello humano. La Organización Mundial de la Salud -OMS-, afirma que no existe un nivel seguro de exposición a las fibras de asbesto y que todas las formas de asbesto son cancerígenas para las seres humanos. Los estudios científicos revisados por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de (IARC, por sus siglas en inglés), en 2012 demuestran que el asbesto también puede causar cáncer de laringe y ovarios, y se asocia además con cáncer de faringe, estómago y colorrectal.
Otro cánceres también han sido reportados. Cuando se inhalan las fibras de asbesto, estas pueden permaneces en lo profundo de los pulmones. Las enfermedades relacionadas con el asbesto generalmente tardan mucho años, a veces décadas, en desarrollarse. Sin una educación formal, los propietarios de viviendas o gerentes de empresas no estarán seguros de comprender exactamente dónde se encuentra el asbesto en el hogar o en la empresa y cómo se identifica.
Educar a los propietarios de viviendas sobre los riesgos del asbesto en el hogar y cuáles son sus responsabilidades es un paso importante para aumentar las evaluaciones del asbesto. Una mayor conciencia y comprensión ayudará a empoderar a los colombianos para abordar y manejar el asbesto, ajustados a normas técnicas que reduzcan los riesgos de la exposición doméstica y ambiental, tanto en los hogares como en la industria.
JRN: ¿Por qué cree que no se ha reglamentado la ley contra el asbesto en Colombia?
GV: El concepto de “uso seguro” o “uso controlado” fue parte de la política pública del Estado colombiano hasta antes de su prohibición en el año 2019. Sin embargo, las narrativas asociadas a este discurso y la influencia del lobby en la industria del asbesto en las entidades del Estado (Ministerio del Medio Ambiente, Ministerio de Salud, Ministerio de Trabajo) persisten, ejerciendo una enorme influencia en los tomadores de decisiones de la política pública en Colombia desde la institucionalidad del Estado.
El artículo 13 de la Ley 1968 de 2019, que prohibió el asbesto dice: VIGENCIA y DEROGATORIAS. La presente ley rige a partir de la fecha de su publicación y deroga todas las normas que le sean contrarias, sin embargo, la resolución 007 de 2011, anterior a la ley 1968 continúa vigente y sigue siendo utilizada como marco de referencia para la reglamentación de la ley, lo que constituye una contradicción. La antinomia es la situación en que dos normas pertenecientes a un mismo sistema jurídico, que concurren en el ámbito temporal, espacial, personal y material de validez, atribuyen consecuencias jurídicas incompatibles entre sí a cierto supuesto fáctico, y esto impide su aplicación simultánea.
A pesar de que el asbesto se ha prohibido en cerca de 70 países en el mundo entero, persisten las enfermedades relacionadas con el asbesto. A lo largo del tiempo se han realizado diversas estimaciones, entre ellas las de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT): 107.000-112.000 muertes anuales.
Las estimaciones actuales son mucho más elevadas. Según los últimos datos, el asbesto provoca anualmente unas 255 mil muertes (243.223-260.029), de las cuales las exposiciones relacionadas con el trabajo son responsables de 233 mil muertes (222.322-242.802). En la Unión Europea, los Estados Unidos de América y en otras economías de renta alta (clasificación regional de la OMS), se ha calculado que los costes directos por enfermedad, jubilación anticipada y muerte, incluidas las pérdidas de producción, son muy elevados; en los países de Europa Occidental y la Unión Europea, equivales al 0,70% del Producto Interno Bruto o a 114×109 dólares estadounidenses.
Los costes intangibles podrían ser muchos más elevados. Al aplicar el valor de la vida estadística de cuatro millones de euros por muerte por cáncer, utilizado por la Comisión europea, llegamos a 410×109 dólares estadounidenses de pérdidas relacionadas con el cáncer profesional y 340×109 relacionadas con la exposición al asbesto en el trabajo, mientras que el sufrimiento humano y la pérdida de vidas es imposible de cuantificar. Cada 20 toneladas de asbesto producidas y las consumidas matan a una persona en algún ligar del mundo.
De otro lado, la larga latencia de estas enfermedades contribuye con sus presencia en los récords epidemiológicos de este tipo de patologías, pero nuevas olas de mesoteliomas se siguen observando, asociadas ya no a población laboral que en el pasado estuvo expuesta a este mineral, sino a exposiciones domésticas por el legado que representa el asbesto instalado y las malas prácticas al momento de su disposición final. El mesotelioma es un tumor de los revestimientos serosos del tórax (la pleural), el abdomen (el peritoneo), el corazón (el pericardio) y los testículos (la túnica vaginal o túnica vaginalis).
Las células de las membranas serosas que rodena los pulmones, el abdomen, el corazón y los testículos son esencialmente las mismas, a nivel celular, y reaccionan a la presencia del asbesto de la misma manera. Todas las formas de mesotelioma maligno difuso, en cualquier lugar del cuerpo, pueden ser causadas por todas las formas de asbesto.
La relación entre la exposición del asbesto y el desarrollo de mesoteliomas está tan claramente establecida, que los mesoteliomas se conocen como un tumor señal, es decir, un tumor asociado a una exposición específica. Lo mismo ocurre con los angiosarcomas causados por el cloruro de vinilo. Esto no significa que no haya otras causas potenciales de los mesoteliomas.
Por ejemplo, existen múltiples causas inusuales de angiosarcomas, pero hay una relación clara que la da al asbesto esta designación respecto a su papel en el desarrollo de tales formaciones malignas. Los mesoteliomas pueden afectar una variedad de tejidos conectivos. El sitio más común para su desarrollo es en los revestimientos pleurales de la cavidad torácica.
Aproximadamente el 90% de todos los mesoteliomas ocurren como mesoteliomas pleurales. De la cantidad restante, la mayoría (cerca del 10%), son mesoteliomas peritoneales, es decir, tumores que surgen en el tejido conectivo de la cavidad abdominal. Un pequeño número de tales cánceres se encuentran en el pericardio que rodea el corazón, al igual que con mesoteliomas testiculares, en los que el tejido conjuntivo del abdomen llega al saco escrotal.
JRN: Se ve a todas luces que usted está muy bien informado sobre esta patología. Además del daño al pulmón, ¿hay otros órganos comprometidos con la exposición al asbesto?, ¿la exposición mínima debe ser por cuánto tiempo?
GV: De acuerdo con el Dr. Arthur Frank, el asbesto se asocia con el cáncer de ovario, el mesotelioma testicular, el cáncer de esófago, el cáncer de colo, el cáncer rectal y el cáncer de riñón. Podría haber algunos más, pero son demasiados inciertos para estar seguros o existen muy pocos datos de respaldo.
Ahora bien, respecto del umbral de seguridad en cuanto niveles de exposición ambiental o laboral que protejan de la exposición al letal mineral, sencillamente no existe. Se sabe que los efectos exóticos de algunas sustancias dependen de la dosis y que en continuo decrecimiento de esta hace posible alcanzar un punto en el que no habrá efecto tóxico detectable. Además, el tiempo de exposición es otro factor importante en el tóxico.
Pero, ¿qué sucede cuando el factor inductor de la enfermedad, como es el caso del asbesto crisolito, produce daños en la estructura genética de las células, causando cáncer, incluso si se permanece dentro del rango de las concentraciones que determinan los valores límites de riesgo? El tema de la dosis-respuesta ha implicado el desarrollo de una enorme fuente de recursos bibliográficos, los cuales se han encargado de definir los niveles de asbesto y la respuesta de la enfermedad en el paciente.
Desde que empezaron a definirse las enfermedades relacionadas con el asbesto, los controles de niveles de asbesto en la fábrica supusieron el control de dichas enfermedades. En ese sentido, si la dosis de asbesto se reducía, era posible controlar la enfermedad. Por otra parte, documentar la historia de la exposición laboral, los niveles y el tiempo de exposición se convirtió en fuente de debate para establecer el riesgo de exposición al asbesto.
La dosis respuesta aplica para la enfermedad no maligna (asbestosis/neumoconiosis, por ejemplo), pero para el mesotelioma no. Dosis bajas permanentes o dosis cortas con niveles altos pueden contener el riesgo de desarrollar mesotelioma.
JRN: El cuadro que le obsequió al CEMUD (Facultad de Medicina UNAL) sobre el asbesto es una verdadera obra maestra, ¿nos puede ilustrar al respecto?
GV: Esta obra se titula “USA: An asbestos free future is posible” y hace parte de un proyecto que quiero sacar adelante desde hace varios años y no ha sido posible por diferentes razones. Busco visualizar la historia del asbesto contada desde las experiencias particulares de diferentes países en donde la huella de este peligroso mineral ha dejado un enorme impacto en términos de salud ocupaciones, ambiental y pública.
Estados Unidos fue uno de los grandes consumidores de asbesto desde comienzos de siglo XX. Durante las décadas de 1950, 1960 y 1970, el consumo promedio rondaba las 650 mil toneladas de asbesto, casi todo importado desde Cánada por el gigante del asbesto, Johns Manville.
Esta obra es un collage digital ensamblado a partir de imágenes 2D, con el apoyo de software 3D, que permite recrear un espacio imaginario en donde casi todos los objetos contienen asbesto para ligar una historia visual que da cuenta del asbesto en EE.UU.
La figura de fonde de un hombre sentado sobre un sofá tapizado con tela importada de India en fibras del letal material, mientras lee el New York Times con titular ASBESTOS: The worst occupational heltah disater in America es Ernest Stephab Schmidheiny, el magnate de Eternit Suiza que fue condenado en Italia a más de 16 años de prisión por la muerte de 3 mil trabajadores en Casale Monferrato, cercca de Turín (Italia), abre el rompecabezas de imágenes que invitan al lector a descifrarlas.
El televisor encendido muestra la imagen del Dr. Irving J. Selikoff, el hombre de ciencia que gracias a sus investigaciones con trabajadores de la industria en New Jersey destapó la olla podrida del asbesto en los Estados Unidos. Gracias a Selikoff las regulaciones contra este potente carcinogénico empezaron a tener vigencia en el mundo entero.
La epidemiología es una tarea ingrata que involucra el análisis de cientos de individuos y sus variables, presentando en algunos casos, apenas resultados ambiguos. Las conclusiones iniciales de la base de datos de Selikoff involucraron a un pequeño universo relativo de hombres analizados (632), pero estas eras poderosamente claras. Trabajar con asbesto para aislantes era una condición letal. Este primer estudio fue publicado en 1964 y cubrió trabajadores que se habían integrado al sindicato desde 1943. Cuando estos hombres fueron rastreados hasta 1962, se demostró que este tipo de trabajo provocaba una tasa de muerte superior al 25% con una mortalidad superior a la normal no solo por asbestosis, sino por cáncer de pulmón, mesotelioma y cáncer de estómago (mesotelioma peritoneal) y colo-rectal. Esto por supuesto resultó alarmante.
Al lanzar esta investigación independiente, logró desenmascarar, sin proponérselo, a la industria del asbesto en los EE.UU., quienes por décadas habían mostrado el mínimo interés en estudiar a sus trabajadores, incluso en las grandes fábricas. Eso no fue el final, porque la identificación de Selikoff de trabajadores del asbesto en cohortes se convirtió en una herramienta para futuras exploraciones.
En 1968, Selikoff y su equipo produjeron otro estudio clásico dentro de la epidemiología y fue establecer los peligros de la sinergia entre tabaco y asbestos, demostrando que los trabajadores del asbesto que fumaban tenían 90 veces mayor posibilidad de desarrollar cáncer relacionado con el asbesto, que aquellos individuos que no fumaban y que no estaban expuestos al asbesto.
Una década más tarde, con la ayuda de Herbert Seidman (otro epidemiólogo de la sociedad americana del cáncer), fueron capaces de proveer más información sobre la relación tabaco(asbesto y el cánce 30 años más tarde, y extender las cohortes a 17.800 trabajadores del sindicato de aislantes. Ha sido el estudio más grande en el mundo entero sobre trabajadores de asbesto que Slikoff continuó hasta su muerte. Un aspecto que fue importante en las investigaciones de Selikoff fue el descubrimiento de las enormes incidencias del temido cáncer del asbesto: el mesotelioma.
Apropiándome de una imagen del gran artista del arte Pop, Roy Lichtenstein, transformo la pregunta en un Why me?, ¿por qué mesotelioma?, ¿por qué yo? La pregunta inevitable que se hacen a diario las víctimas de este cáncer doloroso y letal alrededor del mundo. Sobre la mesa reposa un ejemplar de la revista Time, en donde de nuevo el protagonista es Ernest Stephan Schmidheiny.
En su oportuno momento para él, Stephan Schmidheiny decidió “tomar su dinero y huir” del inminente desastre industrial de Eternit, y reinvertirlo en bosques sudamericanos, empresas de materiales de construcción y compañías electrónicas; en proyectos de libros y apoyo a la microempresa”, universidades y empresas “filantrópicas” en todo el mundo, dejando a los trabajadores enfermos y moribundos en sus propias fábricas.
Se lanzó al escenario mundial, metamorfoseándose mágicamente a sí mismo en un pensador y benefactor ambiental, y había santificado ese papel gracias a instituciones de “educación superior”, como la Universidad de Yale, que desestimó con buen gusto el origen letal de su fortuna multimillonaria, al otorgarle un “Doctorado honoris causa en Humanidades” en 1996. En una entrevista para la revista Forbes dijo: “América es un continente joven y dinámico, contrario a Europa, que se está volviendo vieja y proteccionista”.
En la parte superior derecha aparece la bandera de EE.UU., con un texto que da cuenta de lo sucedido en 1993, cuando se intentó la prohibición del asbesto en ese país y la norma para su eliminación terminó anulada por un tribunal de apelación y como resultado, más de 300.000 toneladas de asbesto importado han condenado a miles de personas al cáncer, enfermedades respiratorias y muertes evitables. Actualmente se busca la prohibición del asbesto en el congreso de EE.UU.
La mujer que aparece sentada sobre una enorme roca de asbesto crisotilo con su cabello al cuidado de un secador que contiene asbesto en sus resistencias, está inspirada en Victoria Murdock, una figura con una historia interesante.
Asbestos Lady, fue el personaje ficticio de un cómic creado originalmente por Marvel Comics en la década de 1940, pero se volvió más prominente cuando se reintrodujo como Victoria Murdock en la década de 1960. Asbestos Lady, una científica voluptuosa y talentosa, llevó una vida delictiva, armada con las poderosas propiedades del asbesto.
En la historia, Asbestos Lady usa asbesto para desarrollar su disfraz verde ignífugo que comprende una minifalda/vestido verde, botas moradas hasta la rodilla y una capa morada. Sus secuaces también estaban equipados con trajes forrados de asbesto y juntos se dedicaban a sus actividades criminales.
Finalmente, Asbestos Lady es derrotada por sus rivales y enviada a prisión, pero este no es el final de su historia.
Después de que finalmente se descubrieran públicamente los peligros que representa el asbesto para la salud humana, Marvel, después de haber defendido las propiedades del asbesto, se enfrentó a un dilema. Finalmente, lo incorporaron a la historia, reconociendo esencialmente la verdad de la sustancia peligrosa y fusionando la realidad con la ficción. Según la historia oficial, Victoria Murdock, después de toda una vida expuesta al asbesto, desarrolló cáncer en 1990 y posteriormente murió de mesotelioma, a los 45 años. No se sabe mucho sobre los orígenes de la creación del personaje de Asbestos Lady, aunque el higienista industrial Anthony Rich plantea una versión interesante en su sitio web, Asbestorama.
Muchos años antes de que se introdujera Asbestos Lady en la serie Marvel, el fabricante de asbesto Turner & Newall Limited lanzó un anuncio en el que aparecía un personaje parecido a una diosa griega sosteniendo un escudo con la palabra “Asbestos”. Se cree que Marvel pudo haber tomado este concepto y esencialmente hizo que esta ‘Dama del Asbesto’ pasara de buena a mala.
Siguiendo la trama visual, hacia la izquierda encontramos una figura principal: un bombero trajeado con elementos de protección personal fabricados en adivinen qué? Bingo!!
A la izquierda de este hombre y en la parte de atrás sobre la pared, aparece una fotografía de Bill Ravanesi. En el otoño de 1980, le informaron a Bill que su padre tenía mesotelioma maligno. En esa época, ni su padre ni él habían oído alguna vez de esta enfermedad. Pronto sabría que a su padre le quedaban tan solo unos meses de vida, y que este cáncer fatal había sido provocado por su exposición en el pasado al asbesto, como trabajador de un astillero en Boston durante la segunda guerra mundial.
Unos años más tarde, Ravanesi se encontró con el libro «Americanos desechables» (Expendable Americans), escrito por Paul Brodeur. Este libro le reveló la historia de cómo miles y miles de hombres y mujeres estadounidenses, morían cada año de una enfermedad que se podía prevenir, causada por la exposición al asbesto. Su propia historia a partir del encuentro trágico con el asbesto, junto con las informaciones que le proveyó el libro de Brodeur, le llevaron a que el asbesto se convirtiera en el sujeto de su siguiente proyecto. Breath taken: the landscape and biography of asbestos, el cual arrancó a investigar en enero de 1984, llevándolo por bibliotecas y librerías, y luego entonces por cientos de víctimas y sus familiares. Igualmente visitó los principales sitios de la industria en Canadá y EE.UU., muchos de los astilleros que aún quedaban y empezó a hablar con profesionales de la ciencia, de la medicina y del derecho. Hizo todo esto en un esfuerzo por utilizar su arte fotográfico para documentar este desastre humano que es posible de ser prevenido, y de pronto, hacer las paces con la furia de su indignación.
La fotografía corresponde a Joseph Darabant, quien trabajó en el edificio “E” en la planta de Johns Manville en Nueva Jersey, durante más de 30 años, cortando tejas de asbesto y haciendo bloques de asbesto y materiales para cubrir tuberías. Recuerda que el polvo era tan espeso que la mayor parte del tiempo no podía ver de un extremo al otro del edificio. Cuando se retiró de Johns- Manville, en 1974, a la edad de 50 años, el Centro Médico JM atribuyó su mala salud a la bronquitis crónica y a un corazón débil. Posteriormente se le diagnosticó que tenía asbestosis.
Tal es la naturaleza insidiosa y progresiva de esta enfermedad que quince años después, debía inhalar oxígeno mediante tanques las veinticuatro horas del día. Más de una docena de sus amigos y conocidos en la planta habían muerto por enfermedad del asbesto. “Si JM solo nos hubiera dicho que había algo peligroso, todos estaríamos aquí hoy”, dijo en su momento. “Ojalá tuviera algunos amigos. Ahora, todos mis amigos están en el cementerio”.
Las historias alrededor de los objetos presentes en esta obra digital son interminables, como las fotografías en el piso de James Natchwey durante la tragedia de las torres gemelas que liberaron toneladas de asbesto al medio ambiente de la ciudad de Nueva York, el recipiente en asbesto para calentar teteros en el carro, los juguetes contaminados, la cajetilla de cigarrillos Kent con filtros en asbesto, los pisos, techos y ductos o la escultura que emplea un disco para frenos de automóviles.
La industria del asbesto enfrentó tres grandes crisis a lo largo del siglo XX: la crisis de 1930, cuando se diagnostica la asbestosis en 1924. La segunda, cuando aparece el cáncer de pulmón asociado al asbesto en 1940, y la tercera y más profunda crisis, empezó con los descubrimientos del doctor J. C. Wagner y el vínculo que él estableció entre el asbesto y el mesotelioma en 1959.
Una de las lecciones importantes que la industria aprendió durante la primera crisis fue como usar las asociaciones profesionales. Aprendieron como controlar la información y como suprimir la evidencia de la enfermedad; aprendieron como reconfigurar un problema sobre condiciones laborales en un desafío científico que pudiera ser mediado por expertos pagados por la industria.
La industria aprendió como transformar la duda sistemática o duda metódica, que es característica de la buena ciencia, en un arma política. Aprendieron como corromper a los médicos y como usar las asociaciones profesionales para disipar los temores públicos. Y aprendieron a arrinconar–legal y laboralmente–a aquellos trabajadores que empezaban a saber más de la cuenta. Todas estas lecciones probaron serles de valiosa ayuda en la crisis persistente del mesotelioma.
Fuente: Órgano de información del Colegio Médico Colombiano. Epicrisis. Ed. Nº 33 (Septiembre-Noviembre 2024). ISSN: 2539-505X (En línea). #SaludDignaYA
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