Contaminantes tóxicos: una pandemia invisible que llama a la acción
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Contaminantes tóxicos: una pandemia invisible que llama a la acción


La célebre afirmación de Paracelso, “Nada es veneno, todo es veneno: la diferencia está en la dosis”, nos recuerda que la toxicidad de las sustancias depende de un sinnúmero de variables.


Por Dr. Andrés Camilo Clavijo Rodríguez, médico especialista en toxicología clínica de la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud (FUCS)–Ministerio de Salud y Protección Social – Subdirección de Salud Ambiental

No obstante, en un mundo cada vez más industrializado, la exposición a contaminantes tóxicos se ha convertido en una creciente preocupación de salud pública. Desde la contaminación del aire hasta la contaminación del agua y la acumulación en la cadena alimentaria, estas sustancias representan un riesgo significativo para la salud y el bienestar.

Por Dr. Andrés Camilo Clavijo Rodríguez, médico especialista en toxicología clínica

Los productos químicos se han difundido ampliamente por el medio ambiente. La fabricación mundial de productos químicos está aumentando a un ritmo de alrededor del 3,5 por ciento anual y está en camino de duplicarse para 2030. Aproximadamente dos tercios de la producción química actual se encuentran en los países de ingresos bajos y medios.

La subestimación de la carga de enfermedades atribuibles a la contaminación química probablemente sea sustancial, porque solo una pequeña fracción de los muchos miles de productos químicos fabricados en el comercio ha sido sometida a pruebas adecuadas para determinar su seguridad o toxicidad, y las cargas de enfermedades atribuibles a estos productos químicos no pueden cuantificarse. Tres consecuencias particularmente preocupantes y mal documentadas de la contaminación química son la neurotoxicidad para el desarrollo, la toxicidad reproductiva y la inmunotoxicidad.

Los niños, las mujeres embarazadas y los ancianos son particularmente vulnerables a los riesgos asociados a la exposición a los contaminantes tóxicos, sin contar con que las comunidades marginadas suelen ser las más afectadas por estos tóxicos, ya que suelen vivir en áreas con altos niveles de contaminación.

Una de las principales fuentes de contaminantes tóxicos es la contaminación del aire, causada por la liberación de gases y partículas nocivas a la atmósfera. La inhalación de estos contaminantes puede provocar una variedad de problemas respiratorios, como asma, bronquitis e incluso cáncer de pulmón, la exposición prolongada a la contaminación del aire también se ha relacionado con enfermedades cardiovasculares, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

¿Te has preguntado alguna vez cómo los contaminantes tóxicos afectan tu salud?

La característica principal de estos contaminantes es la dificultad para identificarlos, pues están ocultos en muchos de los productos de uso cotidiano. Estos contaminantes tóxicos pueden ingresar al organismo por diferentes vías (ingestión, inhalación o contacto dérmico) y causar daño en diferentes órganos sin manifestar síntomas tempranos.

Abordar los riesgos para la salud derivados de la exposición a contaminantes tóxicos requiere de un enfoque multifacético. Este artículo detalla parte de la problemática de los contaminantes tóxicos, con el fin de que los gobiernos y los organismos reguladores hagan cumplir las regulaciones ambientales, y para que las industrias aumenten la inversión en tecnologías más limpias y fuentes de energía renovables que reduzcan la liberación de contaminantes tóxicos al medio ambiente.

  • Sistema neurológico: muchos contaminantes tienen la capacidad de atravesar la barrera hematoencefálica y afectar el sistema nervioso central. La exposición a metales pesados como el plomo, el mercurio o el arsénico puede provocar daño permanente e interferir con el desarrollo cognitivo de los niños; en los adultos causa daño neuronal que interfiere la cognición y la memoria, y aumenta el riesgo de enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer.
  • Sistema respiratorio: la exposición a la amplia categoría que existe de contaminantes volátiles y compuestos químicos, como el benceno, el tolueno, el xileno, el formaldehído y el tetracloruro de carbono, se han asociado problemas respiratorios, irritación de los ojos, daño al sistema nervioso y cáncer en casos de exposición prolongada.
  • Compuestos orgánicos halogenados volátiles: este grupo incluye sustancias como los clorofluorocarbonos (CFC), que han sido notorios por su papel en la degradación de la capa de ozono y su impacto en la salud humana. La exposición a estos compuestos puede provocar efectos adversos en la piel, los ojos y el sistema respiratorio.
  • Compuestos orgánicos sulfurados volátiles: aquí se encuentran el dióxido de azufre (SO2) y el azufre de hidrógeno (H2S). La exposición a estos compuestos puede causar problemas respiratorios, irritación de los ojos y la garganta. El gas del dióxido de nitrógeno (NO2) puede aumentar el riesgo de infecciones respiratorias, o asociarse con problemas respiratorios agudos o con la exacerbación de enfermedades preexistentes, como el asma o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
  • Sistema cardiovascular: en este grupo se encuentra el monóxido de carbono (CO) o las partículas finas en el aire pueden tener efectos nocivos en el sistema cardiovascular. La exposición crónica a estos contaminantes se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades del corazón, como la hipertensión arterial, los trastornos del ritmo cardíaco, la aceleración de la aterosclerosis (acumulación de placa en las arterias) y los eventos cardiovasculares, como el infarto de miocardio.
  • Sistema endocrino: estas sustancias químicas pueden interferir en el funcionamiento del sistema endocrino, encargado de producir y regular la segregación de hormonas en el organismo. Estos disruptores pueden encontrarse en el medio ambiente y en alimentos de consumo común. Algunos contaminantes como el bisfenol A (compuesto que se encuentra en plásticos, resinas y revestimiento de alimentos enlatados), los ftalatos (compuesto que encuentra en variedad de productos de consumo como envases de alimentos, juguetes y productos de cuidado personal), los bifenilos policlorados (PCB) o los pesticidas o productos perflurados (compuesto que se encuentra en sartenes antiadherentes y envases de alimentos) pueden causar trastornos en la fertilidad, alteraciones en el desarrollo sexual, problemas de tiroides y aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer hormonales-dependientes.
  • Efectos cancerígenos: cada vez son más los contaminantes tóxicos que se asocian a un mayor riesgo de cáncer, el más común y preocupante es el tabaco como principal causa de cáncer evitable en todo el mundo. Los componentes tóxicos como el alquitrán y el benzopireno, se han relacionado con cáncer de pulmón, boca, garganta, esófago, vejiga, riñón y páncreas. La exposición al asbesto, un mineral fibroso utilizado en la construcción y la industria, puede aumentar el riesgo de cáncer de pulmón, mesotelioma y cáncer de laringe. La radiación ionizante como la radiación de rayos X y la radiación nuclear, se ha asociado con un mayor riesgo de cáncer de tiroides, cáncer de mama y leucemia. La radiación ultravioleta (UV) por exposición constante al sol y al uso de camas de bronceado está vinculada al cáncer de piel, incluido el melanoma, este último es un tipo de cáncer con mayor mortalidad.

Por otro lado, los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), compuestos se encuentran en la polución ambiental, también en la combustión de carbón y del petróleo, se relacionan con cáncer de pulmón, principalmente.

Las aminas aromáticas heterocíclicas (AAH) se forman durante la cocción de carnes a altas temperaturas, como la fritura y la parrilla, se asocian con cáncer colorrectal y gastrointestinal. Por otra parte, se encuentran los pesticidas y herbicidas (como el glifosato) que se asocian con un mayor riesgo de linfoma no Hodgkin.

Los gobiernos deben actuar, pero los consumidores no nos podemos cruzar de brazos.

Para la mayoría de los miles de productos químicos manufacturados que se encuentran actualmente en el comercio no existen datos confiables en inmunotoxicidad ni se sabe a ciencia cierta el real impacto que tienen en la salud reproductiva, en el desarrollo, los riesgos de las mezclas químicas o los efectos concretos de exposiciones prolongadas a bajos niveles. De igual forma, no existe ningún mecanismo mundial reconocido ni por la comunidad científica ni por la política capaz de recopilar, sintetizar y analizar la información para la toma de decisiones que provengan de los convenios internacionales sobre el medio ambiente y de los diálogos sobre políticas de desarrollo.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) se creó en 1988 para facilitar las evaluaciones integrales del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta. A pesar de los avances sustanciales en el ámbito internacional desde la década de 1990 para establecer acuerdos multilaterales que regulen algunas sustancias químicas contenidas en los desechos, no se ha logrado un proceso para establecer una interfaz ciencia-política para productos químicos y desechos.

Sin embargo, no todo está perdido. Los consumidores podemos contribuir a la causa, adoptando un estilo de vida más respetuoso con el medio ambiente, así como las empresas, con un uso eficiente de los recursos o la reducción y una mejor gestión de los desechos.

La responsabilidad es de todos. ¡Juntos podemos crear un entorno más saludable!

Fuente: Órgano de información del Colegio Médico Colombiano. Epicrisis. Ed. Nº 30 (Diciembre 2023-Febrero 2024). ISSN: 2539-505X (En línea)

diciembre 6, 2023

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