Intoxicaciones por escopolamina: ¿es esa realmente la causa?
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Intoxicaciones por escopolamina: ¿es esa realmente la causa?


Colombia no es el único país donde la escopolamina es utilizada por delincuentes. No obstante, cada vez es más frecuente que los criminales recurran a combinarla con otras drogas o fármacos para que la víctima reciba y ejecute órdenes sin oponerse, lo que se llama sumisión química.


Por Dr. Andrés Camilo Clavijo R, médico especialista en Toxicología Clínica y Gestión de la Salud Pública acclavijo@fucsalud.edu.co- Acomedica II – Consult. 412

La burundanga -escopolamina-, es un término castizo y culturalmente reconocido en Colombia desde hace décadas para referirse a la intoxicación delictiva por una planta conocida como “borrachero”, “trompeta de ángel”, o como se le llama al fruto en el ángor popular “cacao sabanero”; en Cuba la misma planta recibe el nombre de clarin y en Ecuador se conoce como Guanto.

La escopolamina es una sustancia que nos ha acompañado a lo largo de la historia y que se ha hecho popular en muchas civilizaciones. En un primer momento se empleó con fines curativos, pero también se usó como brebaje en las brujerías o hechizos relacionados con el amor en la Edad Media, y no hace mucho, como “suero de la verdad” por integrantes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus silgas en inglés).

Dr. Andrés Camilo Clavijo R, médico especialista en Toxicología Clínica y Gestión de la Salud Pública

La sustancia fue aislada por primera vez por el científico alemán Albert Ladenburg en el año 1880. Muchos de estos alcaloides se encuentran en plantas del género brugmansia de la familia de las solanáceas, son fácil de encontrar en América Latina e incluso en lugares de común recurrencia donde aún es frecuente su cultivo. Las diferentes variedades de brugmansias son de uso ornamental en plazas, parques, jardines públicos y en los antejardines de hogares residenciales.

El nombre popular de burundangatiene origen afrocubano, significa bebedizo, brebaje o sustancia usada con fines delictivos. El arbusto es pequeño, por lo general solo alcanza una altura de 11 metros; las hojas suelen ser alargadas de 30 centímetros y con un ancho de 18 centímetros, están cubiertas de finas vellosidades y tienen bordes dentados. Pero es por las flores, gracias a su belleza, la forma  más fácil  de reconocer la planta; son colgantes, llegan a medir 30 centímetros de largo; tienen forma de  trompeta, generalmente son blanquecinas o amarillas, aunque también las hay de otros colores.

Los múltiples derivados alcaloides de esta planta han sido de gran interés en el área de la medicina. El butil bromuro de hioscina (también conocido como bromuro de butilescopolamina o buscapina), por ejemplo, es un compuesto presente en algunas plantas del género Duboisio; actúa como un antagonista muscarínico no selectivo. Tiene efectos sedantes, antieméticos y amnésicos. Otra de sus propiedades es aliviar los espasmos y molestias abdominales. El consumo con fines recreativos se hace principalmente con la maceración de las flores en bebidas alcohólicas o en infusiones.

¿La responsable es la escopolamina o se emplean otras drogas?

Colombia no es el único país donde la escopolamina es utilizada por delincuentes. No obstante, cada vez es más frecuente que los criminales recurran a combinarla con otras drogas o fármacos para que la víctima reciba y ejecute órdenes sin oponerse, lo que se llama sumisión química. Por lo general, la escopolamina va mezclada con otras sustancias emergentes o fármacos de uso medicinal, como el grupo de las benzodiazepinas, drogas Z, fenotiazinas, antidepresivos y opioides, entre otros. La escopolamina se absorbe muy bien en el tracto gastrointestinal y es por vía oral – a veces también vía inhalatoria- como más frecuentemente se administra a las víctimas de ilícitos, por lo que los sujetos conducen a que la víctima ingiera algún alimento, bebida, o le dan un cigarrillo con la sustancia con el fin de que actúe como un depresor del sistema nervioso central, pues la intención es anular la voluntad de la persona. Para un delincuente es muy importante mezclar estos compuestos para tener control total de la víctima.

Existen diferentes maneras de conseguir este tipo de sustancias: directa por medio de la planta, en preparaciones artesanales o de forma sintética cuando hay una prescripción médica (los delincuentes falsifican las fórmulas médicas) o también la adquieren en el mercado negro.

El manejo de los toxindromes depende del cóctel de sustancias empleadas

Posterior a la exposición, la víctima empieza a experimentar los siguientes síntomas: sed, alucinaciones, sueño, agitación o agresividad, visión borrosa, fiebre, convulsiones, amnesia, miedo y puede llegar a un estado de coma. En concentraciones toxicas a largo plazo la persona podría presentar problemas de aprendizaje, falta de atención y de concentración. Uno de los riesgos es que debido a la inestabilidad de los compuestos y a la falta de precisión de la dosis suministrada, el grado de intoxicación es impredecible y puede ser fatal. Además, el efecto amnésico de la droga hace que quien la haya ingerido no pueda aportar ninguna información sobre lo ocurrido y que sea muy difícil dar con los individuos que suministraron la sustancia.

Los alcaloides de la escopolamina bloquean de forma no selectiva los receptores muscarínicos y en menos frecuencia los receptores nicotínicos, todos ellos se encuentran en diversos órganos como cerebro, ojos, glándulas salivales, tracto gastrointestinal, páncreas, vejiga y piel, principalmente. En el cerebro la escopolamina altera de manera significativa la transmisión de la información hacia los sitios de almacenamiento, en especial al hipocampo, es decir que la persona no puede recordar.

El diagnóstico y la evaluación clínica se hacen mediante un interrogatorio minucioso al paciente, a los acompañantes y de ser posible, analizando las circunstancias en las que se presentó el hecho. En la parte clínica es necesario determinar los tipos de sustancias empleadas para instaurar el tratamiento adecuado, lo que resulta ser un reto en las instituciones prestadoras de salud porque no cuentan con especialistas en Toxicología Clínica. De ahí que no es de extrañar que muchos diagnósticos sean equivocados, que la víctima no reciba el tratamiento indicado y que se generen sobrecostos en la atención.

Un dato que se debe tener en cuenta es que aunque la valoración clínica puede sugerir la ingesta de escopolamina, la química puede arrojar un resultado negativo, pues el tiempo de la consulta, el acceso al servicio de salud y la toma oportuna de laboratorios pueden arrojar falsos negativos. A esto se suma que muchas de las pruebas se limitan a conteos cualitativos o cuantitativos, pero no son específicas en evaluar la concentración ingerida. Los casos en que la víctima fallece requieren de análisis forense y pruebas toxicológicas para determinar la sustancia responsable de la muerte.

Por lo anterior, el manejo de estos casos debe estar en manos de profesionales idóneos, preferiblemente Toxicólogos Clínicos, que estén en capacidad de identificar estos toxindromes, pues muchas veces se manejan como si fueran estados de embriaguez o de consumo de psicoactivos, donde el tratamiento varía completamente.

Reforzar las políticas de salud pública

Según cifras de las autoridades de los primeros cuatro meses de 2022, el hurto con empleo de escopolamina del 1 de enero al 30 de abril de 2022 presentó un crecimiento del 80 por ciento y tan solo en el mes de abril se incrementó en un 120 por ciento. Eso quiere decir que en los primeros cuatro primeros meses de 2022 en Bogotá se presentaron 819 hurtos a personas en donde se empleó la escopolamina.

Los casos reportados recientemente y que han sido noticia en los principales medios no se limitan solamente al uso de la escopolamina. Según los últimos estudios, en el 65 por ciento de los casos se evidenció la aplicación de un solo tóxico, en el 14.42 por ciento de dos o más tóxicos, y su uso en el 94 por ciento de los casos estuvo asociado al robo o abuso. Las víctimas suelen ser hombres en edades entre los 20 y 50 años de edad, solteros, empleados y que se encuentran departiendo en establecimientos públicos.

El grado de impunidad en estos casos, ya sea porque la víctima no hace el respectivo denuncio ante la justicia o por inoperancia de las autoridades, sumado a la falta de seguimiento genera nuevos problemas de salud mental en la persona afectada, toda una cascada de infortunios o de negligencia que acentúan la problemática.

Solo queda resaltar la importancia de que los prestadores de salud realicen la respectiva notificación del evento para tener estadísticas más confiables y poder tomar las medidas necesarias para controlar el problema. Las historias aterradoras y escalofriantes de las víctimas de actos delictivos a causa de estas sustancias nos deben motivar a fortalecer las instituciones (policía, rama judicial, prestadores de salud), a dar el tratamiento integral a las víctimas y a diseñar políticas de salud pública que contemplen la especialidad de Toxicología Clínica con el fin de evitar que muchos más casos tengan desenlaces fatales.

Recomendaciones para no ser la siguiente víctima

  1. Es común que usted se convierta en víctima al conocer nuevas personas. No se deje seducir por la generosidad o belleza de personas desconocidas. Pueden ser lobos disfrazados de ovejas.
  2. Evite salir solo a fiesta o bares, vaya con su grupo de  confianza para que pueda divertirse controlando siempre los excesos.
  3. Tómese el tiempo para comer y no pierda de vista la bebida, los descuidos hacen que estas personas accedan a colocar este tipo de sustancias.
  4. Active las línea de emergencia y consulte siempre al servicio de urgencias más cercano para recibir tratamiento. Cada caso es diferente y requiere de valoración médica por parte de un equipo interdisciplinario.
  5. Realice la respectiva denuncia y no evada la acción de las autoridades para evitar que alguien más pueda estar en peligro.
mayo 23, 2022

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