La salud mental y síndrome de burnout en los médicos
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La salud mental y síndrome de burnout en los médicos


En los profesionales de la salud, particularmente en los médicos, el agotamiento emocional es el principal factor asociado con el ausentismo laboral, el intento de renunciar a la profesión, el deterioro personal, y el deterioro de la familia.


Apesar de tener su alto nivel educativo y realizar un trabajo tan significativo para la sociedad, varias investigaciones sugieren que los médicos tienen alta prevalencia de problemas y trastornos mentales como estrés, ansiedad, depresión, adicción al alcohol o drogas, uso indebido de medicamentos y agotamiento emocional. Los niveles de suicidio también son altos.

En relación con el síndrome de burnout, casi la mitad de los médicos experimentarán en algún momento de su carrera esta condición, que se caracteriza por tres signos clásicos: agotamiento emocional, menor sentido de realización y despersonalización (una respuesta excesivamente indiferente a deberes y una actitud cínica).

Recientemente se publicó en Estados Unidos una encuesta del portal de medicina Medscape sobre el burnout y depresión entre médicos. Después de encuestar a 15.000 profesionales de la salud de 29 especialidades, dos tercios afirmaron sufrir de desgaste laboral y uno de cada tres admitió que su depresión altera la relación con los pacientes.


Afecta más a las mujeres (48 por ciento) que a los hombres (38 ciento), y sobre todo, lo padecen con mayor intensidad los médicos entre los 45 y los 54 años (50 por ciento).


No se les puede decir simplemente que sonrían y disimulen. Se necesita entender mejor lo que realmente está sucediendo y buscar soluciones. Los factores de riesgo se dividen en dos categorías: ocupacionales (riesgos asociados con el trabajo, que se puede dividir en aspectos clínicos e institucionales) e individuales (perfil de personalidad y vulnerabilidades emocionales) que pueden interactuar entre sí.


Son muy grandes las demandas emocionales de estar en contacto frecuente con personas aquejadas de enfermedades graves o crónicas que causan sufrimiento físico y mental, y la eventualidad de complicaciones clínicas o de muerte, que además, en la mayoría de los casos hay que comunicar a los pacientes y a sus familiares y allegados.


Otros factores de estrés incluyen las altas y a veces falsas expectativas que generalmente se tienen tanto del médico tratante como de las intervenciones terapéuticas y que con frecuencia pueden llevar a agresión tanto física como verbal y a amenazas de tipo legal. La gran carga de trabajo también es un factor de riesgo.

Los turnos prolongados, muchas veces sin poder descansar y comer de manera adecuada pueden llegar a causar problemas y trastornos mentales.

El ambiente laboral es con frecuencia otro factor de riesgo. No faltan relaciones problemáticas y conflictos con personas del equipo de salud y colegas, contratos leoninos, acoso laboral y dificultades para el trabajo en equipo. Estos factores incrementan el estrés, que si no se maneja de manera adecuada puede llegar a generar ansiedad y otros problemas y trastornos mentales.

Por otra parte, los rasgos de personalidad típicos de los médicos, los llevan a ser perfeccionistas, autocríticos y manejar mayores niveles de estrés.

Otro riesgo es el fácil acceso a medicamentos de control. Su uso indebido, abuso y dependencia es común en los profesionales de la salud, probablemente relacionado con su conocimiento y facilidad de acceso. Algunos médicos utilizan mecanismos de defensa que tienen una utilidad limitada como el distanciamiento emocional, el sentido exagerado de la responsabilidad, el deseo de complacer a todos, el sentimiento de culpa por aspectos profesionales que están fuera de su control.

Hay muchas razones por las que los médicos no buscan ayuda para sus problemas mentales. Puede sentir temores de cómo su futuro profesional podría verse afectado, preocupación por tener que ausentarse del trabajo o sentir que están decepcionando a sus pacientes y superiores, que es difícil volver al trabajo con la etiqueta con un diagnóstico psiquiátrico o necesitar un período prolongado de incapacidad. También tienen temor de divulgar un abuso de sustancias psicoactivas para evitar una posible acción disciplinaria.


Los médicos reportan altos niveles de presentismo (asistir al trabajo incluso cuando no se sienten lo suficientemente bien como para hacerlo) y los estudios sugieren que estos profesionales tienden a tomar muy poco tiempo para ausentarse del trabajo, incluso cuando están enfermos.


Es común que se realicen un autodiagnóstico e incluso que se prescriban a sí mismos y cuando piden ayuda a un colega en un contexto profesional, es difícil establecer una relación terapéutica adecuada. También hay factores emocionales y psicosociales que pueden aumentar la renuencia a buscar ayuda, como el sentimiento de vergüenza, pues un problema mental muchas veces se considera una debilidad y existe una presión social muy grande para que los médicos parezcan saludables.

Por otra parte, los médicos que ejercen su profesión en lugares remotos con escaso acceso a apoyo y diagnóstico, pueden estar particularmente en riesgo de problemas y trastornos mentales.

Dada la cantidad de factores de riesgo a los que se enfrentan y de aspectos que dificultan la búsqueda de ayuda, los médicos pueden beneficiarse de los servicios especializados, desarrollados específicamente para médicos y otros profesionales de la salud, donde se garantiza la confidencialidad y un diagnóstico y tratamiento rápidos y eficientes.

Con demasiada frecuencia, los médicos consideran que el bienestar personal es algo que pueden posponer hasta su jubilación o en el mejor de los casos se diagnostican y se prescriben ellos mismos.

Se necesitan estudios en nuestro medio que exploren la interacción de los factores de riesgos ocupacionales e individuales, para predecir de manera más confiable quiénes pueden ser vulnerables a los problemas y trastornos mentales y además es importante que reciban ayuda para proteger la seguridad de sus pacientes y animarlos a buscar tratamiento temprano y adecuado. En buena medida esto se logra si se brinda apoyo y monitoreo desde una etapa muy temprana de sus estudios profesionales, con capacitación que enfatice una mayor conciencia de la vulnerabilidad a este tipo de problemas.

El Estado, los empleadores y los gremios y asociaciones deben reconocer que hay consecuencias graves por ignorar los problemas y trastornos mentales de los médicos y que se deben implementar políticas con respecto a la forma de contratación, la carga de trabajo, la autonomía y la integración de la vida laboral, que ayude a los médicos a alcanzar una buena salud mental.

* Grupo de Investigaciones Nuevas-Perspectivas en Salud Mental, UCMC

enero 1, 2019

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