En el siglo XX la industria del asbesto enfrentó tres grandes crisis, todas relacionadas con la salud. La primera en los años 30 con el descubrimiento de la asbestosis; luego, en los años 40, con el cáncer de pulmón asociado al asbesto, y la tercera y más profunda en la década de los 60, al establecerse el vínculo entre asbesto y mesotelioma
Asbestosis
Es el nombre dado a la neumoconiosis por exposición al polvo de asbesto, la cual provoca una reacción tisular colagenosa que causa alteración permanente de la arquitectura alveolar con cicatrización. Se la define como una fibrosis intersticial difusa de los pulmones.
Los síntomas incluyen tos, disnea y sonido de crepitación en la base del pulmón. La asbestosis es una enfermedad progresiva, incluso en ausencia de nuevas exposiciones. Pacientes con asbestosis presentan un mayor riesgo de cáncer de pulmón y mesotelioma.
Placas pleurales
Las placas pleurales son calcificaciones bilaterales localizadas en la pleura parietal, que poco a poco evolucionan en engrosamientos más amplios. Su tiempo de latencia puede ser de varias décadas.
Según reporte de Hillerdal (2001), por lo general las placas no causan daño, pero ya que están asociadas con asbesto, son predictoras del riesgo de asbestosis, cáncer de pulmón y mesotelioma.
Los términos “engrosamiento pleural”, “placas pleurales”, “enfermedad pleural inducida por asbesto”, u otros, han sido usados indistintamente junto con el término “asbestosis pleural”.
Si bien para la mayoría el hallazgo de placas pleurales no conlleva ningún cambio sintomatológico o fisiológico, sí significa un mayor riesgo de malignidad, y así debería ser advertido.
Cáncer de pulmón
En los años treinta en Estados Unidos, Reino Unido y Alemania, se publicaron diversos informes sobre casos clínicos de cáncer de pulmón en trabajadores del asbesto, la mayoría con asbestosis de diversa gravedad, aunque está demostrado que un aumento de la incidencia de cáncer se produce en sujetos expuestos al asbesto, también en ausencia de asbestosis.
El cáncer de pulmón es uno de los cánceres más comunes en el mundo. Es la principal causa de muerte por cáncer en Estados Unidos. Cuando decimos cáncer de pulmón, nos referimos al 95 por ciento “habitual” de cánceres de pulmón que se encuentran con mayor frecuencia (células escamosas, adenocarcinomas, células pequeñas de carcinomas), y no a los tipos inusuales que componen el otro 5 por ciento.
Se ha demostrado que estos tres tipos de células son causadas tanto por tabaquismo como por asbesto.
Mesotelioma
Es un cáncer raro del tejido que recubre diferentes estructuras, como la superficie externa del pulmón y la interna de la pared del tórax, alrededor del corazón y en la cavidad abdominal, entre otras.
La relación entre asbesto y mesoteliomas está tan claramente establecida, que los mesoteliomas se conocen como “tumor señal”, es decir, tumores asociados a una exposición específica. Esto no significa que no haya otras causas potenciales para los mesoteliomas; pero hay una relación clara que le da al asbesto esta designación.
Los mesoteliomas pueden afectar una variedad de tejidos conectivos. El sitio más común para su desarrollo son los revestimientos pleurales de la cavidad torácica. Aproximadamente el 90 por ciento de los mesoteliomas ocurren como mesoteliomas pleurales. De la cantidad restante, aproximadamente el 10 por ciento, son mesoteliomas peritoneales.
Un pequeño número de tales cánceres se encuentra en el pericardio que rodea el corazón, así como mesoteliomas testiculares. Hay informes de la rara ocurrencia de mesoteliomas en los tejidos conectivos del hígado, en la cavidad abdominal. Las muertes ocurren dentro de los 6 a los 12 meses.
Con el advenimiento de nuevos medicamentos quimioterapéuticos y, a veces, una cirugía extensa, la vida de un paciente con mesotelioma se ha extendido por varios meses. Existen tres tipos de mesoteliomas en el nivel celular: la variedad epitelioide, la sarcomatoide y, en algunos casos, un patrón mixto.
Los nuevos fármacos funcionan mejor en el tipo epitelioide. En los EE.UU., se diagnostican en promedio 3.500 mesoteliomas al año. Cáncer de laringe Aunque ya se sospechaba, ahora existe un acuerdo generalmente aceptado de que los cánceres de laringe pueden ser causados por exposición al asbesto. En su camino hacia el pulmón, las fibras se depositan en el tejido laríngeo; se ha demostrado esta presencia, y ahora se acepta que el asbesto desempeña un papel en la producción de esta malignidad, por encima y más allá del potencial maligno del tabaquismo en personas que también estuvieron expuestas al asbesto.
Sin embargo, no ha habido un trabajo definitivo sobre el tipo de fibra y los cánceres de laringe.
Neoplasias del tracto gastrointestinal
Una reconocida área de controversia es la capacidad del asbesto para causar cánceres del tracto gastrointestinal. Los datos con relación a estas malignidades son de alguna manera mucho menos definitivos que otras formas de malignidad.
Existen relativamente pocos estudios con animales para corroborar los datos humanos, y como ocurre con casi todos los estudios epidemiológicos, puede haber una gran variabilidad y muchas razones por las cuales los estudios resulten positivos o negativos.
Cáncer de ovario
La sugerencia de que la exposición al asbesto podría dar lugar al cáncer de ovario se remonta a la década de 1960, por Graham. Una dificultad para estudiar este problema es que, con pocas excepciones, la mayoría de exposiciones al asbesto por décadas ha ocurrido en poblaciones de trabajadores masculinos.
Más recientemente, los datos mundiales al fin han alcanzado un nivel de suficiencia para reconocer en general que la exposición al asbesto puede dar lugar a casos excesivos de cáncer de ovario.
Cáncer de riñón
Las fibras de asbesto llegan al riñón y se pueden extraer de muestras de orina. Fue el trabajo de Selikoff el primero que sugirió que este cáncer podría surgir después de la exposición al asbesto, y estudios posteriores en todo el mundo, que han buscado esta relación, la han encontrado.
Aunque se observa que otros agentes causan cáncer de vejiga, el asbesto no parece hacerlo, pero el hallazgo de casos excesivos de cáncer de riñón, un cáncer relativamente raro, parece ser una conclusión científica justificada
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