Según la Organización Mundial de la Salud, (OMS) las enfermedades respiratorias son una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en la primera infancia y de complicaciones graves en el adulto mayor.
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El cuidado de las enfermedades respiratorias es fundamental para garantizar la salud y el bienestar de la población en general. Sin embargo, dos grupos especialmente vulnerables a estas enfermedades son los niños y los adultos mayores. Tanto los más pequeños como los más mayores, presentan sistemas inmunológicos más frágiles y menos desarrollados, lo que los convierte en blanco fácil para diversas infecciones y afecciones respiratorias.
Según la Organización Mundial de la Salud, (OMS) las enfermedades respiratorias son una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en la primera infancia y de complicaciones graves en el adulto mayor. En los niños menores de cinco años, el 95 por ciento de las infecciones respiratorias son de origen viral en las que se encuentra la gripe siendo de buen pronóstico, y solo el cinco por ciento presenta complicaciones como otitis, sinusitis y neumonía.
Adriana Díaz Chala, docente del programa de Terapia Respiratoria de Areandina, sede Bogotá, explicó que en los adultos mayores la infección de origen viral que afecta la vía respiratoria más prevalente es la influenza. Esta puede ocasionar complicaciones como la neumonía, especialmente en grupos de pacientes con enfermedades crónicas cardíacas, renales y pulmonares.
Los desafíos
En el caso de los niños, su sistema inmunológico y su exposición constante a entornos escolares, aumentan su susceptibilidad a las infecciones respiratorias. Además, la falta de conciencia y habilidades para adoptar medidas preventivas, como el lavado de manos o el uso de pañuelos desechables al estornudar, puede facilitar la propagación de enfermedades respiratorias en esta población.
“Los síntomas característicos de las enfermedades respiratorias agudas son: fiebre, tos, congestión nasal y malestar general. La intensidad de estos síntomas varía según la edad y las comorbilidades que se presenten. Antes de su aparición hay un periodo de incubación de uno a cuatro días después del contagio”, sostuvo la docente.
Por otro lado, los adultos mayores presentan cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento, como una disminución de la función pulmonar y una menor capacidad de defensa inmunológica. Estos factores, combinados con la presencia de enfermedades crónicas y el deterioro de los mecanismos de limpieza y defensa de las vías respiratorias, hacen que sean más susceptibles a infecciones respiratorias.
Prevención, el mejor amigo
El cuidado de las enfermedades respiratorias en niños y ancianos debe centrarse en la prevención, la detección temprana y el tratamiento adecuado. “Hay medidas como un correcto lavado de manos, el uso de tapabocas en presencia de síntomas respiratorios, educar a cuidadores y padres de familia sobre los signos respiratorios de alarma, evitar la exposición al humo de cigarrillo y un completo esquema de vacunación”, dijo la docente.
Respecto a la vacunación, la docente indicó que la inmunización es una herramienta crucial para prevenir enfermedades respiratorias, como la gripe y el neumococo, tanto en niños como en ancianos. Es importante seguir el calendario de vacunación recomendado por las autoridades sanitarias.
Otra medida es la buena higiene respiratoria; enseñar a los niños a cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo desechable o con el codo al toser o estornudar puede ayudar a prevenir la propagación de gérmenes. Además, fomentar el hábito del lavado de manos con agua y jabón de forma regular es esencial para evitar la transmisión de enfermedades respiratorias.
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