La gestión del riesgo está intrínsecamente asociada con la planificación del desarrollo seguro, con la gestión ambiental territorial sostenible, en todos los niveles de gobierno y la efectiva participación de la comunidad.
Por Maricielo Acero Rodríguez – Editora Epicrisis
La Real Academia de la Lengua Española define desastre como una desgracia grande, suceso infeliz y lamentable; el Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo dice que un desastre es una “grave perturbación del funcionamiento de la sociedad, que causa amplias pérdidas humanas, materiales o medioambientales, que exceden la capacidad de la sociedad afectada para afrontarla utilizando sólo sus propios recursos” United Nations Department of Humanitarian Affairs (UNDHA, 1993).
Para este organismo, esta perturbación suele estar concentrada en el tiempo y el espacio. Es importante comenzar diferenciando el concepto desastre del de catástrofe. La catástrofe es un evento natural (sequía, inundación, huracán) o humano (conflicto armado, accidente nuclear) que actúa como detonante de una crisis.
Por su parte, el desastre consiste en el impacto de esa crisis, en sus perniciosas consecuencias humanas, sociales y económicas, tales como: el hundimiento de los sistemas de sustento, las hambrunas, las epidemias, el incremento de la mortalidad, las migraciones forzosas, la desestructuración de la sociedad, la alteración de sus normas éticas y sociales, entre otras.
El desastre se produce como consecuencia de un proceso de crisis que es desencadenado por una catástrofe, al actuar sobre una determinada situación de vulnerabilidad preexistente, cuando la comunidad o sectores afectados no disponen de las capacidades las necesarias para ejecutar las estrategias de afrontamiento.
La Ley 1523 de 2012 fija la política nacional de gestión del riesgo de desastres y establece el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres en Colombia. Se basa en los principios de oportuna información y participación. Además, crea el Sistema Nacional de Información para la Gestión del Riesgo de Desastres y prevé distintos órganos que contemplan la participación pública en la elaboración de planes, programas y políticas.
La gestión del riesgo está intrínsecamente asociada con la planificación del desarrollo seguro, con la gestión ambiental territorial sostenible, en todos los niveles de gobierno y la efectiva participación de la comunidad.
En la sesión Cita con el Experto del Colegio Médico Colombiano, Edinson Dussán Lozada, Capitán del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Bogotá, líder de la mesa técnica de Rescate en Vehículos de la Dirección Nacional de Bomberos de Colombia, enfermero experto en atención prehospitalaria, profesional en Seguridad y Salud en el Trabajo, abogado y docente universitario del programa tecnología en atención prehospitalaria y medicina, enfatizó en que la gestión del riesgo no es solamente una responsabilidad de todas las autoridades ni de los grupos de socorro, sino que concierne a todos los habitantes.
“Hace unos años había que esperar a que ocurriera un desastre para salir a atenderlo, pero las cosas han cambiado y en la actualidad el conocimiento del riesgo lleva a prevenirlo. Debemos empezar por identificar en el territorio donde nos desenvolvemos lo que nos puede afectar, revisar a qué somos vulnerables, puede ser el Cristo puesto en la cabecera de la cama, un cuadro mal colgado que se nos pueda caer encima, un árbol en la esquina de la vivienda o una fábrica cercana. Esa identificación del riesgo se hace desde lo más básico (hogar, trabajo) hasta llegar a nivel municipal y nacional”.
Con esa información se busca modificar o disminuir las condiciones de riesgo existentes y evitar un nuevo riesgo en el territorio a través de medidas de mitigación y prevención que se adoptan con antelación para reducir la amenaza, la exposición y disminuir la vulnerabilidad de las personas, los medios de subsistencia, los bienes, la infraestructura y los recursos ambientales, y así, minimizar los daños y pérdidas en caso de producirse eventos peligrosos.
Para el Capitán Dussán es muy importante estar preparados para poder afrontar cualquier emergencia y saber cómo actuar cuando llegue el momento para dar respuesta en el menor tiempo posible.
“Acciones como conocer a los vecinos, instalar detectores de humos, tener extinguidores en el lugar indicado, armar un kit de emergencias, poner en una maleta las cosas básicas, tener un plan para las mascotas, contar con una ruta clara de evacuación (si hay es indicado hacerlo), señalar los puntos de encuentro, el tiempo de espera, tener a la mano los número de emergencias y saber cómo cerrar los puntos de gas, electricidad y agua de la casa pueden marcar una gran diferencia a la hora de enfrentar una catástrofe”, dijo.
En ese sentido, el triángulo de la vida para el Capitán es más una teoría que una regla general y muchas veces no es lo más recomendable. De lo que se trata es de buscar espacios seguros, que muchas veces se generan y se arman por sí solos.
La idea es ir de lo micro a lo macro: empezar con el plan de atención de emergencias en la familia, seguir con la preparación en la localidad del barrio, después con la ciudad o municipio y por último el país.
“Colombia tiene el privilegio de contar con dos océanos y una cadena montañosa con tres cordilleras, lo que hace que el territorio esté en riesgo de inundaciones y sismos frecuentes; además el cambio climático puede ser uno de los factores de riesgo de desastres con mayor impacto en el futuro, especialmente en los países en vías de desarrollo”, agregó el Capitán.
Colombia afronta un gran déficit de bomberos y voluntarios
Las estrategias para la prevención de los efectos de los desastres dependen de las etapas o fases del ciclo de cada tipo de desastre y del contexto en el que se produce; no es lo mismo atender un incendio forestal que un terremoto o el derrumbe de una montaña, señaló el abogado Dussán.
En Colombia los organismos especializados para la atención de emergencias son los bomberos, la Cruz Roja y la Defensa Civil, pero los tres requieren de la colaboración y participación de la comunidad y de la fuerza pública. La Cruz Roja, por ejemplo, es una entidad privada, sin ánimo de lucro, de carácter voluntario y de utilidad común; su misión es prevenir y aliviar el sufrimiento humano, generando procesos de cambio en la comunidad y garantizando el bienestar, la paz y la equidad.
La Defensa Civil, por su parte, es uno de los grupos que más voluntarios tiene y se encarga de desarrollar procesos en gestión del riesgo de desastres, gestión social, acción ambiental y programas de educación dirigidos al voluntariado y a la comunidad, para contribuir a la seguridad humana en el territorio nacional y responde a compromisos de orden internacional.
Con la aprobación de la Ley 1575 de 2012 los Bomberos de Colombia asumieron la responsabilidad de hacer la gestión integral del riesgo contra incendios, los preparativos y la atención de recates en todas sus modalidades, así como la atención de incidentes con materiales peligrosos. Y desde el año pasado también están autorizados para realizar el traslado de pacientes.
En Colombia hay un bombero en promedio por cada tres mil habitantes. Los 878 cuerpos de bomberos que tiene el país en los 1102 municipios son los responsables de organizar los rescates, pero no son los únicos que hacen este tipo de salvamentos.
En ese orden de ideas, el 123 es la línea única de emergencias en el territorio nacional, que permite que en un solo número los colombianos puedan acceder a todos los servicios de emergencia y seguridad que se ofrecen gratuitamente las 24 horas del día, todos los días del año, para asuntos de policía, movilidad, bomberos, gestión de riesgos, servicios de salud, entre otros.
Esa línea de atención tiene como finalidad garantizar una respuesta adecuada, oportuna, efectiva y coordinada en situaciones de urgencias, emergencias y desastres de las diversas entidades que se encuentran incluidas en el sistema para la prevención, atención y despacho de recursos físicos.
Un aspecto que destacó el Capitán Dussán es que debido a que la atención prehospitalaria va en constante aumento en el país, es imprescindible que los profesionales de la salud, además de contar con sus elementos de protección, sepan actuar frente a una víctima que está en una situación de emergencia sin dudar sobre su atención y sin causarle más daño (primum non nocere).
Por esa razón es importante tener personal formado y debidamente entrenado para realizar procedimientos que permitan auxiliar a la persona que está sufriendo un accidente, afirmó el Capitán Dussán.
“Hay cosas que todos podemos hacer para ayudar a la gente que lo necesita y las cosas más pequeñas muchas veces marcan una gran diferencia. En nuestras casas, trabajos, en nuestros entornos podemos contribuir a la sensibilización, capacitación y formación de líderes que ayuden en momentos de accidentes, siniestros y catástrofes. Cada emergencia o incidente tiene un comportamiento diferente, por eso es importante el entrenamiento que permita actuar correctamente en cada situación. Bien lo dice la frase de la Cruz Roja: Ser voluntario es parte de la solución ante las necesidades de los más vulnerables, para fomentar el desarrollo comunitario a través de los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario”.
Deja un comentario