La lectura es un hábito saludable que no solo aporta a la imaginación sino también aumenta la capacidad de aprendizaje y adaptación del cerebro, entrena la memoria de trabajo.
Además la lectura fortalece la atención, promueve el bienestar, brinda la relajación y disminuye la velocidad del deterioro cerebral y cognitivo con la edad.
Pero desarrollar el hábito es complejo, y en buena medida esto responde a que el cerebro no tiene un área específica para la lectura. Para adquirir una mejor salud cerebral y general a largo plazo producto de esta actividad, el Dr. Christian Muñoz Farías, médico psiquiatra de niños y adolescentes adscrito a Colsanitas y el Dr. Leonardo Palacios, médico neurólogo adscrito a Colsanitas, brindan tres consejos:
1) Convertirlo en un hábito
Aprender a leer exige al menos integrar las áreas del cerebro dedicadas a diferentes tareas como el reconocimiento visual, que se emplea para diferencias objetos; el procesamiento del lenguaje; el movimiento con el que se guían los ojos, y la comprensión del espacio de un paisaje o una página.
Como muchas otras tareas para las que el cerebro no tiene un área específica, la lectura exige crear circuitos cerebrales donde la práctica y la persistencia del hábito es lo que los vuelve más rápido, robustos, grandes y complejos. Como señala el Dr. Palacios: “El cerebro puede crecer, cambiar y tener mejor salud si se ejercita, como un músculo. Y el gimnasio de la mente es el aprendizaje”.
2) Página a página se hace entrenamiento cerebral
Un cerebro con mayor neuro-plasticidad y circuitos más robustos tiene mayor competencia a la hora de reemplazar o suplir las áreas y caminos que se van deteriorando con el tiempo y la enfermedad. Es decir, que la lectura, al igual que la interpretación musical, aprender otro idioma o practicar danza, previene en cierto grado el desarrollo de distintas formas de demencia como el Alzhéimer, además de entrenar al cerebro para ser más recursivo en sus procesos de adaptación a distintos contextos, incluyendo su propio deterioro.
3) La forma de leer importa
La lectura profunda es, sin duda, la que permite adquirir todos los beneficios mencionados, la neuro-plasticidad requiere tiempo y práctica. El Dr. Palacios asegura que: “por eso, la lectura transversal o ágil que se hace al leer noticias o consultar algo en internet no sirve para desarrollar todo esto. Estos beneficios cerebrales vienen de la manos la lectura de libros y de prestarle atención, dedicación y tiempo, ojalá horas”.
En caso de sufrir serios problemas de concentración como los que podría padecer alguien con un Trastorno de Deficit de Atención e Hiperactividad, por ejemplo: la lectura también puede ofrecer un espacio de concentración y entrenamiento para la atención y la memoria de trabajo. El Dr. Muñoz, señala al respecto que en este caso la lectura en voz alta ha resultado ser el modo más efectivo para aumentar la concentración y la compresión de los pacientes con TDAH, permitiéndoles de paso formar el hábito (o enfrentar mejor los retos de su condición frente a la escolaridad o el trabajo), y pider obtener todos los beneficios que trae disfrutar de un libro.
La lectura también es un inductor del sueño, gracias a la reflexión de la luz tenue de una lámpara sobre el papel genera un efecto capaz de disminuir la tensión arterial, el ritmo cardiaco y el estrés, tan potente como el del yoga.
Ambos especialistas, en concordancia, sostienen que es gracias a este tipo de efectos que la lectura puede regalarnos no solo mejore calidad de vida, un menor deterioro cerebral y mejores horas de sueño, sino unos cuantos años más para seguir disfrutando de las ideas e historias que podemos disfrutar a través de los libros.
Deja un comentario