La venta de sistemas electrónicos de administración de nicotina (SEAN) ya está prohibida en 32 países. Otros 79 países han adoptado al menos una medida parcial para prohibir el uso de dichos productos en lugares público
Por Dr. Andrés Camilo Clavijo R – Médico especialista en Toxicología Clínica y Gestión de la Salud Pública- Ministerio de Salud y Protección Social, Subdirección de Salud Ambiental
El 25 de julio de 2019, el Departamento de Salud del Estado de Wisconsin, en Estados Unidos, prendió una alerta sanitaria por un número creciente de lesiones pulmonares asociado al uso de productos de cigarrillos electrónicos, también conocido como vapeo.
El sofisticado software que interconecta a los departamentos de emergencias de los hospitales de ese país y que tiene el objetivo de detectar cualquier síndrome nuevo que aparezca -Programa Nacional de Vigilancia Sindrómica (NSSP, por sus siglas en inglés), halló un brote de lesiones pulmonares atribuido al uso de cigarrillos electrónicos (e -cigarrillo) o productos de vapeo, o EVALI (lesión pulmonar asociada al vapeo de cigarrillos electrónicos) o VAPI (enfermedad pulmonar asociada al vapeo). Hasta el 14 de enero de 2020, se han informado a los CDC un total de 2668 casos de EVALI hospitalizados o muertes en los 50 estados del país y los dos territorios de EE. UU. (Puerto Rico y las Islas Vírgenes)
Por otro lado, el informe 2021 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que los cigarrillos electrónicos y productos similares son peligrosos para la salud y que debían ser regulados para cortar de raíz las tácticas de la industria del tabaco para captar clientes. La Organización recomendó a los gobiernos que pongan en marchareglamentaciones para evitar que los no fumadores empiecen a consumir tales productos, impedir que el hábito de fumar vuelva a normalizarse en la sociedad y proteger a las generaciones futuras.
La venta de sistemas electrónicos de administración de nicotina (SEAN) ya está prohibida en 32 países. Otros 79 países han adoptado al menos una medida parcial para prohibir el uso de dichos productos en lugares públicos, poner impuestos a la publicidad, promoción y patrocinio conexos o exigir advertencias sanitarias en el empaquetado. En 24 países de América Latina y el Caribe están disponibles los SEAN, entre los cuales 18 ya han establecido una regulación sobre la venta y uso de estos productos, siendo Colombia uno de los pocos donde no se ha desarrollado una legislación al respecto para atender y frenar lo que comienza a ser un problema de salud pública.
Y es que las cifras lo confirman: en Colombia el 15,4 por ciento de escolares entre los 12 y 15 años ha tenido experiencia con los cigarrillos electrónicos, según datos de la Encuesta Nacional de Tabaquismo en Jóvenes (2017); a su vez, el 16,1 por ciento de los estudiantes universitarios colombianos ha usado cigarrillos alguna vez en la vida, según el III Estudio Epidemiológico Andino sobre Consumo de Drogas. La mayor cantidad de consumo de dispositivos electrónicos se da entre los 12 a los 25 años.
Ninguna forma de fumar es segura
Los cigarrillos electrónicos aparecieron en 2003, y cuatro años después ya se había registrado y patentado su diseño comercial en varios países. Del 2011 al 2015 se registró el aumento de un 900 por ciento en el uso de cigarrillos electrónicos en los adolescentes, y en 2014 se convirtió en el producto de nicotina con mayor uso en esta población.
Actualmente el uso del cigarrillo electrónico (e-cigarrillo) es de dos a tres veces mayor en los adolescentes y adultos jóvenes que en los adultos mayores, lo que implica un retroceso en la disminución del consumo de productos con nicotina en la juventud.
Esos mismos logros alcanzados en los últimos años en la reducción del tabaquismo gracias a políticas públicas que adhirieron al Convenio Marco para el Control del Tabaco de la OMS agudizaron la necesidad de la industria tabacalera trasformar sus estrategias de mercado a los dispositivos electrónicos, ya no solo tienen nicotina como una pretendida herramienta para dejar de fumar, sino que entregan otros productos como aromatizantes y saborizantes, desviando el uso particular al consumo de sustancias psicoactivas como es el caso del tetrahidrocannabinol o catinonas (THC, principio psicoactivo de la marihuana), generalmente en extracto en forma de cera o hachís (es decir, dabbing, que tienen una concentración más alta de entre 40 a 80 por ciento), cannabinoides sintéticos (p. ej., K2 o especias) y otros.
Un aspecto preocupante de estos productos es su creciente popularidad comercial, especialmente el JUUL, un tipo particular de SEAN que se ha vuelto muy habitual en los últimos años debido a su reducido tamaño y, por ende, a la facilidad para portarlo.
Se ha reportado que los cigarrillos electrónicos contienen numerosas sustancias químicas no reguladas, incluidos carcinógenos conocidos, cuya toxicidad aguda y a largo plazo se desconoce; la mayoría de estos dispositivos contienen: propilenglicol, glicerina, nicotina, partículas ultra finas que incrementan el riesgo de enfermedades crónicas (como el cáncer de pulmón), metales pesados, formaldehído, acetaldehído, butilaldehído, acroleína, acetona, etilbenceno, xileno, hidrocarbonos, fenoles y aditivos que varían de acuerdo con la casa fabricante. Todos estos componentes nocivos se encuentran enmascarados dentro de los saborizantes, ya que su función es mejorar el sabor, lo que precisamente estimula al consumo de la población no fumadora.
En el cigarrillo se han descubierto alrededor de cuatro mil sustancias químicas, de las cuales 70 de ellas se consideran cancerígenas. En estos dispositivos electrónicos sus componentes son percibidos como menos dañinos, menos adictivos y más aceptados socialmente, por lo que generan una falsa sensación de seguridad, comparado con los cigarrillos de combustión; sin embargo, el uso inadecuado de sus componentes puede igualar o aumentar el riesgo, sin desconocer la presencia de las sustancias tóxicas mencionadas o del acetato de vitamina E, identificado como posible responsable enlos casos deEVALI, en Estados Unidos.
Un aspecto preocupante de estos productos es su creciente popularidad comercial, especialmente el JUUL, un tipo particular de SEAN que se ha vuelto muy habitual en los últimos años debido a su reducido tamaño y, por ende, a la facilidad para portarlo. Este dispositivo se carga a través de un puerto para USB y usa JUULpods, con disponibilidad de múltiples sabores y concentración de nicotina, lo que puede ser equivalente a un paquete de cigarrillos de combustión.
Los datos que se tienen indican que la mayoría de los adolescentes usuarios de cigarrillos electrónicos nunca fueron fumadores de cigarrillos convencionales (de combustión). El gran peligro es el periodo de la adolescencia.
En esa etapa hay una serie de importantes cambios neurobiológicos (estudio de las células del sistema nervioso y la organización de estas células dentro de circuitos funcionales que procesan la información y median en el comportamiento) y se da la última poda neuronal, que es un mecanismo que desecha sinapsis innecesarias, permitiendo que el cerebro funcione de forma óptima.
Los estudios clínicos han comprobado que la exposición a la nicotina especialmente en niños y adolescentes altera el desarrollo cerebral, lo que produce alteraciones en el aprendizaje, la memoria y la atención, sin olvidar que conduce a la adicción.
Vale recordar que la nicotina es el principal componente adictivo. Se administra fumando (p. ej., cigarrillos, puros, pipas, bidis, narguile) o en formulaciones sin humo (p. ej., dip, snuff, snus, masticada) y ahora también mediante vaporización (p. ej., cigarrillos electrónicos, dispositivos de vapeo).
Esta sustancia tiene efectos tanto en el sistema nervioso central como en el periférico, se une rápidamente a los receptores nicotínicos y actúa como un psicoestimulante y modulador del estado de ánimo.
Cuando el usuario está ansioso o estresado, fumar ejerce un efecto calmante. Es como una inyección sin aguja y, dada su corta vida media, la autoadministración repetida sirve para aliviar eficazmente los desagradables síntomas de abstinencia de la propia nicotina. De ahí que el uso repetido conduce rápidamente a una dependencia tanto fisiológica como psicológica y el tratamiento para dejar la adicción requiere de ayuda especializada.
El uso de estos dispositivos también puede tener efectos sobre el sistema cardiorrespiratorio los síntomas son: tos, dolor en el pecho, dificultad para respirar, irritación de ojos y garganta, dolor de cabeza, náuseas, mareo y frecuencia cardiaca irregular, a los cuales es importante mantenerse alerta. La lesión pulmonar por vapeo es un diagnóstico de exclusión realizado principalmente por antecedentes de consumo los últimos 90 días e imágenes compatibles, así como pruebas de laboratorio para descartar otras causas; “No” existe una prueba o marcador específico para el diagnóstico y las complicaciones asociadas con el consumo son neumomediastino, neumotórax, insuficiencia respiratoria que requiere trasplante de pulmón e incluso la muerte (aproximadamente 2% de los casos).
Por lo anteriormente expuesto, la Federación Mundial del Corazón (WHF, por sus siglas en inglés) – reconocida como la aliada de la OMS para la prevención de las enfermedades cardiovasculares ha insistido en el riesgo de los cigarrillos electrónicos para la salud cardiovascular y ha manifestado que no existe suficiente evidencia para afirmar que estos sirven como una alternativa al consumo del cigarrillo por combustión, por lo que se suma a las recomendaciones de extender la regulación a estos dispositivos y a aplicar el principio de precaución.
Se recomienda a los profesionales de la salud proporcionen intervenciones, incluida la educación o el asesoramiento, para prevenir el inicio del consumo de tabaco (incluido el tabaquismo y el vapeo) en niños y adolescentes en edad escolar
En esa misma línea y con la evidencia recopilada, en 2016, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) impulsó una ley federal, al incluir de manera definitiva los e- cigarrillos como productos derivados del tabaco y logró: 1) reforzar mecanismos que impidan la adulteración y falsificación de estos productos, 2) presentar el listado de ingredientes y el reporte de constituyentes dañinos o potencialmente dañinos incluidos en el producto, 3) registrar el sitio de fabricación y listado de productos fabricados, 4) controlar la publicidad, 5) prohibir muestras gratis y 6) revisar previamente la comercialización.
En Colombia, recientemente se radicó un proyecto de ley que busca actualizar la Ley 1335 de 2009 para extender las medidas de control aplicables a los productos de tabaco, a los cigarrillos electrónicos con dos motivaciones centrales: prevenir daños a la salud de los menores de edad y la población no fumadora, y estipular políticas públicas para prevenir el consumo del tabaco y abandonar la dependencia del tabaco del fumador y sus derivados.
Se recomienda a los profesionales de la salud proporcionen intervenciones, incluida la educación o el asesoramiento, para prevenir el inicio del consumo de tabaco (incluido el tabaquismo y el vapeo) en niños y adolescentes en edad escolar. No queda otra alternativa que seguir advirtiendo de los peligros para la salud del cigarrillo electrónico y futuras innovaciones del mercado.
Contacto: acclavijo@fucsalud.edu.co- / Acomedica II – Consult. 414
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