Aunque a nivel mundial la salud y la educación han sido mayoritariamente privatizadas, todavía sobreviven los hospitales públicos donde se atiende a la población desprotegida. En Colombia la red pública se ha visto seriamente golpeada por la pandemia, por el hueco fiscal que ha dejado la atención a población migrante y por los 9.4 billones e pesos que le adeudan.
La crisis de los hospitales públicos del país se sigue agudizando cada día. Durante la pandemia no se incrementaron los recursos hacia la red pública, a pesar del aumento en el flujo de recursos por parte del gobierno nacional a las Entidades Administradoras de Planes de Beneficios de Salud (EAPB), que incluyó el anticipo de presupuestos máximos, así lo afirma la doctora Olga Lucia Zuluga, presidente de la Asociación Colombiana de Empresas Sociales del Estado y Hospitales Públicos (ACESI).
“De todos los recursos girados, los hospitales en el año 2020 recibieron el 17% de los mismo y en el primer trimestre de 2021, sólo el 16%. De hecho, la cartera de la red pública no ha disminuido desde el inicio de pandemia y se mantiene en 9.4 billones de pesos. La alta cartera que tienen las diferentes EPS, FOME y ADRES con los hospitales públicos los tiene al borde del colapso total”.
A la falta de recursos se suma que la atención de migrantes en los meses de pandemia ha sido una responsabilidad que han tenido que asumir de forma exclusiva todas las Empresas Sociales del Estado (ESE), unas con un número mayor de atenciones por encontrarse en zonas de fronteras, situación que ha empeorado su situación financiera toda vez que son atenciones que hasta ahora no estaban financiadas por el Gobierno Nacional. Hace unas semanas la Contraloría General de la República reveló que la atención médica de la población venezonala en áreas limítrofes de Colombia le ha costado al Gobierno Nacional $407.000 millones de pesos.
Si hablamos de la necesidad de culminar el año sin cierre de servicios, despido de talento humano y calidad en los servicios, se hacen necesarios recursos frescos que le permitan a los hospitales adicionar sus presupuestos que ya se encuentran agotados por la falta de recaudo.
Por otro lado, es indispensable repensar en el papel del hospital público y cómo garantizar su financiación para que cumpla con su papel de garante del derecho a la salud.
Es tan grave la situación económica de las ESE que sin la entrada de recursos frescos la doctora Zuluaga dice que no será posible finalizar el año sin tener que cerrar servicios, despedir más talento humano o reducir la calidad en los servicios. “Los hospitales se están asfixiando por la falta de recaudo y necesitan ingresos que puedan adicionar a los presupuestos para poder respirar”.
Desde que se hundió el proyecto de reforma al sistema de salud, la directora de ACESI asegura que hasta ahora solo se han generado anuncios de reforma para mejorar las condiciones de los hospitales públicos con la creación, por ejemplo, de una política hospitalaria, cambios en la relación asegurador-prestador y otras normas que se vienen trabajando desde el Ministerio de Salud, pero que ninguna de estas medidas ha sido socializada y mucho menos concertada con la agremiación. “En la Asociación estamos en espera de que se instalen formalmente las meses y se logre un trabajo articulado con los actores que necesariamente están involucrados en el proceso”.
No pueden seguir dependiendo de la venta de servicios.
Son múltiples los factores que desencadenan la problemática financiera de las instituciones prestadoras de salud que pertenecen a la red pública, pero la doctora Zuluaga cree que la pandemia fijó el plazo para comenzar a valorar la función que cumple el hospital público y cómo garantizar su financiación para que cumpla con su papel de garante del derecho a la salud.
Con la adopción de Colombia de las políticas económicas de ajustes estructurales para entrar a lo que se ha llamado el mundo globalizado a finales del siglo pasado, se dio vía libre a la privatización en diversos ámbitos como la salud, la educación y las telecomunicaciones, entre otras. Bajo esta lógica, con la aprobación del la Ley 100 de 1993, los hospitales públicos que hasta ese momento recibían recursos del Estado para atender a la población de menos recursos fueron convertidos en Empresas Sociales del Estado (ESE), con el fin de que desarrollaran características empresariales que les permitiera competir en el mercado. Esto las llevó a incursionar en la complejidad administrativa y tuvo un alto impacto en la eficiencia y calidad en la prestación de los servicios de salud, y por su puesto, en la financiación.
Para Zuluaga la raíz del problema es que se puso a las ESE a competir en desigualdad de condiciones, cuando por tratarse de instituciones de carácter social son las encargadas de brindar atención a la población más vulnerable como una forma de atenuar la marcada inequidad social. Al tener un alto porcentaje de población subsidiada o sin cobertura de salud, los hospitales públicos no pueden sobrevivir en el mercado rentable y competitivo de los privados. Por eso la directora insiste en recalcar la importancia y el papel que juegan los hospitales públicos en Colombia, toda vez que el gasto de bolsillo bajo que tiene el país en parte, es producto de las atenciones por parte de los hospitales a personas sin capacidad de pago.
“Los públicos son las únicas instituciones prestadoras de servicios de salud en más o menos 700 municipios del país (70% del territorio nacional), en las zonas más alejadas y apartadas. Muchas veces las mismas entidades departamentales no cuentan con recursos para su financiación y el pago total, y dejan como una parte de la labor social del hospital público esa atención, pero a la hora de medir indicadores no se tiene en cuenta dicha gestión. Y es que como empresas Sociales y del Estado tenemos la importante labor de garantizar la atención a toda la población que solicite nuestros servicios, así no tenga capacidad de pago. Son instituciones del Estado y por ello deben fortalecerse para ser reconocidas por su labor no solo social, sino por su trabajo con calidad y humanización”.
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