“Si nos cuidamos la vida es más vivible en lo que resta de pandemia”
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“Si nos cuidamos la vida es más vivible en lo que resta de pandemia”


El doctor Diego Rosselli, médico epidemiólogo, afirma que el manejo efectivo del COVID-19 requiere de tareas muy precisas en políticas de salud pública para el control de infecciones y de educación a la población para evitar la reaparición de brotes con una mortalidad elevada durante el 2021.


Por Maricielo Acero – Editora Epicrisis

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En las últimas dos décadas el SARS-COV-2 es el tercer coronavirus que ha provocado que una infección seria para los seres humanos se propague por todo el mundo. El primer coronavirus fue el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), que también se originó en China y desencadenó la pandemia conocida como SARS-COV a finales de 2002 y durante todo el 2003. El segundo fue el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) causado por el coronavirus, que se originó en la península arábiga en 2012.

Dr. Diego Rosselli – Médico Cirujano

Para el doctor Diego Rosselli, médico cirujano de la Universidad del Rosario, neurólogo de la Universidad Militar, con maestría en educación de la Universidad de Harvard, en farmaco-economía del London School of Economics y miembro del departamento de epidemiología clínica y bioestadística de la Universidad Javeriana, solo mediante la investigación básica y las intervenciones clínicas y de salud pública es posible hacer un manejo efectivo del COVID-19, pues se trata de una infección potencialmente prevenible.

“El confinamiento y conservar el aislamiento social son medidas que no se deben desechar por completo, dado que está comprobado desde épocas de la Edad Media que el aislamiento es una de las herramientas más poderosas para reducir el contagio de un virus. La evidencia empírica respalda que las intervenciones de salud pública, incluida la cuarentena domiciliaria después de la infección, la prohibición de reuniones masivas, el impedimento de viajes y el distanciamiento social, están asociadas con tasas reducidas de transmisión y, por ende, de mortalidad”.

En criterio del catedrático, el distanciamiento físico, aunque social y económicamente mortífero, fue una medida clave para limitar la propagación del coronavirus en los primeros meses de la pandemia mientras se preparaba la infraestructura, se hacía el seguimiento a los contactos, se estudiaban mejor los recursos terapéuticos y se analizaba el desenlace de la pandemia en otras regiones.


El profesor Rosselli cree que lo más seguro es que en Colombia, como en todas las demás latitudes, haya un rebrote, pero no con las mismas características que tuvo la pandemia durante los primeros seis meses.


Al hacer el ejercicio de analizar el comportamiento del virus en otros países para predecir el comportamiento que puede tener el virus en Colombia, llama la atención que en Alemania y en Europa en general se ha producido un aumento de los casos, pero no ocurre lo mismo con los fallecimientos.

Según Rosselli, esto puede tener varias explicaciones: que se estén detectando más casos asintomáticos, que se estén realizando más pruebas, que haya más sujetos con infecciones leves, que se estén infectando más personas jóvenes y que eso explique el descenso en la mortalidad.

Otra interpretación es que el virus se haya atenuado y tenga una agresividad menor a la que tenía al comienzo.

También es posible que se haya aprendido a manejar mejor la infección, que se estén detectando oportunamente los casos nuevos (lo que evitaría las complicaciones), que los servicios médicos estén mejor preparados y, sobre todo, que la población esté más consciente acerca del la importancia del uso del tapabocas y el distanciamiento social, dice.


“Dentro de este análisis es interesante que la mortalidad se haya reducido en los diferentes grupos etareos, tanto en los mayores de 80 años, en los de 60 y 70 años, así como en las personas de 40 a 35 años, y que este decrecimiento sea para ambos sexos”.


El COVID-19 se quedará por largo rato

Existen dos problemas graves en epidemiología y en la vida diaria, explica Rosselli; “el primero es andar comparando y el segundo, no comparar; es decir, no aprender las lecciones que se puedan derivar de otras epidemias con virus previos, así como no escarmentar con el comportamiento de la pandemia en otros lugares, pero tampoco se puede pretender que en el territorio colombiano vaya a ser igual. La información es imperfecta en todas las partes y de distintas maneras. En razón a lo anterior, no se sabe si las comparaciones son válidas”.

El nexo entre la intensidad de la acción de salud pública y el control de la transmisión se desprende de la propagación de la infección en el resto del planeta, de ahí que hacer comparaciones internacionales es complejo, más en lo que respecta al número de casos, ya que en muchos países puede haber un subregistro. Con los fallecimientos suele haber más precisión, puntualiza al profesor.

“Al equiparar a Colombia con el resto de los países latinoamericanos, podemos apreciar que no estamos tan mal. Estamos por debajo del promedio suramericano, por encima tenemos a Brasil, México, Chile, Perú, Ecuador, Bolivia y por debajo están Argentina, Costa Rica, Uruguay. Hemos sido exitosos en la medida en que no hubo saturación del sistema de salud ni tuvimos la crisis que tuvieron que sobrellevar países incluso más desarrollados que Colombia”.

De otro lado, se debe tener en cuenta que el momento histórico y social no es igual al de pandemias anteriores. No se puede parecer un virus que circula en medio de una población hambrienta, desnutrida, que está en plena posguerra, como las que ocurrieron hace un siglo, con este coronavirus que transita en sociedades industrializadas y tecnificadas. Aún así, este virus tiene dos características que no se deben menospreciar: la mortalidad que no es tan baja en poblaciones de riesgo y las secuelas que persisten en algunos pacientes después de infectarse.


Resulta sustancial el aprendizaje que se ha derivado de esta pandemia y la abundancia de datos que se ha podido recopilar globalmente. Esto es particularmente importante porque se requieren intervenciones continuas hasta que estén disponibles vacunas o tratamientos eficaces.


Y como por ahora no es posible eliminar el factor de riesgo, o sea el virus, lo aconsejable es continuar con las estrategias de protección y persistir en campañas de educación acerca de la transmisión del SARS-COV-2, junto con el distanciamiento social, el uso de tapabocas, el lavado de manos, la limpieza y desinfección ambiental y la bioprotección de acuerdo con la evaluación del riesgo de exposición del personal sanitario.

Por último, es indispensable continuar con las recomendaciones y seguir al pie de la letra los protocolos de bioseguridad porque el hecho de que los números de fallecidos bajen no significa que no puedan volver a subir.

noviembre 30, 2020

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