La más reciente década se ha caracterizado por el mayor cúmulo de inconformidades relacionadas con el sistema de salud colombiano.
Por Carolina McCormick Sandoval – Abogada Coalición Nacional de Sindicatos Médicos
La salud de los ciudadanos que recientemente fue reconocida como un derecho fundamental, se ha instalado de manera permanente, y figurada, en el servicio de urgencias.
Las acciones de tutela, las inspecciones por cuenta de los organismos de control, las quejas presentadas por los escasos dolientes de la justicia, y lo poco que nos queda de dignidad, ni siquiera son atendidas con la prontitud de una cita prioritaria.
Los colombianos nos acostumbramos a manifestar nuestra voz de protesta para que nos atiendan “con urgencia”, pero no hemos podido despertar la conciencia suficiente para admitir que apagar los incendios no solo nos desgasta; sino que permite que los abusos sean parte de nuestra cotidianidad.
Todas las organizaciones que representan al gremio médico en las diferentes instancias: gremiales, laborales, científicas y académicas están llamadas a intervenir frente a la desidia y desinterés de los estamentos gubernamentales que con su silencio contribuyen a los atropellos y vulneraciones de principios constitucionales y demás normas que revisten de suma relevancia los derechos a la salud, la vida y las condiciones de trabajo justo y digno para el personal misional permanente del sistema de salud.
Las respuestas cíclicas y constantes, que remiten de una entidad a otra las quejas, preocupaciones y denuncias interpuestas por los actores del sistema de salud, rayan con la complicidad del actuar de aquellos que, por mantener instituciones financieramente estables, hacen uso público y abierto de cuanta ilegalidad y argucia se les pasa por la cabeza.
Las cuestionables condiciones de atención a los pacientes y los abusos laborales a que son expuestos los médicos en Colombia, ya no dan espera.
O las organizaciones del gremio médico se reconocen como una unidad capaz de actuar en absoluto respeto de su autonomía, maximizando sus potenciales; o de lo contrario se verán inmersos en una situación de menosprecio que no es susceptible de cuantificación, pues la dignificación de un gremio y su fortalecimiento no son objeto de medida.
Nos falta consciencia sobre nuestra realidad, asumir que el sistema de salud es uno solo y, por lo tanto, no hay consentidos ajenos a su devenir; nos falta exigir cambios en los cimientos de este fatídico sistema que se llevó por delante todos los alcances sociales y económicos que en otrora merecieron pacientes y médicos.
Pero por fortuna nos sobran ganas, motivos de impulso y necesidades inminentes para exigir conjuntamente el reconocimiento y respeto del actuar profesional médico que ha permitido que todos los colombianos soñemos con tener y mantener una vida digna que supere, figurativamente, su estancia en el servicio de urgencias.
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