Desde la implementación de la Ley 100, el panorama de los recursos humanos en salud ha oscilado, en general, entre mediocre y deficiente, con pocas excepciones.
Por Dr. Roberto Baquero Haeberlin, expresidente del Colegio Médico Colombiano
Como dato positivo, casi el 100% de la población de nuestro país tiene acceso a la atención médica, ya sea a través de sistemas contributivos o subsidiados, lo que ha repercutido en que se tengan tasas de desempleo muy bajas.
Sin embargo, los inconvenientes son importantes, sobre todo en el sector público, donde los puestos de tiempo completo con contratos laborales a término indefinidos, que incluyen prestaciones sociales, han sido reemplazados por contratos por orden de prestación de servicios o por medio de cooperativas y sindicatos. Esta transición ha dado lugar a menudo a abusos generalizados contra los trabajadores de la salud.
Inicialmente, a estos trabajadores se les prometió continuidad en sus puestos dentro de las instituciones a las que prestaban servicios. Lamentablemente, estas garantías dieron paso rapidamente a contratos manipulados por la dirección de los hospitales. Tampoco se ha respetado el tema de la obligatoriedad de empleo de los trabajos misiones de las instituciones públicas, en contravía de acuerdos al gobierno con la OIT.
Pero el sector privado no se queda atrás con las formas de contratación y esta inestabilidad ha despojado a estos trabajadores de la salud de la posibilidad de perseguir proyectos de vida estables, negándoles beneficios como seguridad social, estabilidad laboral, vacaciones y oportunidades de desarrollo profesional y educación continua.
Se han presentado casos aberrantes de no contrato de trabajo, sino de arriendo de local comercial en lugar de contratos de empleo tradicionales, con pagos que no reflejan su experiencia y, en algunos casos, el incumplimiento en el pago de salarios, a veces de retraso que dura años.
Es tal la situación que he escuchado relatos de terapeutas que incurren en costos de transporte más que los pagos que reciben por sus sesiones.
La pandemia de Covid-19 puso de relieve crudamente la dedicación de los profesionales de la salud que siguieron atendiendo a los pacientes a pesar de carecer de equipos de protección esenciales, arriesgando sus vidas en medio de una crisis que provocó numerosas muertes y afectos de salud a largo plazo en quienes se dedicaron a cuidar al resto de la población.
Y ahora pregunto: ¿cómo se ha traducido esta dedicación en un mayor reconocimiento de los trabajadores de la salud? Si bien el Gobierno de turno ofreció una compensación adicional, no fue universal. ¿Esto condujo a una mayor seguridad laboral o mejores condiciones de trabajo? La respuesta sigue siendo un decepcionante no.
El lamentable status quo persiste, lo que me lleva a cuestionar: ¿cuánto tiempo más debemos esperar para que los trabajadores de la salud reciban el respeto y el apoyo que merecen?
¿Será que es necesaria una huelga nacional de salud para que sus contribuciones sean reconocidas adecuadamente? Es alarmante presenciar una disminución del interés entre las personas que buscan carreras en el ámbito de la salud. Además, debemos enfrentar la preocupante realidad de las amenazas, la violencia e incluso las muertes entre nuestros colegas, ya sea por suicidio vinculado a la depresión o por trágicos actos de violencia.
Para terminar, reitero mi pregunta: ¿cuánto más tendremos que esperar para recuperar nuestra autonomía y estabilidad laboral?
PD: ¿Cuándo serpa que el Gobierno y los congresistas escuchen al THS en los temas de reforma a la salud? Nosotros somos los que sostenemos el sistema y sufrimos sus falencias y por eso somos a quienes deben escuchar para mejorar nuestro sistema de salud.
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