Los problemas relacionados con medicamentos abarcan un sinnúmero de situaciones, donde el consumidor se somete a un riesgo cuya brecha va desde la inocuidad hasta la fatalidad.
Por Peter Vergara Ramírez, médico especialista en medicina crítica y cuidados intensivos, farmacólogo clínico y coordinador del posgrado de farmacología clínica de la Universidad de la Sabana, coordinador del comité de farmacología clínica de la Asociación Colombiana de Medicina Crítica y Cuidados Intensivos (AMCI), miembro de la Asociación Colombiana de Farmacología Clínica (ACOFACLI).
Fernando ingresa al servicio de urgencias con un cuadro de dolor abdominal de tres días de evolución asociado a astenia, adinamia, acolia e ictericia; refiere haber terminado justo el día anterior un tratamiento con claritromicina 500 mg al día durante diez días seguidos.
En su valoración se evidencian paraclínicos con elevación de fosfatasa alcalina, transaminasas e hiperbilirrubinemia. Su evolución intrahospitalaria muestra un descenso de las enzimas hepáticas en las primeras 72 horas, pero una elevación progresiva de bilirrubinas totales durante los diez días siguientes llegando a un valor de hasta 18 mg/dl, que inician su descenso a partir del día 15.
Fernando es dado de alta el día 20 de hospitalización, aun con bilirrubinas en 9 mg/dl, considerándose fase de resolución de la lesión hepática inducida por medicamentos con indicación de seguimiento ambulatorio.
“Soy el remedio sin receta y tu amor mi enfermedad”, frase tomada de una famosa canción del grupo de rock en español “Los Rodríguez”, canción que no fue famosa por la interpretación de su autor, sino por la que realizó una coterránea suya, pero ¿por qué hablo de dos intérpretes distintos de una misma canción lanzada el mismo año? Porque así mismo ocurre con los medicamentos.
Tenemos la misma canción dirigida al mismo público, pero con dos prescriptores diferentes, generando afinidades y efectos diferentes. La famosa frase puede hacer referencia a la solución que existe ante un problema, pero es una solución que no se dará a menos que haya cierta afinidad entre ambas partes y además debe haber una respuesta positiva a esta unión.
Imaginemos cualquiera de los escenarios que haya generado este cuadro, ya sea automedicación, prescripción médica equivocada o prescripción médica correcta sin una adecuada ejecución. En cualquiera de las opciones nos enfrentamos ante un remedio sin receta, un remedio con receta con o sin enfermedad, donde se presentó una adecuada afinidad, mas no fue así la respuesta, recordando que en farmacología afinidad no necesariamente significa respuesta adecuada.
Los problemas relacionados con medicamentos abarcan un sinnúmero de situaciones, donde el consumidor se somete a un riesgo cuya brecha va desde la inocuidad hasta la fatalidad. La automedicación es tan peligrosa como un error en la prescripción médica, siendo muy castigado el segundo.
Colombia es un país donde aún los medicamentos de venta bajo fórmula médica se pueden conseguir sin la misma, lo que aumenta el riesgo de efectos adversos derivados de la medicación. Hay que tener claro que hasta los medicamentos de venta libre generan riesgos en los pacientes; un antigripal que se compone de múltiples principios activos puede producir en el paciente equivocado alteraciones cardiovasculares potencialmente graves.
El uso racional de medicamentos inicia con la educación, la cual que se debe impartir a diestra y siniestra entre los profesionales que realizan la prescripción, a las personas que se automedican, a quienes administran medicamentos, así como en puntos de venta y dispensación de los mismos.
Fernando pudo recibir una sola dosis del medicamento sin indicación y haber tenido un desenlace similar, pudo completar el esquema usual y también presentar efectos adversos, o bien pudo consumirlo por diez o más días sin ningún tipo de afectación.
Hay que partir que no debemos someternos ni someter a nuestros pacientes a riesgos innecesarios, entendiendo que cada vez que se está consumiendo un medicamento estamos asumiendo un riesgo, que se debe, en la medida de lo posible, estar preparado para preverlo, prevenirlo y afrontarlo.
La farmacología clínicaes una especialidad con más de 50 años en el mundo; en nuestro país inicia su primera cohorte en el año 2009. Si bien prácticamente desde los inicios de la medicina la prescripción médica ha sido parte fundamental de la relación médico paciente, se ha ido descuidando por múltiples factores, uno que ha generado mucho impacto es el tiempo. Tiempo con el paciente, tiempo para educarlo, tiempo para escucharlo, tiempo que en ocasiones es muy escaso y que termina por pasarnos factura.
La prescripción es un acto médico; es un arte que involucra una historia, la recolección de datos, su procesamiento y la toma de decisiones. Si bien se vale de herramientas tecnológicas para un mejor desempeño, no considero que sea una actividad que pueda ser realizada exclusivamente por dispositivos electrónicos o la tan nombrada últimamente inteligencia artificial.
Nuestro país cuenta con un número considerable de médicos farmacólogos puros que se desempeñan en educación, investigación e industria farmacéutica, entre otros, y actualmente hay alrededor de 70 farmacólogos clínicostambién laborando en las mismas áreas; sin embargo, el gran potencial está en su capacidad de toma de decisiones a la cabecera del paciente.
Esta labor genera un impacto no solo en la salud de los pacientes, sino en el sistema en general, logrando la disminución de efectos adversos, de la polifarmacia, de los reingresos y de los costos de atención en salud.
La presencia del farmacólogo clínico en otras latitudes es un indicador en la calidad de atención. Su presencia es fundamental en la toma de decisiones frente a los pacientes. En nuestro país viene teniendo una participación importante demostrada en la ya tan nombrada pandemia, que nos enseñó que en ocasiones nos excedemos en la formulación con prescripciones mecánicas en cuanto a indicación y dosis de medicamentos.
Es claro que el desabastecimiento se iba a dar en cualquier momento de la pandemia, pero pudo haberse retardado si se tuviera una mejor cultura de la formulación de medicamentos. Aclaro que este fue un problema mundial y, a la vez, un campanazo para darnos cuenta de que la prescripción médica se puede hacer mejor. Nos enseñó a usar alternativas, a hacer terapia individualizada, terapia multimodal y a evaluar los riesgos de una forma más frecuente y acertada.
En el ejercicio del farmacólogo clínico está el uso racional de medicamentos, donde se deben tener en cuenta cinco aspectos importantes durante la prescripción:
- La correlación diagnóstico –terapéutica
- La correlación terapéutica–diagnóstica
- Las interacciones farmacológicas
- La gestión de riesgo de esa formulación
- La relación costo beneficio
Con ese ejercicio se disminuyen enormemente los problemas relacionados con medicamentos, que por mencionar algunos están los efectos adversos o la cascada farmacológica y se potencian beneficios como la tan temida desprescripción de medicamentos.
No es necesario ser farmacólogo clínico para poder realizar una prescripción adecuada; de hecho, el papel del farmacólogo va más allá, donde se incluye la terapia individualizada, el ajuste de dosis en situaciones especiales, el abordaje de las enfermedades relacionadas con medicamentos, las interacciones fármaco-enfermedad, interacciones fármaco-nutrición, por mencionar algunos.
La necesidad de más farmacólogos clínicosen nuestro país es una realidad. Las instituciones están tomando cartas en el asunto acerca del uso racional de medicamentos y el costo de la no calidad en la atención. Ese es uno de los indicadores importantes a impactar y en donde los fármacos juegan un papel clave.
Así como el papel del infectólogo no es formular y revisar todas las prescripciones de antibióticos de todos los pacientes, sino crear una cultura de uso racional de estos (intervención que ha tenido un avance e impacto importante en los últimos años), el papel del farmacólogo clínicoes similar, pero a mayor escala, ya que abarca un mayor número de grupos terapéuticos y de pacientes.
Cuando de la mano de la educación a todos los partícipes en la formulación de medicamentos se logre crear una cultura de prescripción y automedicación responsable y consciente, vamos a tener más remedios con receta, que tengan una afinidad adecuada para la enfermedad y la respuesta esperada.
Así como termina la canción, “esta vez el dolor va a terminar”, sé que suena a una utopía para la relación entre la enfermedad y el remedio, pero ¿qué sería de la vida y el desarrollo sin las utopías? Las enfermedades no dejarán de existir y los remedios no dejarán de formularse; espero que lleguemos al día en el que cada remedio formulado sea el indicado para cada enfermedad.
Fuente: Órgano de información del Colegio Médico Colombiano. Epicrisis. Ed. Nº 30 (Diciembre 2023-Febrero 2024). ISSN: 2539-505X (En línea).
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