El Dr. Herman Redondo Gómez es un distinguido médico ginecólogo y obstetra, cuya experiencia le ha valido para presidir la Comisión de Ética de la Academia Nacional de Medicina. También se ha desempeñado como Magistrado del Tribunal de Ética Médica de Bogotá y Cundinamarca.
Junto con su práctica, el Dr. Redondo ha sido miembro activo de varias asociaciones profesionales. Se ha desempeñado como profesor asistente y asociado con experiencia de más de 20 años en la docencia en pre y posgrado en la Universidad El Bosque de Bogotá, como decano del Programa de Medicina de la Universidad Antonio Nariño en Bogotá.
Fue miembro del Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud por 10 años desde su fundación en 1994 en representación de los profesionales de la salud; consultor y asesor en temas de salud y Seguridad Social, entre ellos asesor del Ministro de Salud, del Secretario Distrital de Salud y del Defensor del Pueblo delegado para Salud; miembro de las juntas directivas de los hospitales distritales Simón Bolívar, Santa Clara, Engativá, Tunjuelito y Sur Oriente, así como de Capital Salud EPS. Además, fue Presidente de Cafesalud EPS.
Todos estos cargos le han permitido poner un granito de arena para que la medicina responda al interés social de lograr que la población tenga la mejor salud posible, y que cada día haya más médicos comprometidos y capaces de dar lo mejor de sí para el progreso del país.
Para el doctor Redondo ser médico es mucho más que diagnosticar y tratar enfermedades. Descubrió que tenía la vocación médica en su infancia. Cuenta que creció junto una tía muy querida que era enfermera. “La acompañaba en algunas de sus actividades, desde ahí nació el deseo de aprender el acto de curar algunas de sus actividades, desde ahí nació el deseo de aprender el acto de curar algunas veces, mejorar otras, pero siempre como ella lo hacía, mitigar el sufrimiento dando apoyo moral y orientando a los enfermos”, recuerda el Dr. Herman.
No siempre los médicos más dedicados son las más afamados, pero como gineco-obstetra fue reconocido con el premio nacional de su especialidad en 1991. Tiene la trayectoria académica y la historia de vida de un facultativo de excelencia, además de se un emprendedor incansable.
Llegó a Bogotá recién graduado de médico general; dejó Bucaramanga, a su familia y sus amigos para abrirse camino en la capital. “En mi ciudad natal no había residencias y yo quería ser ginecólogo y obstetra. Soñaba con entrar a la Universidad Nacional en el (IMI), y así lo hice. Empecé haciendo mi año rural en Pandi (Cundinamarca), luego trabajé un tiempo en el Hospital San Rafael de Fusagasugá, hasta que inicié la residencia en el Materno con la UNAL”, comenta.
Descubrió el maravilloso regalo de ver nacer la vida. De ahí que de todos los cargos que ha desempeñado, el que más le gusta es ser médico, sea como general o como especialista. “La obstetricia trae consigo algo extraordinario: el nacimiento de un nuevo ser. Esa sensación maravillosa de sentir al recién nacido con llanto vigoroso, no la cambio por nada, lo mismo que la mirada de la madre cuando ve por primera vez a su bebé recién nacido, con un amor infinito que es indescriptible… y bueno, la sonrisa que nos decía a nosotros, mezcla de gratitud y admiración, hace que cualquier esfuerzo, cualquier trasnochada, valga la pena”, agrega el doctor.
Es reconocido por vivir comprometido con la salud y el bienestar de las personas, tanto en el ámbito individual como en el colectivo. Como ha vivido de cerca las transformaciones del sistema de salud en las últimas décadas, considera que el proyecto de Ley 339 de 2023 de la Cámara de Representantes tiene aspectos muy positivos como la atención primaria en salud, el desarrollo de las redes integrales e integradas de servicios de salud, la constitución del Consejo Nacional de Salud, el fortalecimiento de la red pública nacional hospitalaria, el sistema único de información en salud, la mejora en las condiciones laborales del sector, el giro directo de la ADRES a los prestadores de los servicios, para mencionar los más importantes.
Así como lo ha manifestado la Academia Nacional de Medicina y el grupo de Acuerdos Fundamentales, para el Dr. Redondo también hay aspectos preocupantes, entre los que destaca la falta concertación con el sector, pues a su juicio solo se escuchó a la parte con la que había afinidad política.
“Existen otros aspectos que preocupan como la concentración de funciones de la ADRES, no solo como fondo público único, sino las funciones administrativas y gestión del riesgo en salud, para lo que no está preparada; así como la creación de las denominadas Gestoras de Salud y Vida, que no son administradoras, ni aseguradoras ni nada, claro, porque sus competencias son indeterminadas y compartidas con otras entidades. Tampoco es clara la concurrencia de la afiliación a una Gestora por un lado y, por el otro, la adscripción obligatoria de 51 millones de personas a un CAPS, muchos de ellos aún inexistentes. El otro aspecto que genera incertidumbre es la falta de certeza del costo de la reforma y de las fuentes ciertas, año tras año, para sufragarla”, indica el magistrado.
Su interés por implementar estándares éticos para la práctica médica.
Cuando se retiró del ejercicio activo y de la docencia, se dedicó a otra de sus pasiones, al área administrativa. Se estrenó como decano de la Antonio Nariño, luego estuvo en la Dirección de Desarrollo de Servicios de la Secretaría Distrital de Salud, también en la Defensoría del Pueblo, incluso fue presidente de una EPS. “He estado en todos los lados del escritorio, si consideramos que por ocho años fui presidente de Asmedas Cundinamarca. Tal vez me hubiese gustado ser director de un hospital universitario como lo fue el Hospital San Juan de Dios, porque reúne la asistencia, la docencia, la gerencia y la investigación”, dice.
Las contribuciones a la profesión, sus dedicación al cuidado del paciente y su papel en la promoción de prácticas éticas lo han convertido en un figura muy respetada en el campo. Un rasgo sutil de su profesionalismo es la habilidad para recopilar lo mejor de los avances médicos unidos a la tradición humanística de la profesión. Le impacta el desarrollo técnico y tecnológico de los últimos años.
“En la Universidad Industrial de Santander (UIS), pertenecí a la segunda promoción de egresados de una universidad cuya misión era fundamentalmente las ingenierías, especialmente la de petróleo, de la cual la UIS es vanguardia a nivel nacional e internacional. Los estudiantes de medicina hicimos camino al andar… Pero tal vez por esa razón tanto en el viejo hospital como en el nuevo Ramón González Valencia (hoy Universitario de Santander), nos recibieron con afecto y muchas expectativas”, declara.
El Dr. Redondo se considera un hincha fiel del Atlético Bucaramanga, “así sea de media tabla hacia abajo”, se ríe. Es un hombre que convoca como si estuviera dotado de un don de gentes particular, es de los que comparten lo que tienen y lo que saben. Llegó a los tribunales de ética cuando el doctor Sergio Isaza Villa, presidente de la Federación Médica Colombiana (FMC) en 2009 lo invitó a formar parte del Tribunal de Ética Médica de Cundinamarca.
“Siempre me había apasionado el tema de la ética médica que predico con especial énfasis a mis estudiantes. Luego fue Fernando Guzmán Mora, en 2019, también presidente de la FMC, quien me propuso para el Tribunal de Bogotá. Actualmente estoy de regreso en el Tribunal de Cundinamarca y tengo la fortuna de presidir la Comisión de Ética de la Academia Nacional de Medicina”, puntualiza el magistrado.
Como profesor ofrece con generosidad consejos y experiencias.
Son varias las generaciones de estudiantes de medicina que ha recibido su impronta personal y sus conocimientos; enseña cómo mirar, escuchar, revisar y comprender al paciente. Bajo su guía, muchos residentes y médicos jóvenes han tenido la oportunidad de aprender de su amplio saber y experiencia. Su compromiso de asegurarse de que sus pacientes se sientan escuchados y valorados le ha valido muchos elogios y admiraciones.
Es un maestro consciente de que cualquier acción, cualquier política pública que se implemente vale mucho en un país donde hay tanto por hacer. “El conocimiento cambia a velocidades extraordinarias. Cambian también las normas legales y el sistema de salud, que siempre es dinámico, y el médico debe ir adaptándose. Hay temas en la formación de los médicos, de antaño y de ahora, que deben ser reforzados: la ética, la salud pública y el conocimiento del modelo de salud que nos rige. En estos sentidos, a los nuevos graduando, los veo desorientados”, afirma el Dr. Redondo.
Dice que la medicina se escoge por amor al arte, con el corazón. Pero una vez graduado hay muchos interrogantes que se deben responder con la cabeza: “¿Médico general o especialista? ¿Campo administrativo, docente, investigativo o asistencial? ¿Si pienso en especialidad, cuál de todas se acomoda más a mis conocimientos, habilidades, destrezas y oportunidades? Todas esas preguntas hay que hacerlas, pero cada quien debe respondérselas a sí mismo. Es un tema personal e intransferible, simplemente… ¡Es a lo que me voy a dedicar el resto de mi vida!”, agrega.
Durante la mayor parte de su vida no supo lo que era tener un día libre, pero ahora que está pensionando aprovecha para descansar y reflexionar en una pequeña finca que comparte con un colega y amigo muy fraternal.
Gracias a su humanismo, se ha ganado la reputación de ayudar a sus pacientes, siempre con trato amable y amistoso. Finalmente dice: “cuando uno llega a los años de edad madura y ha transitado por tantos caminos, siempre debe mirar el horizonte con la misma mirada con la que una vez la oteó como adolescente: con esperanza, con optimismo, porque vivimos en un país rico en todos los sentidos, pero su mayor riqueza es su gente, sus amistades, sus colegas y su espíritu de familiaridad”.
Fuente: Órgano de información del Colegio Médico Colombiano. Epicrisis. Ed. Nº 29 (Septiembre-Noviembre 2023). ISSN: 2539-505X (En línea).
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