La contaminación del aire puede facilitar la infección por Covid-19
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La contaminación del aire puede facilitar la infección por Covid-19


Aunque la exposición a contaminantes tóxicos del aire está relacionada con un aumento de las enfermedades crónicas y las tasas de mortalidad cardiovascular y respiratoria, la mala calidad del aire también tiene una mayor incidencia y agrava de la enfermedad causada por el SARS-CoV-2.


A finales del año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que la contaminación del aire se ha convertido en una de las mayores amenazas medio ambientales para la salud humana, junto con el cambio climático.

Se calcula que cada año la exposición a la contaminación del aire causa siete millones de muertes prematuras y provoca la pérdida de otros tantos más millones de años de vida saludables. En los niños, esto podría suponer una reducción del crecimiento y la función pulmonares, infecciones respiratorias y agravamiento del asma.

En los adultos, la mala calidad del aire exterior se ha convertido en un factor de riesgo para el desarrollo de Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT), de patologías degenerativas y de muerte prematura.

Es por esa razón que las nuevas directrices mundiales de la OMS sobre la calidad del aire establece pruebas concretas del daño que la contaminación del aire provoca en la salud humana en concentraciones aún más bajas de lo que se suponía hasta ahora.

Luego de las revisiones sistemáticas que hizo la autoridad sanitaria y con la evidencia acumulada, decidió ajustar a la baja casi todos los niveles de referencia de la calidad del aire en los seis contaminantes para los que dispone de los datos más recientes en cuanto a sus efectos sobre la salud. Cuando se actúa sobre estos contaminantes clásicos —partículas en suspensión (PM), ozono (O₃), dióxido de nitrógeno (NO₂), dióxido de azufre (SO₂) y monóxido de carbono (CO)—, también se incide en otros contaminantes perjudiciales, afirmó el organismo internacional.

El objetivo de estas últimas orientaciones es que todas las naciones alcancen los niveles de calidad del aire recomendados. Consciente de que esto será difícil para muchos países y ciudades con altos niveles de contaminación del aire, el Colegio Médico Colombiano invitó al doctor Samuel David Osorio, con maestría en Ciencias de la Salud Pública, Salud Ambiental de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, y doctorando en Ciencias en Salud Ambiental en el Instituto Nacional de Salud Pública de México a la sesión de Cita con el Experto para analizar el impacto que la pandemia ha tenido en la calidad del aire y en la salud de la población mundial. 

Los estudios realizados en 14 países evidenciaron que las medidas de cuarentena, el distanciamiento social y el descenso de la actividad industrial contribuyeron a una notable mejoría en la calidad del aire principalmente durante el primer año de la pandemia. El aislamiento social y el uso del tapabocas redujeron la exposición de la población tanto al virus como a los contaminantes del ambiente. Del mismo modo, la reducción de la circulación de vehículos personales, de transporte de carga y la paralización de muchas industrias tuvieron un beneficio indirecto en la disminución de los contaminantes ambientales, explicó el doctor Osorio.

“Y pese a que los efectos adversos para la salud de la exposición a corto plazo a la contaminación del aire han sido bien documentados, con la pandemia del Covid-19 las enfermedades infecciosas cobraron un mayor protagonismo por el mecanismo de acción que ejerce el virus sobre los órganos blancos”.

Así como la exposición a los contaminantes tóxicos del aire está relacionada con un aumento de las tasas de enfermedad coronaria, falla cardiaca, embolismo pulmonar, vasculitis, coagulación intravascular, entre otras, señaló el doctor Osorio, en estos meses de pandemia los científicos comenzaron a analizar si dado que el SARS-CoV-2 se transmite primordialmente por aerosoles, la contaminación del aire podría facilitar el ingreso del virus al organismo y de forma simultánea incrementar su transmisibilidad.

Cuanto más pequeñas sean las partículas en el aire, más fácilmente pueden penetrar profundamente en los pulmones y absorber más componentes tóxicos. De ahí que las propias partículas contaminantes sean capaces de transportar de forma viable el virus, favoreciendo su difusión y pudiendo aumentar los contagios. Esto también hace que las personas con alguna comorbilidad afronten un mayor riesgo cardiorrespiratorio, lo que podría complicar el desarrollo de la infección por Covid y empeorar el pronóstico.

De otra parte, la contaminación del aire parece que también podría exacerbar las severidad de los síntomas de la infección por el virus e incrementar el riesgo de mortalidad, tal y como se desprende de un estudio realizado en Estados Unidos, donde se ha observado que la exposición a largo plazo de PM2.5 se asocia con un incremento en la mortalidad por Covid-19. “En Colombia, los estudios adelantados en varios municipios probaron que el riesgo estuvo relacionado con la edad, la hipertensión arterial y el nivel de ingresos, indicó el experto.

Diferencias entre países de ingresos altos y bajos

La contaminación del aire es un fenómeno cada vez más nocivo para el medio ambiente y la salud humana, por lo que conocer las pautas para medir la calidad del aire ayuda a saber si el aire que se respira es apto o no para la salud.

Los efectos dañinos en la salud del material particular dependen del tamaño de las partículas y su concentración, y varían según las fluctuaciones diarias. La temperatura, la humedad, los vientos, las precipitaciones, la radiación solar y la presión atmosférica desempeñan un papel fundamental en el proceso de medición del aire que entra a los pulmones.

Estudios recientes citaron que, desde países de bajos ingresos hasta países de altos ingresos, la exposición a largo plazo a la contaminación del aire exterior con partículas finas es un factor importante que contribuye a la enfermedad cardiovascular y la muerte. Sin embargo, pequeñas reducciones en los niveles de contaminación del aire pueden provocar una reducción del riesgo de enfermedad.

Las investigaciones adelantadas en varios países de grupos de ingresos bajos, medios y altos mostraron que aunque el riesgo a los contaminantes es el mismo, la capacidad de gestión tanto individual como pública representan una gran diferencia. En otras palabras, los riesgos en los países de bajos y medianos ingresos fueron en su mayoría similares a los riesgos encontrados en los países de altos ingresos, pero el urbanismo desordenado, la falta de planeación, la baja capacidad de respuesta tanto de los Gobiernos como de los individuos y la densidad urbana que se tiene en muchas ciudades de países subdesarrollados representan un mayor riesgo para enfermedades respiratorias, comentó el experto en salud ambiental.

“No se puede pasar por alto que en muchas ciudades con altos índices de pobreza las personas no tienen la capacidad de elegir el lugar donde habitar y los niveles de inequidad agregan un nivel extra de complejidad”.

Por todo lo anterior, el doctor Osorio considera que la pospandemia debe llevar a plantear objetivos claros que contribuyan a la mejora gradual de la calidad del aire y, por tanto, al logro gradual pero significativo de beneficios para la salud de la población. La reducción de los niveles de los principales contaminantes del aire, contribuyen a frenar el cambio climático. Pero hay que empezar a prepararse para futuras pandemias mediante una planeación mucho más estratégica y eficiente de las ciudades y con campañas más efectivas de comunicación en salud, concluyó.

febrero 4, 2022

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