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El despertar del médico actual


Actualmente, el afán incesante que rodea al médico continúa en aumento y se establece cada día más, no basta el hecho de la gran responsabilidad que llevamos en nuestras manos donde reposan miles de vidas, sino que además se suma la gran presión de la sociedad.


Por Carlos Zehir Cárdenas Ramírez, vocal nacional de proyección social ACOME / Karen Lorena González Duarte, vocal de proyección social-capítulo Atlántico ACOME

Actualmente, el afán incesante que rodea al médico continúa en aumento y se establece cada día más, no basta el hecho de la gran responsabilidad que llevamos en nuestras manos donde reposan miles de vidas, sino que además se suma la gran presión de la sociedad, muchas veces irracional, exigente e inhumana y de la misma academia, por la búsqueda de los mejores diagnósticos y de los más eficaces tratamientos, para brindar así a los pacientes mejor calidad de vida y responder a ese llamado que toca nuestras espaldas de saciar el indolente padecimiento de una enfermedad.

Sin olvidar el auge diario de las nuevas técnicas en salud y actualizaciones médicas, sinónimo de nuevas patologías, nuevos agentes que antes eran desconocidos, cambios en el algoritmo, diagnóstico y el manejo de las mismas; o que significa para el médico en medio de una sociedad y un gremio que espera lo mejor y que no te permite flaquear, y donde un vacío en el conocimiento puede costar la vida de un paciente, que este olvide hasta de manera inconsciente un pilar importante y clave en la salud de sus pacientes y porque no, en la salud de los mismos, tema que sigue siendo tabú, subvalorado y del que poco se habla, menos cuando la preocupación mayor es sanar y aliviar lo físico, el dolor, lo que se ve a simple vista o en la búsqueda del origen o la causa desencadenante, lo que un paraclínico o una prueba de imagen puede evidenciarnos.

Dejamos de lado la salud mental de nuestro paciente, olvidamos los efectos de la sociedad mediática, lo que el diario vivir representa para muchos, lo que lleva en el hombro aquel que aclama por nuestra atención, que muchas veces es hasta nuestro yo interno; damos de alta pacientes con signos vitales estables y sin dolor, pero con sufrimiento y sin ganas de vivir, pacientes que su principal enfermedad o hasta la causa de la misma no se ve a simple vista, escuchamos voces, pero no corazones.

El afán, el cansancio, las ganas de ser los más reconocidos en el área donde nos desenvolvemos y las restricciones de los entes gubernamentales, nos han convertido en seres tan inhumanos como la misma sociedad lo es on nosotros y estamos dejando ese ejemplo en los que cerca de nosotros siguen nuestros pasos, en los que sueñan con llegar donde muchos están.

En las universidades te preparan para enfrentar los casos con más dificultad, pero no nos hablan de lo importante de la salud mental, aún cuando en la actualidad son cada vez más los casos de pacientes sanos físicamente y aparentemente sin comorbilidades que terminan con su vida; jóvenes con un mundo por delante que espera por ellos, que dicen sentirse agotados y que su vida no tiene sentido; pacientes que aún dándoles los medicamentos de las más grandes farmacéuticas y los de menores efectos adversos, no mejoran. Aún en esos casos, nunca nos inclinamos a su salud mental y sobreponemos el uso de técnicas más avanzadas y fármacos con efectos más intensos, aún cuando esto no es lo que necesita.

Por eso como profesionales de la salud integral, sentirse bien, pero no preguntarse por qué a pesar de tomarse el medicamento como lo indica la fórmula, no logra dormir bien, no logra desenvolverse en la sociedad como antes o como le gustaría, el niño o adolescente por qué no va bien en sus estudios, se siente diferente o insuficiente, por qué siente un vacío interno o por qué tiene pensamientos que no controla.

No solo es responsabilidad del psiquiatra o del psicólogo, porque la mayoría de los pacientes no saben identificar estas situaciones, le temen a las mismas o se estigmatizan, hasta las confunden con los síntomas físicos que estas puede desencadenar, lo que los lleva a buscar al médico general, al que se encuentra en urgencias, ese que es la primera puerta generalmente que el paciente toca, ese consultorio, ese espacio crucial que define muchas veces que el paciente se vaya a casa creyendo que todo está bien y que lo que siente no es importante, ese momento podría ser en muchos casos la salvación para muchas vidas; y por qué no, al especialista, muchas veces remitido en la desesperación por no encontrar la cura, esa que siempre ha estado y estará ahí, en nuestro instrumento más preciado, no en nuestro fonendoscopio, sino en nuestros oídos, en nuestra voz, en saber escuchar, en saber decir lo apropiado, en ser empáticos, en educar, en promover y prevenir, en no obviar alertas y en finalmente actuar rápido y siempre en pro de nuestro paciente, ese que es nuestra mayor actualización, ese que está frente a nosotros y esos lamentables casos que hoy día casi que escuchamos diariamente.

enero 11, 2022

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