Actualidad, Opinión

Preguntas eternas


Es que la frontera entre lo racional y lo irracional es muy porosa. Es una criba, un colador loco de la mente humana, que deja pasar emociones, sentimientos y pensamientos de todos los calibres de un lado para otro: de la locura para la cordura y viceversa.


Por Stevenson Marulanda Plata – Presidente Colegio Médico Colombiano

¿Por qué esos dos mundos –Europa y Asia– estaban enzarzados en una lucha a vida o muerte?

¿Por qué se enfrentaban desde tiempos inmemoriales?

¿Qué buscaban, cómo se justificaban, cuáles eran sus razones?

¿Siempre había sido así?

¿Así sería siempre?

Estas preguntas fueron hechas hace más de 2500 años, y seguimos en lo fino — matándonos–, y Herodoto, el preguntón, sigue sin respuesta.

En esa época –ojo– Oriente era la civilización, lo racional. Occidente lo irracional, los bárbaros.

Ahora, dicen los doctos, es lo contrario.

Lo cierto es que entre ambos, desde que el tiempo tiene memoria hasta hoy, existe una enemistad tolerable, pero incurable.

Es que la frontera entre lo racional y lo irracional es muy porosa. Es una criba, un colador loco de la mente humana, que deja pasar emociones, sentimientos y pensamientos de todos los calibres de un lado para otro: de la locura para la cordura y viceversa.

Así, en forma de pasiones eternas, el odio, el rencor, la venganza, la envidia, la avaricia, la xenofobia, el nacionalismo, el racismo ególatra, el poder irracional, la gula, el machismo, la crueldad, la lascivia, y todas las demás formas de violencias humanas, anidan y se revuelcan en cada recoveco del cerebro sapiens, juntas con el amor, la solidaridad, el compañerismo, la amistad, la cooperación, la compasión, la conmiscersión, el altruismo, la tolerancia y el respeto por el diferente.

¿Es racional o irracional, creerse de mejor familia que otro?

¿Es racional o irracional creerse de mejor raza que otro?

¿Es racional o irracional creerse igual o otro?

“En el fondo, lo que las comunidades humanas tienen en común es aquello que inevitablemente las enfrenta: la tendencia a creerse mejores, en eso somos iguales. Dice Irene Vallejo en El infinito en un junco, pág 188.

Personalmente creo que las respuestas profundas y absolutas a las antiguas preguntas, nítidas e intemporales, del histórico trotamundos griego nacido en algún puntico de Anatolia, hoy Turquía, están en la genética, en la genómica y en la neurociencia, apoyándose en Darwin y el reverendo Malthus, y también de Adam Smith, de la lucha de clases de Marx, del psicólogo evolutivo de Harvard, mi casi tocayo Steven Pinker, y de la escuela austriaca de economía de Hayek, Popper y los demás de esa banda.

Siempre he dudado de la hipótesis de que el comunismo primitivo hubiese sido un ambiente “igualitario y alegre”, y concuerdo más con la Vallejo, que citando a Kubric 2001 en: Una odisea del espacio dice:

“Cuando el primer individuo primitivo descubrió que podía usar un hueso como herramienta, sin duda fue rápidamente a estrellarlo en la cabeza de un congénere. Las tribus no eran paraísos asamblearios, sino que tenían jefes. Es cierto que, en comparación con nuestra época, apenas había diferencia de riqueza dentro de los grupos, pero me temo que eso no impediría las manifestaciones de despotismo: tú no entras aquí, yo me quedo el pedazo más grande de carne, la culpa de nuestra mala racha de caza la tenéis vosotros, os expulsamos de la tribu, os masacramos y cosas por el estilo”

En el mismo sentido, no puedo estar de acuerdo con Roouseau, pues la humanidad hoy a escala planetaria, es mejor que la antigua.

Gracias a los códigos, los pactos, las leyes, la educación, la moral, la deontología, la ética, el derecho, la justicia, la democracia y la división del poder cada vez en chicotes más chiquitos, los derechos humanos y fundamentales, y la misma filosofía, hemos civilizado al salvaje sapiens que contiene nuestro genoma y que llevamos dentro desde que nacemos hasta que morimos.

De esta manera, y poco a poco, la humanidad ha sido gradualmente menos mala y cruel con sus semejantes, y, a pesar de que las guerras, ni ninguna forma de violencia ha desaparecido de la faz de la Tierra, hoy somos más humanitarios y más pro hómine que ayer, excepción hecha de la catástrofe ambiental que terminará por extinguirnos si no modulamos la mano invisible deAdam Smith cuyo fantasma también hace parte de nuestro egoísta genoma sapiens.

Diciembre 31 del 2021.

Fonseca La Guajira.

enero 3, 2022

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