El Genoma, “El manual de Dios”
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El Genoma, “El manual de Dios”


Las vacunas de ARN* son piezas informáticas iguales a las que fabrican la vida en la Tierra.


Por Stevenson Marulanda Plata – MD

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¿Puede un ser inteligente comprender las instrucciones informáticas con que lo fabricaron y luego construirse a sí mismo? – John Sulston

La primera premisa se puede contestar afirmativamente porque las ciencias de la vida ya comprenden exactamente las instrucciones informáticas con que son fabricados todos los seres vivos de este planeta, incluyendo a los humanos, faltaría esperar a ver si la humanidad sería capaz de construirlos en un laboratorio.

El manual de instrucciones para fabricar humanos viene escrito en un libro de 3.200 millones de letras de ADN (ÁcidoDesoxiNucleico). Cada palabra genética es una secuencia corta de ADN. Varias palabras de estas ¡obvio! forman una oración genética. Esta oración es un comando, una orden imperativa escrita en letras de ADN para que el organismo fabrique las cosas y sustancias que hacen posible la vida. Por ejemplo: ¡fabríquese insulina! Fabricar insulina (una proteína) es una unidad informática de instrucción biológica, única e indivisible llamada gen:

–¡Oh! el gen de la insulina–

Los genes vienen empaquetados en 23 pares de estuches; cada par está formado por un estuche materno y uno paterno.

Cada especie (biodiversidad) tiene su propio libro, su propio manual de instrucciones, su propio código genético. Su propio genoma. Su propio Manual de Dios.

¿Qué es un cromosoma?

Es el estuche donde se guardan los genes. Allí vienen comprimidos como cuentas de collar. —O mejor, como pepas de jamanar, cañafístula o cañandonga, una fruta silvestre muy común en los patios de la costa Caribe—. Entonces, el genoma humano consta de 23 pares de cromosomas o jamanares microscópicos, abrazados dulce y ardorosamente.

¿Por qué la información genética viene en pares de cromosomas?

Porque la transmisión de la información genética de padres a hijos no termina en la urgencia irresistible de un simple orgasmo. Los genes no son ingenuos. Su ansiedad sexual desaforada, contenida en espermatozoide y óvulo, continúa en otra danza amorosa mística y sublime, hasta unirlos por parejas de cromosomas durante la concepción. Este ineluctable y amoroso apareamiento cromosómico, sucede porque las instrucciones informáticas que hereda un embrión para construir desde cero a un hijo, fluyen en proporciones iguales del padre y de la madre. En este apareamiento, genes maternos y paternos equivalentes, quedan irrevocablemente junticos para que se sigan amando e intercambiando información, proceso que los genetistas llaman recombinación genética.

Los genes, “los arquitectos de Dios” son eternos.

¡Los genes no mueren, saltan de una generación a otra!

El tiempo, como en Macondo, no les pasa, les da vueltas en redondo. Viajan inmutables, de padres a hijos, intactos, embutidos en un cromosoma materno o paterno.

Los genes, como los átomos, son unidades de materia, como los bytes son unidades informáticas indivisibles, y como la gravedad, son órdenes imperativas de la naturaleza.

Los genes viven presos en un búnker.

La información genética, el genoma, no tiene contacto con el mundo exterior. Los genes viven enclaustrados en sus estuches cromosómicos, protegidos y resguardados dentro del núcleo celular, una fortaleza inexpugnable desde donde dan órdenes estrictas de existencia, supervivencia y reproducción al mortal y desechable ser al que pertenecen. Los genes ordenan fabricar, parte por parte, el nuevo cuerpo y todas las sustancias (proteínas, grasa y carbohidratos) que harán posible su desarrollo, funcionamiento, mantenimiento, defensa y comportamiento (embriología, anatomía, fisiología y metabolismo).

El ARN, “el mensajero de Dios”.

El ARN mensajero (Ácido Ribo Nucleico) es producido por el genoma, con la única y expresa intención de que copie sus imperativas órdenes genéticas, las saque del búnker (núcleo de la célula) y las lleve a la zona industrial de la célula (ribosomas) para que fabriquen todas las materias y sustancias corporales (proteínas) que necesitan los individuos de una especie para ser ella misma. Cumplida esta misión, cual cometa fugaz, desaparece.

Las instrucciones informáticas para construir todos los seres vivos de la Tierra utilizan el mismo idioma: el sistema ADN/ARN.

¿Qué es ser humano?

Son 95 palabras castellanas escritas en 21 mil genes, su genoma:

Individuo biológico —único e irrepetible—, que: piensa, recuerda, aprende, habla, se mueve, coagula, cicatriza, se inflama, se defiende de virus, hongos, bacterias y parásitos. Se emociona, tiene pasiones altas y bajas y sentimientos nobles y ruines. Socializa y se comporta. Tiene capacidad para hacer arte, música y literatura. Es sensible, sueña, ríe y llora. Es él mismo: tiene identidad, subjetividad, auto conciencia, libre albedrío y raciocinio. Desea, goza, sufre. Siente miedo, dolor y vergüenza. Ve, huele, oye, gusta y respira. Nace, se reproduce, existe, vive, sobrevive y muere. Duda, es imperfecto y busca la felicidad.

Este individuo humano, cual ente biológico, es el ladrillo fundamental con que se fabrica el mundo que le toca vivir: familias, tribus, clanes, sociedades, culturas, religiones, idiomas, naciones, Estados, Imperios y civilizaciones.

¡El destino de una especie llega hasta donde su genoma se lo permite!

Los genomas de mujer y de hombre comparten un porcentaje de identidad del 99.688%:

— ¡Claro!—

El 0.312% ¡hace la diferencia!

Los genomas humano y de chimpancé comparten un porcentaje de identidad del 98%:

El 2% ¡hace la gran diferencia!

— ¿Lo sabías?—

El destino de una especie depende de las proteínas que sea capaz de fabricar.

La pequeña diferencia genómica del 2% entre un homo sapiens y un chimpancé, se multiplica exponencialmente, y se ve reflejada en la inmensa capacidad mental y en algunas pocas diferencias anatómicas. El aparato cognitivo del cerebro humano tiene más genes capaces de controlar el desarrollo y la informática neuronal. Esas diferencias evolutivas existen porque el genoma humano es capaz de ordenar a su RNA mensajero que fabrique las proteínas mentales y corporales para que eso, así sea.

¿Qué es el proteoma?

Es el conjunto de todas las proteínas que un genoma es capaza de fabricar. El proteoma (conversión del genoma en proteínas), es lo que mueve, lo que siente, lo que sostiene y hace funcionar al mundo biológico; incluyendo lo que siente, lo que sostiene y hace funcionar a un ser humano. De esta manera, el destino de las millones de especies —biodiversidad que llaman—, es distinto, porque distinto es su genoma, y por consiguiente, su proteoma. Los genes contienen las recetas precisas para hacer las proteínas precisas: los ladrillos de la vida funcional. Los genes además se encargan del manejo energético del organismo, para ello ordenan la construcción de grandes depósitos de combustible biológico, que llenan con grasa y carbohidratos.

¿Qué es un virus?

Un virus es un genoma envuelto en una capa de proteína, su proteoma, pero bonsái. Seiscientas mil veces más pequeño que el genoma humano, un virus es el más ínfimo quantum de vida biológica. Pero aun así, igual que un “súper humano”, es, existe, vive, sobrevive, y muere, pero su descendencia es infinita. Este éxito vital se debe a que sus poquitos genes (diez tiene el de la Covid19), como todos los genes, también son eternos; y saltan, como langostas hambrientas por millones de copias de copias de copias por instante, intactos y orondos de célula en célula y de generación en generación, parasitando y matando en bárbara tropelía inflamatoria a los organismos serviles que se cruzan en su camino.

Un virus es “una suerte de mal augurio envuelto en una capa de proteínas”, así lo describió el inmunólogo Peter Medawar.

Y Siddhartha Mukherjee dice: “Cuando un virus penetra en una célula, se quita la capa y empieza a utilizar la célula para copiar sus genes y fabricar nuevas capas, y el resultado son millones de nuevos virus que salen de la célula”

¡Duda, bendita duda¡

Acoplar la inteligencia informática artificial (IIA) a la inteligencia informática natural (IIN), utilizando la biotecnología, de manera que nuestro organismo interprete un mensaje artificial y lo induzca a fabricar una proteína (anticuerpo) para que nos defienda de un virus, produce dudas razonables, ya que nunca se había inventado una vacuna basada en ARN.

La vacuna* es un fragmento de ARNm producido artificialmente en un laboratorio de biotecnología (IIA), el cual, al ser inyectado es leído por los ribosomas o zona industrial de la célula (IIN), obligándolos a fabricar las proteínas de defensa o anticuerpos.

El 12 de enero del 2020, dos días después de conocerse el genoma del virus del Covid19 y de su capa de proteína, la ciencia y la biotecnología ya tenían listo el texto informático de su vacuna, escrito y dibujado en un computador (IIA).

Faltaba producirlo de vegetales en forma química en un laboratorio, lo que sucedió 42 días más tarde cuando estuvo listo el trozo de ARN mensajero candidato a vacuna. Y luego, fue probarlo en voluntarios durante los diez meses siguientes.

¿Y por qué tan fácil y rápido?

Porque fue el fruto de décadas de investigación, científicos en muchos laboratorios del mundo ya habían superado muchos obstáculos tecnológicos.

¿Las vacunas*son seguras?

Estas vacunas no tienen ninguna posibilidad de entrar al núcleo de las células a molestar a los genes, además son fugaces y desaparecen apenas cumplen su misión, y los prototipos llevan usándose más de 10 años, por ejemplo contra el cáncer, en ensayos clínicos, y han resultado seguras.

*Vacunas de Pfizer y ModeRNA

Fonseca La Guajira, marzo 5 del 2021, duodécimo mes pandemia COVID19.
marzo 9, 2021

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