Mensaje de fin de año de la Asociación Nacional de Internos y Residentes
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Mensaje de fin de año de la Asociación Nacional de Internos y Residentes


A pesar de que fue uno de los más largos y que parecía interminable, este año por fin culmina. En la balanza de aciertos y desaciertos, nos queda la sensación de pérdida y profunda nostalgia por quienes no están en este momento a nuestro lado para celebrar.


Por Juliana Moreno Ladino – Presidente ANIR Regional Centro

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En medio de la implacable pandemia, vimos cómo las vidas de nuestros amigos, colegas, madres, padres, hijos, hermanos, familiares y pacientes se fueron perdiendo en medio del silencio que deja lo que muchos en el mundo han llamado el hambre voraz y desesperado por el oxígeno.

Nuestros rostros, gestos y costumbres se modificaron entre el disfraz diario que se convirtió el tapabocas y los pliegues profundos que marcaron al personal de salud, quién sirvió y defendió esa primera línea sanitaria en medio del pavor y desesperación que se situó muchas veces sobre sus hombros.

A quienes procuraron continuar dispensando nuestros alimentos y manteniendo limpios nuestros espacios, nuestra seguridad personal y transporte. A quienes destinaron horas de trabajo administrativo para acompañarnos en el día a día, a quienes nos escucharon y consolaron cuando parecía que no podríamos continuar, a todos ellos y ellas, en todo el mundo, GRACIAS. 

La reflexión más profunda que nos queda es la de la infalible vulnerabilidad de los seres humanos, invitados transitorios en esta historia del tiempo.

Quisiéramos, no obstante, en medio de estas notas tristes, hacer un pequeño sumario sobre lo que a pesar de las circunstancias pudimos hacer y que no marcan una distancia muy amplia frente al obligatorio duelo y luto que guardamos como asociación.


Después de tantos años y esfuerzo colectivo por parte de numerosos líderes, asociaciones, gremios y sociedades civiles, este año los residentes del país recibieron su primera remuneración.


La trascendencia de este hecho no puede ser expresada adecuadamente en palabras y solo podemos rememorar, en una suerte de memoria que se repite una y otra vez, el momento en que nos notificaron que habían empezado los pagos.

Para esta asociación que no tiene ningún ánimo de lucro y cuya mayoría de colaboradores trabaja ad honórem, este triunfo significa, tal vez, todo. También señala un camino de arduo trabajo en el que debe procurarse la protección de este derecho y la ejecución completa de la ley de residencias médicas.


Nuestro segundo gran propósito es bajar los costes de las matrículas, punto indiscutible y no negociable de esta ley. Por todo ello, este hecho quedará guardado en la memoria para avivar nuestras esperanzas, como prueba irrefutable de que ningún logro es imposible.


En otro tanto, este año defendimos reiteradamente la Ley Estatutaria de la Salud cuya visión es antípoda al modelo actual que sigue perpetuando la comercialización de la vida, el menosprecio por lo público y el enriquecimiento ilícito sobre el sufrimiento humano.

Para nosotros izar esta bandera representa uno de los pilares y responsabilidades adquiridas más importantes, por lo que no desistiremos mientras sigamos en pie. Sabemos que es una lucha sin mucha tregua y que a la vez demanda un profundo sentido de correspondencia ciudadana pero, sobre todo, una gran humanismo, eso que como sociedad también nos une y nos fortalece.

Como mensaje final, desde ANIR deseamos que quienes tengan la posibilidad de leer estas líneas se encuentren sanos y que sus familias estén protegidas.

Esperamos que el año nuevo no nos arranque tantas lágrimas de tristeza, rabia o desesperanza y que, por el contrario, continúe sumando aquellos triunfos que necesitamos como sociedad.

Porque lo más agobiante de esta pandemia fue reconocer que la normalidad en que vivíamos era el resultado de muchos años de una inequidad ruin y cuyo peor perjuicio sería no lograr ningún cambio. Así pues, por la vida y por el cambio: Salud.

diciembre 18, 2020

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