Cesó la horrible noche para los médicos residentes
Editorial

Cesó la horrible noche para los médicos residentes

La sanción presidencial de la Ley 1917 del 12 de julio de 2018 constituye el primer paso para comenzar a corregir uno de los mayores atropellos y abusos contra los médicos del país.

Desde hace años en el seno de los gremios médicos y con las distintas asociaciones de especialidades se abrió la discusión acerca de la precaria e injusta situación de los médicos residentes en Colombia.

Vale recordar que en todos los demás países del globo terráqueo los médicos en programas de posgrado en medicina cuentan con un salario por el trabajo que realizan en el hospital debido a que ya son profesionales.

En Colombia, pese a reconocerse como la nación con una de las legislaciones más avanzadas del vecindario, los médicos residentes eran ejemplo vivo de la más clara inequidad y abandono por parte del Estado.

Por un lado, sujetos a pagar matrículas escandalosas, que en muchos casos superan los 40 millones de pesos anuales, y de otra parte, sin poder recibir ingreso alguno por el trabajo y la dedicación exclusiva en el hospital.

Todo esto como una consecuencia más de la implementación del modelo Flexneriano en la educación médica, que llevó a que en 1979 se eliminara el pago que recibían los residentes debido a la protesta social que adelantaron para exigir un aumento de salario que se adecuara a los extensos horarios en los hospitales.

La salida del Gobierno de turno fue declarar a los residentes estudiantes y quitarles el estatus de profesionales para abolir los salarios.

En 1982 la universidades comenzaron con el cobro de matrículas a los nuevos “estudiantes” y a reglamentar algunos aspectos básicos de las residencias médicas. Una vez inmersos en el modelo Flexneriano que abrió la puerta al libre mercado, la oferta y la demanda, tanto las universidades como las instituciones prestadoras de salud no desaprovecharon la oportunidad de negocio.

Hasta ese entonces los hospitales se encargaban de formar y certificar a los residentes sin tener que cobrar por la labor de docencia. Solo cuando se delega la titulación de la especialidades médicas a las universidades, la formación de médicos especialistas se convierte en el botín de los intermediarios, sin que ello se haya reflejado en mejorar la calidad de la formación. académica o el entrenamiento se haya ajustado a las necesidades de la población colombiana.

Por fortuna, con la firma del presidente Santos se da vía libre a la creación del Sistema Nacional de Residencias Médicas que garantiza que se les pague una remuneración mensual no inferior a tres salarios mínimos a título de apoyo de sostenimiento educativo, se les afilie a los sistemas de salud y riesgos laborales a los residentes y que se les dé el derecho a un receso remunerado, que no exceda de 15 días hábiles por año académico.

Ese hecho de muestra que la unión de la sociedad civil en torno a objetivos comunes es capaz de lograr los cambios requeridos para el beneficio de la colectividad. Hace tres años lo conseguimos con la aprobación de la Ley Estatutaria de la Salud y ahora la historia del triunfo se repite con la Ley de Residencias Médicas.

El proceso de esta transformación como sociedad enseña que siempre que exista respeto mutuo por las personas, las instituciones y las diferentes posiciones se puede trabajar mancomunadamente para sacar avante leyes, proyectos y propuestas que privilegien al bien común sobre el particular.

El país tomó una decisión en las elecciones al congreso y también eligió a un nuevo presidente. Los gremios y otras organizaciones de médicos estamos prestos para comenzar a entablar un diálogo sincero, amable y tolerante con el fin de adelantar la reforma a la Ley de Ética Médica que sigue poniendo en aprietos el ejercicio profesional de la medicina.

Asimismo, la Gran Junta Médica Nacional y otros actores está preparando un proyecto de ley ordinaria para desarrollar la Ley Estatutaria de la Salud que sigue en vilo.

El nombramiento de un médico como ministro de Salud nos llena de esperanza por tratarse de un profesional que conoce muy bien las entrañas del actual sistema de Salud y sus falencias.

Desde que se hizo público su nombramiento revivió el optimismo de poder abrir un canal de comunicación claro, constante y respetuoso, ya que con el anterior Ministro nunca se llegó a tener un espacio para dialogar, disentir y plantear soluciones a la crisis de la salud. Desde esta columna le deseo mucho éxito al nuevo Ministro en su gestión.

enero 1, 2019

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