La sociedad colombiana después del COVID-19
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La sociedad colombiana después del COVID-19


En diálogo con el Colegio Médico Colombiano, Tatiana Andia, profesora de sociología y directora de la Escuela de Posgrados en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes hizo un análisis de los alcances sociales que tiene la pandemia.


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Tatiana, considera que el Coronavirus es un golpe al capitalismo y obliga a las naciones a repensar la sociedad con base en el tejido humano, la solidaridad y la cooperación mundial.

Tatiana AndiaDirectora Escuela Posgrados Facultad Ciencias Sociales Universidad de los Andes

Colombia siempre ha sido un país con enormes desigualdades, ¿cuáles son las repercusiones de la pandemia en materia social?

Diría que no solo Colombia, sino muchos países de América Latina y del mundo tienen enormes desigualdades. Esas desigualdades no son sólo de ingreso o clases sociales, sino también de género, por raza, por creencias religiosas, por estatus migratorio (paraguayos y bolivianos en Argentina, haitianos en República Dominicana, o venezolanos en Colombia), entre otras.

Frente a esas desigualdades, considero que la pandemia ha hecho dos cosas. Por un lado, ha visibilizado esas desigualdades, y por lo tanto se ha constituido en una oportunidad para atenderlas, para que el país se enfoque en lo esencial. Pero, por el otro, las ha profundizado, dejándonos en una situación de partida peor y que seguramente dificultará la tarea de acortar esas diferencias.

¿Qué es lo más preocupante que dejó al descubierto la crisis del COVID-19?

Creo que hay muchas cosas preocupantes. Entre ellas, la prevalencia de la violencia de género, la discriminación en contra de minorías, entre otras. Es importante hacer énfasis en dos asuntos que hasta hace un tiempo habían sido opacados y se habían dejado de lado, pero que ahora son ineludibles.

En primer lugar, la pandemia ha mostrado que los trabajos esenciales son a su vez los peor remunerados, a pesar de generar un importante valor agregado para la sociedad. Y estoy hablando no solo de trabajos normalmente considerados no calificados pero que mantienen andando la vida cotidiana, como pueden ser aquellos asociados al funcionamiento del transporte público, o al mantenimiento de redes de servicios públicos, o al aseo. Me refiero también a trabajos altamente calificados pero muy pobremente remunerados, como los de profesionales de la salud o los educadores.

En segundo término, la pandemia ha mostrado que la informalidad, o el rebusque como nos gusta decirle en Colombia, era el verdadero colchón de protección para una amplia porción de la población con ingresos insuficientes para subsistir. Las políticas de Estado se habían concentrado en los más pobres, dejando desprotegido a un amplísimo sector de la sociedad. En cuarentena, y sin alternativas para actividades informales, nos vemos ante la cruda realidad de que un alto porcentaje de los colombianos será considerado pobre en cuestión de días y aquellos que duraron años para salir de la pobreza volverán a quedar en la miseria de un día para otro. El efecto de toda esta situación es nefasto. Se trata de un costo humano devastador, que tendrá repercusiones hacia adelante y por varios años.

¿Cree que los colombianos volverán a la normalidad o este es un punto de quiebre donde nada volverá a ser igual?

Creo que nada volverá a ser igual. En parte, porque el Coronavirus llegó para quedarse entre nosotros por largo rato y tendremos que aprender a convivir con él. Eso significa nuevas formas de relacionamiento social, mayor distancia física, la preponderancia de la virtualidad para muchas actividades que antes eran presenciales, en fin, una nueva dinámica social.

Desde una perspectiva más amplia, estimo que nada volverá a ser igual porque esta pandemia nos ha demostrado que la forma en la que estábamos viviendo era, no solo frágil, sino probablemente insostenible. El sobreconsumo, la sobreproducción, el deterioro medioambiental son todos aspectos del capitalismo de este siglo que será difícil retomar. Nos encontrábamos embebidos en una era del capitalismo financiero, en el que la mayor riqueza se producía a través de la compra y venta de intangibles: futuros de café o petróleo, bonos y acciones, deudas e hipotecas. Estábamos transando no solo bienes y servicios, sino simples promesas de bienes y servicios que se extraerían, producirían o prestarían en un futuro. Esa forma de transar desliga la actividad económica de la sociedad misma, la generación de riqueza se vuelve un fin en sí mismo, sin función social aparente. En vista de lo anterior, no es sorprendente que la recesión que se nos vino encima a raíz de la pandemia no tenga precedentes en la historia del capitalismo. Después de una recesión así, nada será igual.

¿Si el país ya estaba polarizado en asuntos políticos cree que ahora la división será mayor por cuestión de clases sociales?

Creo que el país siempre ha estado polarizado por la desigualdad social. La política, en mi opinión, es solo un reflejo de ese contraste social. Me resisto, además, a la noción misma de polarización, porque a veces se usa como si se tratara de algo meramente retórico. Lo que hay en Colombia, y en muchos otros países de la región son contradicciones sociales arraigadas e históricas. En ese sentido, creo que esas contradicciones continuarán y hasta se profundizarán a medida que las brechas entre quienes sobreviven airados y tienen todas las garantías frente a la pandemia y quienes enfrentan sus peores consecuencias se agrandan.

¿Cómo afecta el descalabro financiero a las clases más vulnerables?

Como siempre, las clases más vulnerables serán las más golpeadas al ver sus oportunidades de llevar una vida digna y de aspirar a un futuro mejor, aún más reducidas de lo que estaban antes de la pandemia. Pero haría énfasis en que la crisis que desató el COVID-19 evidenció lo que llamamos “clases más vulnerables”, que corresponde a una proporción de la población muchísimo más amplia de lo que nos imaginábamos. En el caso de Colombia y de acuerdo con cálculos de distribución de ingresos podría ser más del 70 por ciento de la población.

¿El país comenzará a pensar en otras formas de contratación?

Hay muchas opciones hacia adelante para transformar la forma en que se contratan o se remuneran las actividades productivas. En este momento y como nunca antes se está contemplando la posibilidad de implementar un ingreso básico universal como una posibilidad, no solo de generar igualdad, ya que crea un piso de protección para todos, sino como una alternativa para la reactivación de la economía y una forma de impulsar el consumo.

De todas formas, queda el reto no solo de proteger a toda la población sino de sincerar la remuneración de los trabajadores proporcionalmente con el valor que generan.

¿Alguna lección que se deba aprender con la pandemia? 

Creo que estamos aprendiendo y continuaremos aprendiendo. Como en cualquier periodo de grandes transformaciones, los aprendizajes no se dan de la noche a la mañana sino gradualmente y muchas veces durante varias generaciones. Lo cierto es que esta situación cambió todas las reglas de juego. No se me ocurre un nombre mejor que aprendizaje para la forma en que nos hemos adaptado y nos tendremos que seguir adaptando a esta nueva realidad. Son muchas las lecciones, pero la más importante es una lección de humanidad. La pandemia demostró que todo depende de las personas, de los seres humanos. No hay mercado, no hay Estado, no hay trabajo, no hay bienestar, si no hay vida.

¿Hay alguna fortaleza que Colombia haya demostrado en esta situación?

El país ha demostrado resiliencia, creatividad y apertura democrática. Colombia actuó rápido al tomar las medidas drásticas de confinamiento, esto sobre todo en comparación con Brasil y México. De otra parte, Colombia ha tenido más liderazgo y determinación. Otros países de la región han dependido exclusivamente de la voluntad política de sus presidentes. En Colombia, aunque a veces puede dificultar las cosas, los múltiples liderazgos a nivel local han enriquecido las propuestas y la respuesta ante la situación.

Para finalizar, como en todo gran remezón, el virus que nos ha puesto en circunstancias tan difíciles es también una oportunidad para repensarnos como sociedad. Ojalá aprovechemos este momento para redefinir nuestras prioridades, y en ese proceso pongamos a las personas y a nuestro entorno natural en el centro, como fuente y fin de todos nuestros esfuerzos.

agosto 31, 2020

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