“La investigación es como explorar la oscuridad con una linterna cuyo haz es muy estrecho”: Isaac Asimov.
Por Doctora María Alejandra Rodríguez Brilla. Grupo de Investigación en Cáncer y Medicina Molecular (CAMMO) / Doctor Jheremy Sebastian Reyes Barreto, fundador del Grupo de Investigación en Cáncer y Medicina Molecular (CAMMO).
A lo largo de los años, la investigación ha sido un reflejo del progreso en múltiples áreas, demostrando su importancia tanto para el avance científico como para la formación de futuros científicos capaces de liderar proyectos innovadores. Estos proyectos, a su vez, impulsan el desarrollo del conocimiento y la mejora continua en la ciencia, últimamente reflejando el desarrollo de una nación y su capacidad de innovación y crecimiento.
Es un camino que promete a estudiantes y académicos la posibilidad de realizar descubrimientos que contribuyan significativamente al avance de su campo de interés.
Se presenta como una experiencia enriquecedora que fortalece la formación académica, ampliando conocimientos, habilidades y competencias, al tiempo que ofrece reconocimiento y gratificación intelectual. Los estudiantes principalmente de disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM, o también conocido por su sigla en inglés STEM), son incentivados a participar en proyectos de investigación bajo la creencia de que estas actividades les abrirán puertas hacia la élite académica.
Esta convicción genera una fuerte competencia por ocupar estos codiciados puestos de investigación, que suelen atraer a personal altamente capacitado y comprometido con el progreso científico.
No obstante, también son bien conocidas las limitaciones que los grupos de investigación y sus integrantes enfrentan al incursionar en la academia. La dura realidad de la investigación se hace evidente cuando los científicos se enfrentan a los múltiples desafíos que acompañan su labor. Las largas jornadas de trabajo en el laboratorio suelen verse obstaculizadas por problemas técnicos, la falta de equipos adecuados y la escasez de personal capacitado.
Estas limitaciones impiden garantizar el cumplimiento estricto de los protocolos, lo que provoca prolongaciones innecesarias de los tiempos estipulados para el desarrollo de los proyectos. A esto se suma un problema fundamental que afecta gravemente el avance de los proyectos: la falta de recursos, lo que dificulta el progreso adecuado de los estudios y puede llevar a resultados inesperados o no concluyentes.
Según el Grupo Banco Mundial, en el años 2020 el gasto en investigación y desarrollo (porcentaje del Producto Interno Bruto [PIB]) en América Latina y el Caribe fue de 0,62%, en comparación con el 3,46% de Estados Unidos, en 2021. Esto explica porqué dicho país es uno de los líderes mundiales en investigación y desarrollo.
En este contexto, los investigadores de países latinoamericanos se ven obligados a trabajar con presupuestos de investigación limitados, lo que distorsiona su labor al tener que adaptarse a las restricciones de los laboratorios, asumir tareas no oficiales de gestión administrativa y mantenimiento de laboratorio, aumentar las horas y la carga laboral sin remuneración adicional, e incluso aportar recursos personales ante la falta de financiamiento institucional.
Esta falta de recursos sumerge a los grupo de investigación en una lucha constante por obtener financiación, lo que representa una de las principales fuentes de estrés y limitación para los proyectos de investigación y los propios investigadores.
Esto genera una intensa competencia entre laboratorios, obligándolos a presentar propuestas de altísima calidad para asegurar los fondos necesarios no solo para el desarrollo de los proyectos, sino también para la remuneración de los investigadores y otros miembros del equipo.
Sin embargo, incluso cuando se logra acceder a estos recursos, a menudo son insuficientes para cubrir tanto los costos representados por los insumos del laboratorio y los salarios del persona, lo que evidencia una profundad inequidad en el sistema. Los investigadores, motivados por su pasión por la ciencia y el conocimiento, se enfrentan a la dura realidad de no recibir el reconocimiento ni el apoyo adecuado por su arduo trabajo y dedicación.
Así, el glamoroso y prestigioso mundo de la investigación puede convertirse en un fuente de desmotivación, al mostrar que, con frecuencia, las limitaciones superan las oportunidades.
La brecha entre las altas expectativas y la dura realidad
A la competencia por la financiación se suma la creciente presión por la frecuencia de publicación, conocida como “publish or perish”. Esta práctica se ha convertido en una herramienta para que los investigadores demuestren las habilidades académicas de su equipo, ya que existe la creencia general de que los equipos con un mayor número de publicaciones en revistas con un buen Q-index, el cual es un parámetro que categoriza la calidad de una revista en un campo o disciplina específicos, son más eficientes y tienen mayores capacidades académicas.
Este afán por publicar se basa en la necesidad de obtener reconocimiento, tanto para los académicos como para sus instituciones, con el objetivo final de acceder a las tan deseadas ventajas que promete el mundo de la investigación.
Es por esto que las universidades y otras entidades académicas suelen medir la competencia de los investigadores a través de la cantidad y calidad de sus publicaciones, las citaciones que estas reciben y la posición de los autores en la lista de autoría.
Como resultado, aquellos académicos que enfocan sus esfuerzos en la enseñanza, en la conducción de protocolos de investigación extensos con hallazgos significativos potenciales, o en proyectos que no resultan en publicaciones inmediatas, corren el riesgo de no ser reconocidos por su trabajo. Esto, a su vez, puede reducir su competitividad frente a las instituciones donde el índice H, que representa el número de cada investigador con h trabajos que han sido citados al menos h veces, tiene un peso considerable en la evaluación de la trayectoria de un académico.
por lo tanto, el concepto de “publish or perish” presenta la problemática de la falta de reconocimiento de los esfuerzos académicos por parte de los investigadores, los cuales no necesariamente conducen al tan deseado resultado de una publicación, sino a contribuciones en los avances científicos.
Esto desmotiva a los investigadores a innovar y a aventurarse en campos de la ciencia que no son ampliamente estudiados debido a su alta complejidad y a los considerables esfuerzos académicos de tiempo requeridos, retrasando, en última instancia, el avance en el desarrollo de la ciencia.
Estas limitaciones representan una importante desconexión entre las promesas idealistas d ela investigación y los desafíos que la práctica de la misma conlleva. Esto es de gran relevancia en el entorno universitario, pues es el lugar donde se establece el contacto inicial de estudiantes apasionados por la investigación, quienes, con gran esfuerzo, dedican su tiempo a entrenarse como futuros investigadores principales con el objetivo final de desarrollar avances e innovación en su campo de interés. Es desde el entorno universitario donde comienza la brecha entre las elevadas expectativas iniciales de los investigadores y la dura realidad de hacer ciencia en la práctica, la cual se empeora y perpetúa a medida que el investigador avanza en su carrera académica.
Así, los estudiantes excepcionales que inician su trayectoria en la investigación con entusiasmo y pasión se ven rápidamente confrontados con los desafíos y obstáculos propios de este campo, lo que limita sus sueños de formar parte del idealizado mundo de la investigación tal como lo imaginaban.
Es por esto que se debe dirigir un mayor porcentaje del presupuesto general de una nación a la inversión en educación e investigación, con el objetivo no únicamente de permitir a los investigadores desarrollar sus proyectos sin las limitaciones ampliamente mencionadas, sino también de avanzar en el desarrollo propio del país.
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