Dice un proverbio chino: “Si el alumno no supera al maestro, ni es bueno el alumno, ni es bueno el maestro”; en otras palabras, la ruptura del status quo a través de ciclos iterativos de reinvención son el motor de avance del conocimiento científico.
Por Andrés Acevedo – Especialista en medicina interna de la Universidad el Bosque / Jheremy Sebastian Reyes Barreto, facultad de medicina de la Universidad de Los Andes, fundador del Grupo de investigación en cáncer y medicina molécula, del Grupo de interés en cáncer y medicina molecular (CAMMO) / Luis Eduardo Pino Villareal, médico especialista en hematología y oncología clínica), programa ejecutivo IA en Salud, Programa IA y Machine Learning, fundador y CEO de OxLER SAS–Medicina Exponencial, director científico del centro de pensamiento AIpocrates – Consultor sectorial nacional e internacional para EPS e IPS
Quizás uno de los ejemplos más memorables de esta frase se encuentra representado en el desarrollo de la teoría atómica durante el siglo XX. Es así como desde la descripción del modelo del pudín de JJ Thomson hasta la explicación del efecto fotoeléctrico por Einstein, cada modelo iba siendo sucesivamente mejorado entre relaciones iterativas maestro-estudiante.
Luego, los memorables registros fotográficos de las conferencias Solvay, patrocinadas filantrópicamente por la industria privada de la época, reflejan la construcción progresiva de este conocimiento entre relaciones cooperativas industria-academia. De este ejemplo, resulta interesante destacar el papel primordial de la academia sobre las mentes jóvenes ávidas de conocimiento en su impulso continuo por la curiosidad científica.
Elaborando un paralelo apenas un siglo después, ¿Qué podría enseñarnos este proceso la academia del siglo XXI, y en especial la colombiana, para la construcción del conocimiento científico en un mundo globalizado postpandemia?
En las siguientes líneas analizaremos críticamente algunas ideas al respecto y proponemos cinco prioridades estratégicas sobre las cuales trabajar en la interacción con estudiantes del sector de la salud en nuestro medio.
Hoy en día vivimos en un escenario tremendamente más acelerado que en aquel entonces. El advenimiento de la inteligencia artificial (IA) representa una de las disrupciones contemporáneas en la historia de la humanidad. Algunos expertos la denominan la segunda revolución industrial o un nuevo renacimiento. Ciertamente, la literatura en IA presenta una explosión inconmensurable.
A manera de ejemplo, desde su lanzamiento público en Julio de este año, ChatGPT ha sido rápidamente adoptado en múltiples campos biomédicos. Al pasado 19 de febrero, esta IA ya tenía 2,456 artículos indexados en la base de datos PUBMED.
Esta masiva cantidad de información ha provocado varias iniciativas de expertos que buscan aportar al clínico de elementos de análisis crítico de la literatura de estudios basados en IA similares a las iniciativas como CONSORT o PRISMA para el caso de la interpretación de estudios clínicos aleatorizados o revisiones sistemáticas, respectivamente.
De acuerdo con una búsqueda reciente en PUBMED, EMBASE, LILACS y Equator Network (Publicación en embargo), existen al menos 19 marcos de referencia específicamente diseñados para la interpretación de estudios que incorporan sistemas de decisión basados en IA en áreas como ortopedia, radiología, dermatología, urología y cardiología, entre otros.
Ninguno de estos marcos de referencia se encuentran adaptados al idioma español. Adicionalmente, no se encontró ningún marco de referencia diseñado específicamente para interpretar y analizar sistemas de decisión clínica basados en IA en ámbitos de habla hispana y menos en la colombiana.
Pero, ¿a qué se debe nuestro rezago en el escenario científico global?
La Figura 2 muestra los resultados de una encuesta aplicada a 67 asistentes al 1er Simposio Virtual en Hematología CAMMO (Grupo de interés en cáncer y medicina molecular), realizado en octubre de 2022 vía virtual. Siendo esta una iniciativa de actualización liderada por estudiantes para estudiantes y con el apoyo científico del Instituto Distrital de Ciencia, Biotecnología e Innovación en Salud (IDCBIS), la encuesta nos vislumbra las principales barreras experimentadas a la hora de participar en proyectos científicos en ámbitos académicos colombianos.
Saltan a la vista factores como la falta de apoyo financiero, las barreras institucionales, la falta de orientación y la escasez de mentores en investigación. En una escala nacional, dichos aspectos ya habían sido identificados previamente en una encuesta aplicada a representantes de 20 instituciones de educación superior pertenecientes a ASCEMCOL (Asociación de Sociedades Científicas de Estudiantes de Medicina de Colombia., con una menor frecuencia de limitaciones de tiempo experimentadas por los estudiantes; posiblemente este cambio obedece al impacto de la pandemia sobre los currículos de medicina.
Prioridades estratégicas para la academia colombiana en un mundo globalizado
En el mundo de la Gerencia Estratégica, es bien conocido el papel de la gestión del recurso humano como una de las actividades de soporte dentro de la Cadena de Generación de Valor de Porter. La integración de este aspecto dentro del resto de procesos de la cadena permite a las empresas la adquisición de ventajas competitivas y como consecuencia, su capacidad de “jugar” en el mercado globalizado.
Para el caso de la academia, este activo cobra una importancia preponderante, ya que el mayor sustrato de dichas instituciones son los estudiantes; sin ellos, simplemente estas no tendrían razón de ser. Por ende, los estudiantes son actores clave de la cadena de valor en cada institución educativa y deben tener un rol protagónico que retroalimente los procesos de investigación y construcción colaborativa del conocimiento.
Motivación de los estudiantes
Aristóteles afirmaba que “Los procesos de motivación estaban guiados por dos polos: agrado y desagrado”. Es así que la motivación está directamente relacionada con las emociones, los sentimientos y el ambiente en el que una persona se desenvuelve.
Trabajar en condiciones precarias en donde el “maltrato” laboral y la discriminación (asociada con el nivel educativo de la persona) afectan directamente a la motivación, en este caso de los estudiantes.
Para nadie es un misterio que las personas con un mayor nivel de estudios van a considerar que los estudiantes, en su gran mayoría, lo único que van a generar es retraso en el proceso de investigación y una carga más para el proyecto.
Es así que, remontándonos a la 3a ley de Newton (acción-reacción), un estudiante que está constantemente degradado por su posición respecto a los demás miembros del equipo, en donde simplemente va a recibir críticas y maltrato, no va a desempeñar un buen papel en el equipo reforzando la tesis de sus superiores, es decir, se convierte en un círculo vicioso (Figura 4).
Uno de los autores de estas líneas recuerda las palabras de un “gran” investigador hace unos años cuando le comentó una idea de investigación. Buscando un espacio de mentoría en el área, la respuesta estuvo cargada de críticas y frases despectivas como “usted nunca va a poder hacer eso”, “eso no lo hace ni alguien con doctorado”, “bájese de esa nube”.
La motivación en ese momento descendió a niveles nunca antes vistos, a lo que siguieron preguntas como: ¿Son estos investigadores buenos docentes? ¿Son ellos los mismos que formarán a los ciudadanos del futuro?, ¿Los estudiantes estamos pagando tan exorbitantes matrículas para recibir educación sin el incentivo adecuado? Parafraseando, las habilidades clínicas o investigativas de un docente no necesariamente implicarán la misma destreza de sus habilidades gerenciales: es este un ejemplo inverso de modelos de rol que los estudiantes debemos y esperamos inculcar en nuestro medio.
Es bien conocido que la cultura de la educación, investigación y de ruptura del status quo no se ha arraigado completamente en nuestro medio. Ya hemos resaltado algunas de las limitaciones a las que los estudiantes se ven avocados al construir experiencias investigativas, pero resaltamos las barreras económicas en nuestro medio.
Un análisis de costos llevado a cabo en 2018 demostró que el costo total de la formación de un médico en Colombia ascendía a $80971.80 USD en una universidad privada y de $54971.79 USD en una pública mientras que el tiempo de retorno de la inversión era de tres años-seis meses y siete años- tres meses, respectivamente.
Paradójicamente a lo esperado después de la explosión de la virtualidad durante la pandemia, en el presupuesto de nuestras instituciones educativas pareciera seguir siendo prioritaria la construcción de instalaciones ultrasofisticadas sostenidas mediante matrículas exorbitantes que no generarán un retorno inmediato a la inversión de los beneficiarios.
Resaltamos pues la necesidad urgente de priorizar las actividades de investigación y desarrollo enfocadas en las prioridades en salud como estrategia para hacer los costos educativos accesibles y asumir el reto de formar especialistas de calidad acorde con las necesidades del país. Las nuevas tecnologías en educación tales como la IA son una alternativa valiosa y necesaria de implementar en nuestro medio.
A manera de ejemplo, la empresa OpenAI recientemente publicó en el blog de su IA ChatGPT una guía para docentes que desean incorporar estas tecnologías en sus estrategias educativas.
Falta de apoyo docente
Ya hemos mencionado que el estatus quo tan predominante en el gremio médico solo conllevará al cierre de las puertas a nuevas ideas de parte de los estudiantes, interrumpiendo los ciclos iterativos de innovación entre maestros y estudiantes.
En experiencia de uno de los autores, resulta muy difícil conseguir un acompañamiento, guía y tutoría en investigación cuando la inversión en ideas de los estudiantes genera pérdida del recurso, disminución de la motivación de los estudiantes y el consecuente déficit de generación de conocimiento científico en la institución.
La falta de cultura investigativa en las instituciones a nivel Colombia y Latinoamérica ha implicado nuestro regazo en el escenario científico mundial y la Academia no resulta ajena a dicho fenómeno.
Falta de inversión
Es bien sabido que la colaboración en investigación ha potencializado la investigación en regiones como Europa a partir de la experiencia de grupos cooperativos como el EORTC (European Organisation for Research and Treatment of Cancer, por sus siglas en inglés).
Un análisis previo de las publicaciones indexadas en Cáncer en Latinoamérica entre 2000 y 2018 demostró que la productividad científica estuvo asociada a factores como número de autores en una red colaborativa y porcentaje del PIB invertido en actividades de investigación. Por ende, creemos firmemente en la urgencia de crear y sostener redes de investigación que permitan fortalecer nuestras capacidades nacionales y regionales.
Falta de tiempo para investigar
El tiempo es de los activos más valiosos de una persona. Una problemática que abarca nuestro país es que no se destina un periodo de tiempo establecido para investigar. En contraste con otros países, Colombia no tiene establecido un ecosistema para la investigación dentro del marco de la productividad. La mayoría de la producción científica en Colombia se desarrolla en el plano del “tiempo libre” de los individuos; esto conlleva a investigaciones resultantes de grandes esfuerzos sobrehumanos a costa del tiempo de familia o incluso el personal.
Todo esto concluye en que se vea a la investigación como un pasatiempo más y no se le da el papel que se merece como prioridad estratégica de nuestras instituciones y en general del país. Creemos en la importancia de enseñar a nuestros estudiantes habilidades de autogestión tales como priorización y delegación efectiva de tareas, uso eficiente del tiempo, creación de redes en investigación y aprovechamiento de iniciativas de mentorías con alcance global.
Conclusión
La pérdida del rol protagónico de la academia en el desarrollo del conocimiento científico es un tema que debe abordarse con seriedad y sentido de urgencia. La pandemia del SARS-CoV-2 demostró la capacidad de la ciencia y la investigación para dar respuestas rápidas y efectivas ante desafíos globales. Sin embargo, en el contexto colombiano, existen barreras que dificultan el pleno desarrollo del potencial de los estudiantes como agentes de cambio en la construcción del conocimiento científico.
Es imperativo que la academia colombiana reafirme su compromiso con la formación integral de los futuros profesionales y científicos. Para ello, es fundamental:
– Fomentar una cultura de respeto y apoyo hacia los estudiantes investigadores, reconociendo su papel crucial en el avance del conocimiento.
– Garantizar la asignación de recursos financieros y orientativos para proyectos de investigación estudiantil, promoviendo la innovación y la creatividad.
– Facilitar la interacción entre estudiantes y mentores, asegurando un ambiente de trabajo colaborativo y enriquecedor.
– Establecer políticas institucionales y gubernamentales que prioricen la investigación como una actividad fundamental dentro de la academia.
– Destinar un tiempo específico para la investigación, brindando a los estudiantes la oportunidad de dedicarse plenamente al desarrollo de proyectos científicos.
Solo mediante un esfuerzo conjunto de todas las partes involucradas en el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, podremos superar los obstáculos actuales y alcanzar un futuro en el que la academia colombiana retome su papel protagónico en la construcción del conocimiento científico.
Es hora de dar paso a una nueva era de cooperación, innovación y excelencia académica que beneficie a nuestra sociedad y a la comunidad científica global.
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