Los burdeles del saber: entre artículos vendidos y egos comprados
Actualidad, Controversia

Los burdeles del saber: entre artículos vendidos y egos comprados


Por: Jheremy Sebastian Reyes Barreto, médicode laUniversidad de Los Andes, Fundador del Grupo de investigación en cáncer y medicina molecular (CAMMO), University of Pittsburgh Medical Center / Luis Miguel Navarro Ramirez, médicode laUniversidad de Los Andes, Grupo de investigación en cáncer y medicina molecular (CAMMO) / David Santiago Preciado Pinzón, Biólogo, estudiante  de medicinade la Universidad Nacional de Colombia, Grupo de investigación en cáncer y medicina molecular (CAMMO / Diego Alejandro Vivas Giraldo, Emergenciólogo, Fundación Santa Fe de Bogotá; director de Pregrado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes; Magister en Educación Médica

En los rincones más oscuros de la academia contemporánea, se ha instalado un fenómeno inquietante que amenaza con socavar uno de los pilares más sagrados del quehacer científico: la autoría. Lo que antes era sinónimo de mérito, dedicación intelectual y responsabilidad científica, hoy se ha convertido —para muchos— en un espacio disponible al mejor postor. Se venden puestos de coautoría como si se tratara de boletos de avión o entradas para un concierto. Se compra prestigio, se arrienda visibilidad, se alquila reconocimiento. La ciencia, en este contexto, ya no se construye: se negocia.

Basta con navegar unos minutos en ciertos grupos de Telegram o Facebook para encontrar ofertas que bordean lo grotesco: “Artículo en revisión en la revista Scopus. Cupos disponibles como segundo y tercer autor. Entrega en 10 días. Incluye DOI”, “Necesitamos coautores para publicación médica. No se requiere redacción ni revisión. Solo aporte económico”, “Autoría garantizada en revistas Q1. Precios según el orden de aparición. Trabajo ya aceptado.”

Detrás de estas frases hay un negocio consolidado que se alimenta de la desesperación, la presión institucional por publicar y la falta de control real en el proceso editorial. Es, sin rodeos, una forma de prostitución académica, donde los valores fundamentales de la ciencia —la honestidad intelectual, la transparencia y el esfuerzo colectivo— se diluyen en transacciones silenciosas que pocos se atreven a denunciar.

Una epidemia silenciosa

Este no es un fenómeno marginal. Un estudio publicado en Research Integrity and Peer Review (2021) reveló que hasta un 13 por ciento de los académicos encuestados en Europa y Asia admitieron haber participado en algún momento en prácticas de “autoría honoraria” o “autoría invitada”. Y en muchos países de América Latina, donde publicar se ha vuelto una condición sine qua non para acceder a programas de residencia médica, ascensos docentes o becas internacionales, el incentivo perverso de “publicar o perecer” se ha transformado en una distorsión estructural.

En Colombia, por ejemplo, varios portales ofrecen servicios de redacción y publicación científica que, en sus letras pequeñas, permiten “incorporar autores externos en etapa de revisión o prepublicación”. En otras palabras: quien paga, figura. ¿Qué importa si no participó en el diseño del estudio, en la recolección de datos o en la discusión de los resultados? Lo relevante es el DOI y el índice de impacto.

El espejismo del prestigio

Esta lógica utilitarista reduce el conocimiento a una métrica cuantitativa, vacía, desprovista de ética. La autoría deja de ser un reconocimiento al trabajo realizado y se convierte en una especie de moneda académica que se puede adquirir, intercambiar o falsificar. Y lo más preocupante: muchos de estos artículos terminan indexados en revistas legítimas, no en publicaciones depredadoras. Eso implica que incluso los espacios más serios pueden ser vulnerables a este fraude, especialmente si no exigen declaraciones detalladas de contribución de autoría o si los revisores no tienen acceso a los aportes individuales.

La consecuencia es devastadora: se pierde la trazabilidad de la verdad científica. Un investigador que figura como coautor sin haber leído siquiera el manuscrito no puede asumir responsabilidad ética sobre lo publicado. Si se comete un error, si se detecta un plagio o si se falsean los datos, ese “autor” no puede defender la obra. Pero allí está, con su nombre en PubMed y un nuevo ítem en su currículum vitae.

Ética bajo amenaza

El Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (ICMJE) define de forma estricta quién merece ser autor: debe haber contribuido sustancialmente al diseño del estudio o la recolección de datos, haber participado en la redacción o revisión crítica del manuscrito, aprobar su versión final y aceptar responsabilidad por el contenido. Nada de eso ocurre cuando se paga por figurar. Esa persona no es autora; es cliente.

Y, sin embargo, estas prácticas se multiplican. En parte, porque las instituciones académicas aún siguen premiando el número de publicaciones por encima de la calidad y del aporte real. Y en parte, porque existe un silencio cómplice: muchos saben que esto ocurre, pero prefieren no incomodar, no denunciar, no hablar. El silencio también es corrupción.

¿Hacia dónde vamos?

Si la ciencia comienza a funcionar con las lógicas del mercado negro, si los artículos se transforman en vitrinas donde los más adinerados compran su entrada a la élite académica, entonces estamos en una pendiente peligrosa. Hoy se venden autorías. ¿Mañana qué? ¿Se venderán los resultados? ¿Se contratarán empresas para falsificar bases de datos? ¿Se pagará por retractar a un autor molesto?

No es exageración. La línea entre la presión académica y la corrupción estructural es más delgada de lo que parece.

Llamado urgente

La comunidad científica debe reaccionar. Es imprescindible que las revistas exijan declaraciones de autoría detalladas, que los comités de ética revisen con lupa los aportes reales, y que las universidades dejen de premiar la cantidad de publicaciones sin mirar su integridad. Pero más allá de eso, es urgente reconstruir el sentido de lo que significa investigar. Publicar no puede ser un fin en sí mismo. Debe ser la consecuencia natural de haber preguntado, explorado, descubierto y reflexionado.

Lo que está en juego no es solo la calidad de los artículos. Está en juego la credibilidad de la ciencia, el valor del mérito y la equidad en el acceso al reconocimiento académico. Si permitimos que los burdeles del saber se multipliquen, habremos convertido la academia en un teatro donde todo es apariencia y nada es verdad.

Es tiempo de cerrar esas puertas oscuras y devolverle a la autoría su verdadero sentido: ser la voz legítima de quien piensa, investiga y transforma.

marzo 26, 2025

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comité Editorial

Director
Dr. Stevenson Marulanda Plata

Editora
Maricielo Acero Rodríguez

Asesores Médicos
Dr. Jorge Diego Acosta Correa
Dra. Ivonne Díaz Yamal
Dr. Oswaldo Alfonso Borraez
Dr. Samuel Barbosa

Contacto comercial
Mary Stella Ardila Guzmán

NOSOTROS

Epicrisis es el órgano oficial de comunicación del Colegio Médico Colombiano. La opinión y conceptos personales expresados en los artículos firmados por un tercero no reflejan la posición de Epicrisis o el Colegio Médico Colombiano.

PBX: (+571) 746 3489 – Celular:(+57) 314 566 2174 – (+57) 323 232 4543 – (+57) 323 232 7752 – (+57) 314 566 2198Email : pqrs@colegiomedicocolombiano.org
Dirección: Carrera 7 # 69 – 17 – Bogotá, Colombia