La oncología ha avanzado a pasos agigantados en los últimos años, y una de las terapias más innovadoras y revolucionarias es la terapia con células CAR-T.
Por Doctor Jheremy Sebastian Reyes Barreto, médico de la Universidad de Los Andes; fundador del grupo de investigación en cáncer y medicina molecular (CAMMO) / Doctor Jheremy Enrique Reyes Castellanos, hematólogo de los Cobos Medical Center y de los Nogales; profesor de la Universidad El Bosque; mentor del Grupo de investigación en cáncer y medicina molecular (CAMMO).
Esta técnica consiste en modificar genéticamente las propias células T del paciente para que reconozcan y ataquen a las células cancerígenas, abriendo una puerta de esperanza para los pacientes con cánceres que han resistido todos los tratamientos convencionales. Sin embargo, su implementación en Colombia plantea una serie de desafíos y oportunidades que deben ser cuidadosamente analizados.
El potencial transformador de la terapia CAR-T
La terapia CAR-T ya ha demostrado resultados sorprendentes en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer, como el linfoma de células B y el mieloma múltiple, donde las opciones terapéuticas se limitan una vez fallan las quimioterapias y otros tratamientos.
Para muchos pacientes en etapa avanzada, esta terapia puede representar la diferencia entre una muerte inminente y la posibilidad de una remisión prolongada.
En un país como Colombia, donde el acceso a terapias oncológicas avanzadas sigue siendo limitado, la llegada de la terapia CAR-T podría transformar la oncología y ofrecer a los pacientes una esperanza renovada. ¿Pueden imaginar lo que sería para un paciente colombiano con un diagnóstico devastador tener acceso a la misma tecnología que en países como Estados Unidos o Alemania?
La posibilidad de sobrevivir más años, con una buena calidad de vida, no es solo un sueño, es una realidad que la terapia CAR-T podría hacer posible. (gráfico 1)

El Alto Costo: ¿un sueño inalcanzable?
Sin embargo, la principal barrera para la implementación de CAR-T en Colombia es su altísimo costo. A nivel internacional, el tratamiento puede costar más de 400.000 dólares por paciente, una cifra inimaginable para la mayoría de los pacientes colombianos y que representa un gran
desafío incluso para el sistema de salud pública del país. ¿Cómo puede Colombia, un país con limitaciones en su presupuesto de salud, costear una terapia tan cara para una población en creciente necesidad de tratamiento oncológico avanzado?
Si bien los avances médicos son siempre bienvenidos, es inevitable preguntarse si CAR-T será accesible solo para aquellos con recursos económicos suficientes o si podría agravarse aún más la desigualdad en la atención médica en Colombia. La pregunta no es solo cuándo llegarán estas terapias, sino para quienes estarán disponibles. (gráfica 2)

Infraestructura y capacitación: otro obstáculo mayor
No es suficiente con traer la tecnología; también es necesario contar con la infraestructura y el personal capacitado para administrar y manejar los riesgos de la terapia CAR-T. Los pacientes tratados con CAR-T pueden experimentar efectos secundarios graves, como el síndrome de liberación de citoquinas y neurotoxicidad, que requieren atención especializada y recursos hospitalarios avanzados.
Actualmente, solo algunos de los principales centros oncológicos del país estarían en capacidad de manejar los rigores de este tratamiento. ¿Qué pasaría con los pacientes de zonas rurales o de ciudades intermedias? Probablemente, tendrían que viajar a grandes ciudades como Bogotá o Medellín, incrementando aún más las barreras de acceso. Por lo tanto, la implementación de CAR-T en Colombia no solo es una cuestión de traer la tecnología, sino de invertir en formación y equipamiento a nivel nacional. (gráfica 3)

Seguridad y manejo de efectos secundarios
Uno de los mayores riesgos de la terapia CAR-T son sus efectos adversos, principalmente el síndrome de liberación de citoquinas (CRS), que puede ser potencialmente mortal si no se maneja adecuadamente.
Aunque en países como Estados Unidos se cuenta con protocolos claros y medicamentos específicos para manejar este tipo de complicaciones, en Colombia aún no es claro si los hospitales están completamente preparados para asumir estos riesgos.
Es probable que, al menos en una fase inicial, se deba realizar una selección cuidadosa de los centros médicos y los pacientes a tratar. ¿Será posible crear un protocolo eficiente y rápido para manejar estas complicaciones en hospitales del sistema público? La seguridad de los pacientes debe ser la principal prioridad, y será crucial evitar que el entusiasmo por las nuevas terapias comprometa la rigurosidad médica.
¿Una nueva era del tratamiento oncológico?
A pesar de los desafíos, la implementación de CAR-T en Colombia podría representar el inicio de una nueva era en la medicina oncológica del país. Si bien el alto costo y las necesidades de infraestructura son obstáculos importantes, el potencial de esta terapia para salvar vidas no puede subestimarse.
Con la colaboración del gobierno, hospitales y la industria farmacéutica, podría ser posible establecer un modelo sostenible para hacer que CAR-T esté disponible para quienes más lo necesitan, sin generar una sobrecarga insostenible al sistema de salud.
Conclusión
La terapia CAR-T representa una de las innovaciones más emocionantes en el tratamiento del cáncer, pero su implementación en Colombia requiere un enfoque cuidadoso y una inversión considerable en recursos, personal e infraestructura. Si se superan estos desafíos, esta tecnología podría transformar la vida de miles de pacientes colombianos, brindando esperanza a quienes enfrentan pronósticos sombríos.
Sin embargo, el debate sobre cómo financiar y distribuir esta terapia aún está lejos de resolverse. La promesa de CAR-T es inmensa, pero también lo son los retos que debemos enfrentar para que sea una realidad accesible y justa para todos los colombianos. (gráfica 4)

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