El cardiopediatra de la Colombia profunda
Monitor Salud

El cardiopediatra de la Colombia profunda


Víctor Hugo Rodríguez Muñoz, un médico caucano, lleva 15 años atendiendo gratuitamente niños con cardiopatías en las regiones más inhóspitas, apartadas y violentas del país. Se financia con recursos propios y el concurso de algunas EPS.


En Santander de Quilichao, cuando se desempeñaba como pediatra hacia 2005, sintió que algo andaba mal en las zonas violentas y apartadas del país. Los niños con cardiopatías genéticas llegaban a consulta cuando el corazón se estaba apagando y las probabilidades de recuperación estaban fuera del alcance de la ciencia.

Luego, en la Fundación Clínica Shaio, donde llegó a especializarse en cardiología, observó que los niños remitidos de los lugares remotos de Colombia, como Guapi, Istmina y otros municipios incrustados en las selvas del Chocó, Putumayo, Caquetá y el Amazonas, ingresaban a las salas de urgencia para una intervención que más parecía un milagro que una opción médica.

Si estos niños llegaran a tiempo, las posibilidades de salvación serían, inclusive, del 100%, pensó. Es más: en muchos casos no se requerirían complejas cirugías como las de corazón abierto, sino de tratamientos rutinarios, con seguimientos periódicos, que es lo recomendable en toda afección cardíaca.


Con el apoyo de médicos de hospitales intervenidos por la Supersalud y de algunas EPS, el cardiopediatra, Víctor Hugo Rodríguez, ha diagnosticado y tratado cerca de 100.000 niños y niñas en zonas apartadas del país.


La chispa

Entonces, revisando los historiales médicos encontró que había un lugar común: las remisiones provenían de lugares remotos, afectados por la degradación del conflicto, de difícil acceso, con niveles de pobreza extrema, donde además es común la endogamia (unión de familiares con la misma línea genética), los embarazos en edades prematuras, los partos de añosas -dice-, las multíparas (demasiados hijos) y la malnutrición. Estas regiones también padecen el flagelo de la minería ilegal, el vertimiento de químicos a las corrientes hídricas y las fumigaciones a los cultivos ilícitos.

Había un dilema. Seguir atendiendo remisiones extemporáneas de niños que llegaban con afecciones cardíacas avanzadas o buscar una alternativa que se anticipara al deterioro de patologías como la Anomalía de Ebstein (posición incorrecta de la válvula tricúspide), la atresia pulmonar, el síndrome del ventrículo izquierdo hipoplásico, o la Tetralogía de Fallot, que es un defecto de nacimiento que afecta el flujo normal de sangre por el corazón.

No lo dudó. Hay que ir a los territorios. La atención oportuna y pertinente evita el deterioro en la salud de los pacientes y los libera, inclusive, de una muerte precoz.

Después de cada diagnóstico y cirugía se le hace seguimiento a los pacientes.

Pequeños corazones

Así nació el proyecto “Volando para cuidar pequeños corazones”. Eso fue en 2007, recuerda el médico Víctor Hugo Rodríguez Muñoz, un cardiopediatra, hijo de otro médico, el doctor Víctor Manuel Rodríguez, quien fue el fundador de la primera unidad de cuidados intensivos neonatales del Cauca.

Las primeras brigadas las hizo en Santander de Quilichao, un municipio afectado por conflictos sociales, deterioro ambiental a raíz de la minería ilegal y elevada presencia de población flotante.

Con recursos propios adquirió equipos biomédicos portátiles de última generación como ecocardiógrafos, electrocardiógrafos, holter cardíaco y monitores de presión arterial, esenciales para la consulta especializada y valoración cardiológica.

“Fue una experiencia extraordinaria. Pudimos hacer consultas y diagnosticar a muchos niños y niñas con diversas afecciones y gestionar remisiones a centros especializados de alta complejidad ubicados en Cali y Bogotá cuando los casos lo ameritaban”, señala.


“Cuando las cardiopatías se diagnostican oportunamente y se tratan apropiadamente, se salvan vidas y se mejoran las condiciones y bienestar de los niños pacientes”, señala el Titán de las zonas apartadas y violentas del país.


Una coincidencia

Para la época coincidió con el doctor Javier Molineros, un pediatra del Hospital San Andrés de Tumaco, actualmente intervenido por la Superintendencia Nacional de Salud, y quien se ha convertido en un protagonista de la salud infantil atendiendo niños y niñas con enfermedades raras en este puerto del Pacífico.

Con él organizó brigadas que se han multiplicado desde el 2008, dando como resultado 1.926 diagnósticos y tratamientos, sobre todo a habitantes del área rural del municipio donde las malformaciones abundan.

De ahí en adelante el proyecto “Volando para cuidar pequeños corazones” no ha parado. En 2013, las brigadas llegaron a Putumayo; En 2015 a Amazonas; en 2017 a la Costa Pacífica del Cauca, con énfasis en Guapi; en 2018 a San Andrés Islas y Providencia y en 2019 a Nariño.

El equipo médico hace sus desplazamientos a los lugares remotos en avioneta.

Entre diagnósticos y tratamientos, las intervenciones ya superan la cifra de 99.700, pues además de las cardiopatías congénitas, se incluyen otras patologías que se derivan de nacimientos prematuros y postérmino, la hipertensión arterial sistémica (común entre los afrodescendientes), las arritmias y aquellas originadas en anemias de las células falciformes.

“El otro gran círculo donde nosotros impactamos son los niños con síndrome de Down, pues la mayoría de ellos viene con cardiopatías congénitas”, advierte y precisa que en las zonas apartadas y conflictivas no se atiende debidamente a este segmento de la población.

Labor de altura

Ejecutar este proyecto, que ya completó tres lustros, no ha sido fácil. Al principio el doctor Rodríguez Muñoz viajaba solo con María Alejandra Macías, su auxiliar de enfermería y mano derecha desde el inicio de la aventura. Ella se encargaba de programar las giras, conseguir los sitios para la atención y tomar los datos de los pacientes, muchos de ellos sin afiliación ninguna y sin documentos de identificación.

Pero a medida que las brigadas se han extendido a otros territorios como Amazonas y Caquetá, la logística se ha ido sofisticando, lo mismo que la disponibilidad del talento humano. Hay sitios donde solo se llega en avioneta y eso tiene un costo que corre por cuenta de la billetera del médico, quien fue reconocido como el Titán 2020 Caracol en la categoría de salud y bienestar. La atención es gratuita porque las mamás y los papás de los pacientes son, generalmente, pobres. “Mi recompensa es una sonrisa, aunque a veces se me aparecen señoras con tres huevos de corral, una bolsa de chontaduros, una gallina o racimo de plátanos”, dice el cardiopediatra.

Lo cierto es que actualmente la logística empieza con la selección de la región a visitar, la financiación del viaje, la parametrización de los pacientes y la toma de electrocardiogramas y ecografías. Previamente, se envía un equipo de enfermeras que se encarga de adelantar el trabajo y que es dirigido por la jefe María Victoria Rivera, otra payanés que ha estado en las buenas y en las malas, en las turbulencias de los viajes, en las travesías por lancha en lugares casi inaccesibles y experimentado todos los riesgos de regiones en conflicto.

Como el proyecto ha tomado vuelo, ahora se cuenta con un equipo médico compuesto por cardiólogos pediatras, cardiólogos del paciente adulto, enfermeras, fisioterapeutas y auxiliares de enfermería, quienes apoyan la atención en las brigadas y ejecutan planes de educación a la comunidad sobre promoción de la salud y prevención de la enfermedad, estilos de vida, alimentación saludable, signos de alarma y educación sobre cardiopatías congénitas.

A raíz del reconocimiento Titán Caracol, el 25 de agosto de 2021, en plena pandemia, se creó la fundación VHR Víctor Hugo Rodríguez, la cual busca seguir extendiendo alas en los territorios apartados y violentos del país y continuar sanando corazones de pequeños y grandes.

Diagnósticos y tratamientos

José Juan Carlos Mafla Riascos hace parte de los 99.767 menores diagnosticados y tratados por el doctor Víctor Hugo Rodríguez en estos 15 años de altruismo. Es de Guapi, uno de los tantos municipios pobres del Pacífico Colombiano y resultó, a sus 8 meses, con Atresia Tricúspidea Clásica y Síndrome de Corazón Izquierdo Hipoplásico, defecto de nacimiento que afecta el flujo normal de la sangre por el corazón

Debido a la complejidad del diagnóstico, el niño fue remitido a Cali, y luego de la primera operación se le hicieron 2 más, con controles semestrales. Hoy tiene 6 años y lleva una vida normal. Pudo haber muerto precozmente. “Si no hubiera sido por la atención oportuna que se logró gracias a la brigada del doctor Víctor Hugo que llegó a Guapi, no estaría acompañándome”, afirma Nelly Riascos, su mamá.

Yeiber Vanguera, también de Guapi, lleva tres operaciones de corazón abierto y recientemente se le practicó un cateterismo. Sin el diagnóstico y la intervención oportuna su corazón se hubiera apagado hace tiempos. “Nunca hubiera podido reunir los 500.000 pesos para llevarlo a Cali”, dice Beatriz, su progenitora.

Fuente: Publicación digital de la Superintendencia Nacional de Salud. Revista Monitor Salud. Ed. 08 (Enero – Marzo), 2022

abril 26, 2022

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