El covid-19 no solo incorporó y puso de moda nuevos términos, sino que trajo hábitos y prevenciones que hoy, algunos de ellos, resultan descabellados.
El 16 de marzo de 2020 hubo un gran revuelo: “Confirman primer caso de coronavirus en Colombia”, titularon la mayoría de medios de comunicación del país. El virus, que había aparecido en Whujan (China) a mediados de diciembre de 2019 ya se había expandido en Europa y llegó a Bogotá a través de una joven procedente de Milán (Italia).
Las medidas siguientes no se hicieron esperar. El 12 de marzo se decretó la Emergencia Sanitaria, cinco días después llegó la Emergencia Económica, Social y Ecológica, y el 22 de marzo se impuso el aislamiento preventivo obligatorio, o cuarentena.
Todo fue como una pesadilla. Las medidas eran difíciles de interpretar, pese a que hicieron esfuerzos pedagógicos; emprezaron a escucharse términos inusuales; abundaron las recetas caseras para prevenir el contagio y surgieron las especulaciones sobre el origen del virus.
El temor abundó. Las entradas a casas y apartamentos se convirtieron en una especie de zapatería; los porteros recibieron el mandato de tomar la temperatura, muchos fumigaban con alcohol paquetes de los domicilios y algunos adquirieron máscaras antigases.
Todo un cambio. El coronavirus, como se denominó al principio, generó improvisaciones, modificó hábitos, provocó incertidumbre y aceleró la digitalización.
Diciembre de 2020 fue un mes de preocupaciones. El propio gobierno recomendó realizar la novena virtualmente y evitar los viajes. Las ventas cayeron y no hubo celebraciones masivas ni para el 24 ni para el 31. Pese a todo, enero de 2021 empezó con un rebrote que llevaron los hospitales al tope.
Términos de moda
Lo cierto es que en el 2020 empezaron a ponerse de moda términos como pandemia (hasta entonces lo más común era epidemia), resiliencia, re-inventar, tapabocas, virus, confinamiento, antígenos o PCR, aforo, los cuales apenas se empleaban en entornos especializados.
Fue tanto el furor del nuevo vocabulario, que la Real Academia Española -RAE- y la Asociación de Academias de la Lengua Española publicaron el listado de los 12 términos más novedosos del año 2020, entre los cuales pandemia y cuarentena fueron los más repetidos.
Inclusive, la RAE admitió el verbo cuarentenar y estableció una nueva acepción para la palabra confinamiento, que estaba incorporada al diccionario desde 1843, pero que se redifinó en función de las características del aislamiento desatado por el coronavirus.
Precisamente, esta última fue la palabra en español más buscada en el popular motor de internet, Google, durante 2020, según sus estadísticas oficiales.
La apropiación
El fenómeno de la creación de una terminología específica durante la pandemia tiene dos componentes fundamentales, que son la apropiación de palabras de otros idiomas -principalmente del inglés- y el traspaso de términos especializados al lenguaje cotidiano.
Alberto Mercado, lingüista y profesor de la Universidad Javeriana de Bogotá, explica que “buena parte de los hablantes no saben -o no sabemos- qué significan algunas de las palabras de la pandemia con la precisión que lo saben los especialistas, pero tampoco es imprescindible para que las incluyamos en el discurso común”.
Para Juan Manuel Espinosa, Subdirector Académico del Instituto Caro y Cuervo, esta terminología responde a la necesidad de nominar lo que sucede en la pandemia y describir lo que se vive en las calles.
El cambio más importante se dio por la necesidad que tenía la población de utilizar el conocimiento estadístico, que no era común antes. “La gente empezó a hablar de porcentajes de ocupación de UCI, el porcentaje de población que debe estar vacunada, cómo se calcula el nivel de muertes por cada cien mil habitantes, y eso empieza a influir en las palabras con las que se habla acerca de este fenómeno”, explica el profesor Espinosa.
Más aún, Edwin Guzmán Molina, sociólogo de la Universidad Nacional, afirma que estas palabras incorporadas al habla cotidiana tiene la connotación de creadoras de realidad.
Aunque antes estaba incluida en el diccionario, la palabra pandemia no existía en la mente de las personas, pero ahora hace parte de nuestra realidad y es normal que la gente la utilice”, sostiene el profesor Guzmán.
Lo que resultó obsoleto
- Quitarse los zapatos al ingresar a lugares cerrados: Fue una medida preventiva muy común al inicio de la pandemia. Luego se descubrió que no generaba ningún efecto positivo en el control del virus.
- Rociar alcohol en los empaques de los domicilios: En un principio se difundió que esto era necesario. Pero luego se aceptó que era improductivo.
- Quitarse la ropa al ingresar a la casa: Producto de las paranoia, las personas solían desvestirse al ingresar a sus casas luego de llegar de la calle. Sin embargo, la ropa no era un foco de contagio importante.
- Conspiraciones contra las vacunas: Una vez producidas las primeras vacunas, circularon versiones que afirmaban que estas contenían chips para controlar el comportamiento de la humanidad.
- Desinfectar con alcohol la pantalla del celular: Se afirmaba que la pantalla del celular, al estar expuesta al aire libre, podría capturar el Covid-19 y transmitirlo al usuario. No es así.
- Tomar agua de panela con jengibre o agua de moringa: Se llegó a decir que el agua de moringa prevenía el coronavirus y que el jengibre podía curar el virus más rápido. No existe ninguna evidencia.
- Utilizar máscara antigases: Hubo muchas personas que emplearon estos elementos en lugar del tapabocas, pero en realidad estos no impedían el contagio del virus, sino que lo permitían con mayor facilidad.
- Vestirse con trajes anti-fluidos: Los trajes antifluidos usados por los médicos se popularizaron al inicio de la pandemia, pero como no se conocían las instrucciones de su uso, estos fueron contra-producentes.
Fuente: Publicación digital de la Superintendencia Nacional de Salud. Revista Monitor Salud. Ed. 07 (Octubre – Diciembre), 2021
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