Un catálogo de leyes muertas
Por Stevenson Marulanda Plata – Presidente CMC
INTRODUCCIÓN
El suicidio anómico.
Finalizando el siglo XIX, el francés Émile Durkheim ꟷpadre de la sociologíaꟷ, inventó el término suicidio anómico. Ciertamente, en su libro “El suicidio”, acuñó este concepto, para referirse al suicidio como un hecho social y no psicológico. En otras palabras: el suicidio derivado del caos proveniente de las graves alteraciones de la sociedad debido a la injusticia e impunidad por la falta de normas o por incumplimiento de las existentes. Situación que llamó anomia: a, sin: nomos, norma.
En efecto, Durkheim sostenía que “la sociedad es la encargada de integrar y regular la conducta de cada uno de los individuos que la forman a partir del establecimiento de normas, con el fin de lograr un orden estable que les permita desarrollarse plenamente, pero si la sociedad no cumple adecuadamente esto, cae en una situación de anomia, pierde su fuerza para regular e integrar a los individuos, pudiendo producirse consecuencias adversas tales como el suicidio”.
Durkheim consideró la anomia como un mal crónico de la sociedad de su tiempo, y el factor explicativo de un porcentaje significativo de suicidios de la Europa de finales del siglo XIX.
Algunos científicos sociales teóricos, apoyados en Durkheim, definieron el perfil mental y el comportamiento de los individuos anómicos, es decir, aquellos que sufrían el impacto profundo de una sociedad anómica: estado de ánimo roto, debilitado, desregulado, baja autoestima, insatisfacción y percepción negativa de la sociedad, pérdida de su sentido de cohesión social, percepción del trabajo rutinario y degradante, pérdida de la diferencia entre lo justo y lo injusto, lo legítimo y lo ilegítimo, desviación social y existencia de modelos de conducta marginales o no permitidas.
En este orden de ideas Colombia es una sociedad anómica. Un ancianato de normas muertas. Otras son mortinatas. Las pobrecitas nacen muertas. La impunidad y la injusticia las matan antes de llorar y dar el primer respiro.
Así ha sucedido con las que han intentado modificar o corregir la ley 100 de 1993. De igual manera, las viejas leyes laborales que protegen a los trabajadores de la salud han sido impunemente sacrificadas, pero las más recientes también.
Y peor aún, las distintas autoridades que nos gobiernan, idénticas, las resucitan o clonan sucesivamente, pero sin darse cuenta de que estaban muertas o de que existían antes.
Esfuerzo inútil: la injusticia, la impunidad y la anomia las van a volver a matar.
De este modo es que nuestro sistema sanitario y laboral, está abigarrado y apretujado, de leyes, decretos, planes, programas, estrategias, resoluciones, y fallos difuntos: muertos: occisos víctimas de la anomia.
Desafortunadamente, esta condición anómica, es el modus vivendi cotidiano de un porcentaje importante, por no decir la inmensa mayoría del talento humano que sirve y sostiene nuestro sistema de salud.
Este documento, entonces, recopila y comenta de manera ordenada, cronológica y jerárquica, todas las normas de salud y laborales que consideramos tiene algún grado de anomia, con el fin de que les sirva de guía y cartilla a nuestros congresistas, gobernantes, jueces y órganos de control, y a la opinión pública general, de manera que todo el país no permita que se incurra, o siquiera se intente rescribirlas, sino que toda la Nación colombiana, con una sola voz exija que se cumplan, y que se acabe la injusticia y la impunidad que nos está gobernando.
Para terminar: el derecho fundamental de la salud y la dignidad del talento humano que lo sirve son utopías imposibles en una sociedad anómica donde las diosas coronadas son la injusticia y la impunidad.
Fonseca julio 20 del 2021.
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