“Salud mental: la próxima pandemia”
Entrevista, Monitor Salud

“Salud mental: la próxima pandemia”


El reconocido siquiatra colombiano, investigador y docente de la facultad de medicina de la Universidad Descartes de París y miembro del equipo de internistas del Hospital Americano de la capital francesa, Luis Guillermo Álvarez, considera que cuando pase el actual trance de la COVID-19, se puede presentar una ola de pandemia que ya no sería epidemiológica sino mental.


La enumeración de trastornos mentales asociados a la pandemia de la Covid-19 es larga: ansiedad, depresión, angustia, estrés, tristeza, insomnio y desesperanza, entre muchos otros. Algunos han desembocado en suicidios y en adicciones o abusos a ciertas sustancias farmacológicas.

De hecho, según estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 14 y el 20% de los adolescentes del planeta experimentan trastornos mentales, pero estos no se diagnostican ni se tratan adecuadamente. La depresión, preciso el organismo de la ONU, es la cuarta causa principal de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes de edades entre los 15 y los 19 años.

Lo que ha hecho la pandemia de la Covid-19, afirma el experto en siquiatría, internista y profesor universitario en París, Luis Guillemos Álvarez, es no solo aumentar este tipo de trastornos sino revelar las fragilidades de “nuestra sociedad” y la ausencia de programas de bienestar, tanto en algunos países ricos como en los más pobres y los que están en vía de desarrollo.

Los más afectados

Según el experto, quien es autor de seis libros sobre siquiatría y numerosos ensayos sobre salud mental, los más afectados por la pandemia no serán los bebés (salvo que se presente violencia intrafamiliar), sino los adolescentes escolares en etapas más avanzadas y los adolescentes adultos.

Los mayores, por supuesto, sufrirán y hasta se sentirán culpables, y en mayor nivel las mujeres que soportan una gran carga mental.

Monitor salud entrevistó al doctor Álvarez, quien coincide con la teoría de un grupo de siquiatras de Europa (donde reside) y de Estados Unidos, según la cual la próxima pandemia será la de salud mental, por lo que los tomadores de decisiones públicas deberían priorizar la atención a esta rama de la salud.

¿Cuáles serán las principales secuelas desde el punto de vista de la salud mental que dejará la pandemia?

Estamos viviendo como sociedad una experiencia inédita en la cual tenemos que aprender a vivir en una era de la urgencia y la amenaza. Las perspectivas económicas y sociales son sombrías y todo esto crea un nivel de estrés bastante elevado en todas las capas de la población. Las personas que ya tenían algún trastorno mental van a experimentar trastornos agravados, que será una secuela directa de la pandemia. A la vez la Covid-19 está afectando también a todas aquellas personas que tenían alguna fragilidad y las están haciendo sufrir.

¿En qué puede derivar toda esta situación?

La consecuencia directa de este clima de estrés es el aumento de la violencia intrafamiliar y conyugal. Quienes son los principales afectados de esta situación son lo niños. También estamos observando que los jóvenes están siendo muy golpeados por la pandemia porque se sienten solos, desincertados. Las universidades, las entidades de formación secundaria y terciaria, que significaban para ellos un lazo social, lo están dejando de ser, lo cual hace que se sientan solos, aislados y emprobecidos. En Europa, por ejemplo, está aumentando la tasa de suicidios y la desesperanza.

¿Cuál es el impacto en jóvenes y adultos?

Los adolescentes y los jóvenes adultos son las capas de la población que están siendo el mayor azote de esta pandemia en términos de salud mental. En lo que se refiere a las personas más maduras y a las de tercera edad, viven la pandemia con un mayor riesgo, y además, cargan la culpa en cierta manera de entorpecer la marcha de la sociedad y todo esto hace que su cotidiano se vea ausente de sentido. Entonces estamos viendo mucho aislamiento y mucha depresión en hombres y mujeres de edad.

Hay que recalcar que las modificaciones de vida cotidiana han acrecentado la carga mental de las mujeres. Ellas son también las grandes afectadas por la pandemia.

¿Cuando llegue la pospandemia, la sociedad necesitará un tratamiento médico, sobre todo quienes padecieron trastornos como ansiedad, depresión, angustia y estrés?

Primero que todo esto requiere un tratamiento de sociedad. La angustia y el estrés generalizado que está viviendo nuestra sociedad no es una enfermedad mental, sino un fenómeno social y político. Yo creo que nos equivocaríamos considerando esta situación bajo el prisma de la enfermedad mental porque se está sufriendo como sociedad. Entonces, en términos generales, la principal respuesta tiene que ser de tipo social.

Es importante precisar que todo depende de la capacidad de adaptación de las personas, que es diferente en cada individuo.

Dr. Luis Guillermo Álvarez. Siquiatra colombino, investigador y docente de la facultad de medicina de la Universidad Descartes de París y miembro del equipo de internistas del Hospital Americano de la capital francesa.

¿Lo que nos quiere precisar es que no todo lo que aparezca como trastorno mental es culpa de la pandemia?

Claro. Hay suficiente material científico donde se documenta el grave problema de salud mental en el mundo. Ahora bien: esta pandemia está revelándonos las fragilidades y las fuerzas que todos tenemos. Algunas personas frágiles, con pobre capacidad de adaptación, van a sufrir, incluso, van a llegar a situaciones de trastornos mentales. Por supuesto que ellos sí necesitan una asistencia médica y siquiátrica. Pero el resto lo que necesita es una respuesta política para aliviar el peso que se herede de la pandemia y esto es lo que no es estamos viendo aparecer de forma coherente en ninguna sociedad, ni rica ni pobre.

¿El distanciamiento social y con mayor razón el aislamiento que han sufrido algunas personas, niños y jóvenes, puede incidir en la conducta y comportamiento de las generaciones futuras?

Los humanos somos seres sociales. Hay demasiada evidencia científica que demuestra que necesitamos ternura, contacto físico, contacto emocional, compartir nuestros sentimientos para poder formar ciertos comportamientos. Infortunadamente, esta pandemia está poniendo en peligro nuestra naturaleza humana. Nuestras posibilidades de vivir se reducen hoy al núcleo familiar, es decir a una muy pequeña muestra de humanidad, lo cual debe provocar inquietud en nosotros como sociedad. Sería muy arriesgado hacer una predicción de lo que podría pasar en el futuro. Mucho depende de la dinámica diferente de vida podamos encontrar para estar más tranquilos, más sosegados. Entre más nos demoremos en encontrar ese camino y salid de este mal trance, mayores serán las secuelas.

¿Un niño en su primera etapa de formación, verá afectada su conducta hacia el futuro?

Lo que yo le puedo decir, sin tener un estudio científico que lo valide, sino a través de mi experiencia de clínico, es que los bebés, los niños muy pequeños, incluso los niños en edad escolar, se adaptan a la pandemia. La mascarilla y la limitación social no afectan tan duramente a los pequeñines. Ellos saben jugar, sonreír, divertirse. Los más afectados son los de las edades escolares más avanzadas y los adolescentes más adultos. Para mi el mayor riesgo reside en los adolescentes y los jóvenes adultos, que podrían ser los mayores damnificados por la pandemia.

Usted es colombiano, pero tiene un visión global de lo que significa la salud mental porque su mayor tiempo profesional lo ha ejercido en Europa. ¿Qué debería hacer América Latina y, en especial Colombia, en este tema?

Ahí me la pone muy difícil. Creo, que de una vez, sentirnos nación. La gran diferencia entre los países desarrollados y los que están en vía de desarrollo es que en los primeros existe esa noción de nación. Se sienten pueblo, actúan unidos. Nosotros carecemos de esa identidad común. Nuestros pueblos están compuestos de una amalgama de capas sociales distantes entre sí. Nuestros gobiernos no han tenido una visión social de bienestar. Antes de la pandemia un verdadero programa de bienestar social era indispensable para nuestros países. Hoy lo es aún más. Salud, educación, vivienda, alimentación, poder brindarles a los niños la asistencia médica de base, ofrecer unas redes de guarderías que permitan a los padres desprotegidos laborar tranquilamente, son esenciales. La pandemia lo que ha hecho es revelar la ausencia de políticas de bienestar social.

Hay una corriente de siquiatras en España que aseguran que la próxima pandemia será la de la salud mental .¿Coincide usted con ese pensamiento?

Tienen razón. Los siquiatras de Europa y de Estados Unidos pensamos lo mimo. En un momento dado, como sociedades, tenemos que cuestionarnos y preguntarnos, ¿Cuál es el costo de las restricciones sociales, económicas, educativas y de salud de esta pandemia? Muy probablamente la próxima ola es una ola siquiátrica por todas las razones que hemos abordado, por este clima de estés permanente, por ese futuro que se ve sombrío, por el desgaste que sufrimos y con tanta restricción que nos afecta como seres humanos, sobre todo en su ausencia.

Lo que más nos está afectando actualmente es la violencia a todo nivel, la intrafamiliar, la conyugal y la ejercida contra los niños (esa sí los afecta más que la pandemia), así como la violencia sexual. La próxima ola, efectivamente, va a ser una ola de sufrimiento más que una ola de epidemiología o viróloga.

Desde el punto de vista de salud mental, ¿Qué lecciones nos deja esta pandemia y cómo evitar los errores que se cometieron con la Covid-19?

Como todos los hechos históricos que han marcado la trayectoria de la humanidad sobre el planeta, esta pandemia revela la fuerza que podemos tener como seres humanos, nuestra cohesión, nuestra capacidad de buscar un bien común y al mismo tiempo nos muestra una vez más que somos egoístas, que tenemos miedo y que cuando el miedo nos habita, actuamos mal, que solamente pensamos en el corto plazo, que anteponemos los intereses económicos a los sociales y que podemos hacer negocio de todo.

Todas estas facetas de la humanidad, las mejores y las peores, la pandemia las revela y las muestra en toda su dimensión. Es decir, una vez más, la humanidad es capaz de lo mejor y de lo peor.

Con su experiencia en el ejercicio científico desde el exterior, ¿Cómo ve las políticas de salud pública?

Infortunadamente la siquiatría y la salud mental son siempre el pariente pobre de toda política de salud de toda sociedad, bien sea rica o pobre. En Francia y en el norte de Europa existe una política de salud mental coherente que busca la igualdad y que tiene un ideal humanista.

Yo no conozco la situación de los países pobres, pero en nuestra región no son las mejores. Y esa situación sí es preocupante.

Finalmente, ¿Existe el riesgo de que en el personal de salud se presente el síndrome de Vermouht tras esta larga y agobiante pandemia?

Infortunadamente es un gran riesgo. Estamos empezando a evidenciarlo tristemente. Nuestros actores de salud están agobiados, agotados y están sufriendo porque tienen que hacerle cara a la muerte, a la soledad y a la falta de reposo. Uno de los sectores de la población que más está sufriendo en este momento es el segmento de los trabajadores de la salud. La urgencia originada por la Covid-19 es tal, que ni siquiera tenemos tiempo de pensar en los médicos, enfermeras y auxiliares.

Entrevista al Dr. Luis Guillermo Álvarez, médico colombiano, radicado en France desde hace muchos años, reconocido internacionalmente por sus investigaciones en el área de psiquiatría infantil. Autor de seis libros, entre ellos: “La Psiquiatría del bebé” y “Psiquiatría del embarazo: de la mujer a la madre”. Actualmente es el responsable de la Unidad de Psicología Perinatal en el Hospital Americano de París y docente en la facultad de medicina de la Universidad París V René Descartes.

Fuente: Publicación digital de la Superintendencia Nacional de Salud. Revista Monitor Salud. Ed. 5 (Marzo-Junio 2021)

abril 8, 2022

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