Analizando las fuentes mismas de la norma ética médica, es indispensable conocer muy bien el Juramento de Hipócrates, pues de él han emanado las bases de los códigos modernos, siendo además su validez de una vigencia que cobra actualidad si se interpreta en su forma más amplia.
Es un código ético que detiene los actos destructivos del hombre contra sus congéneres, la naturaleza y Dios. El Juramento consta de nueve partes:
1. La invocación a los dioses es una aceptación de la limitación humana frente a la vida, la enfermedad y la muerte. Juro por Apolo médico, por Asclepio y por Higea, por Panacea y por todos los dioses y diosas, tomándolos por testigos, que cumpliré, en la medida de mis posibilidades y de mi criterio, el juramento y compromiso.
2. Relación del sabio para con su familia y sus maestros, fuente de apoyo moral, testimonio de tradición y sujeto de agradecimiento como pilar de la sociedad. Considerar a mi maestro en medicina como si fuera mi padre; compartir con él mis bienes y, si llega el caso, ayudarle en sus necesidades, tener a sus hijos por hermanos míos.
3. Docencia médica. Enseñarles este arte, si quieren aprenderlo, sin gratificación ni compromiso; hacer a mis hijos partícipes de los preceptos, enseñanzas orales y demás doctrinas, así como a los de mi maestro, y a los discípulos compro metidos y que han protestado juramento según la ley médica, pero a nadie más.
4. Relación con el enfermo, orientando el ejercicio médico hacia la búsqueda del bien del paciente. Dirigir el tratamiento con los ojos puestos en la recuperación de los pacientes, en la medida de mis fuerzas y de mi juicio, y abstenerme de toda maldad y daño.
5. Respeto a la vida por encima de cualquier consideración. No administrar a nadie un fármaco mortal, aunque me lo pida, ni tomar la iniciativa de una sugerencia de este tipo. Asimismo, no recetar a una mujer un pesario abortivo; sino por el contrario, vivir y practicar mi arte de forma santa y pura.
6. Conocimiento de las limitaciones del conocimiento. No operar ni siquiera a los pacientes enfermos de cálculos, sino dejarlos en manos de quienes se ocupan de éstas prácticas.
7. Conservación de la dignidad médica, evitando actos que vulneren la imagen del profesional. Al visitar una casa, entrar en ella para bien de los enfermos, manteniéndome al margen de los daños voluntarios y de actos perversos, en especial de todo intento de seducir a mujeres o a muchachos, ya sean libres o esclavos.
8. Mantenimiento del secreto profesional. Callar todo cuanto vea y oiga, dentro y fuera de mi actuación profesional, que se refiere a la intimidad humana y no deba divulgarse, convencido de que tales cosas deben mantenerse en secreto.
9. Compromiso con los principios de la profesión médica. Si cumplo este juramento sin faltar a él, que se me conceda gozar de la vida y de mi actividad profesional rodeado de la consideración de todos los hombres hasta el último día de mi vida; pero si lo violo y juro en falso, que me ocurra todo lo contrario. Quienes piensan que el Juramento Hipocrático ha perdido vigencia están absolutamente equivocados
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