Reveladores aportes de Claudia Goldin y su Premio Nobel de Economía en la comprensión de los roles históricos y contemporáneos de las mujeres en la sociedad
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Reveladores aportes de Claudia Goldin y su Premio Nobel de Economía en la comprensión de los roles históricos y contemporáneos de las mujeres en la sociedad


Claves para orientar decisiones coherentes y racionales, informadas en evidencia y basadas en datos, que permitan avanzar en la equidad de género y en la generación de  verdaderos espacios de desarrollo social, donde mujeres y hombres salvaguarden y equilibren su rol profesional, con el cuidado  y la vida familiar.


Por Nancy Yomayusa González, médica especialista en medicina interna, nefrología, trasplante – Universidad del Rosario. FUCS / VP Global Excelencia Clínica -Presidencia de Salud e Innovación Keralty Grupo de Investigación Traslacional-Unisanitas Keralty y Lia Selene Cruz Yomayusa, estudiante de ciencias sociales y lingüística germánica Humboldt Universität zu Berlin, Alemania

Una historia de evidencias, datos y hechos que sustentan un Premio Nobel

Claudia Goldin proporcionó el primer relato completo de los ingresos de las mujeres y su participación en el mercado laboral a lo largo de los siglos. Su investigación innovadora ha marcado un hito, aportando nuevo conocimiento sobre los roles históricos y contemporáneos de las mujeres en el mercado laboral; revela nuevos patrones, identifica causas de cambio y habla de los principales factores que perpetúan las brechas de género. A través de un enfoque integral, para evaluar y explicar las fuentes de estas diferencias en el mercado laboral, articula un robusto análisis histórico con el rigor metodológico de la economía. 

Dra. Nancy Yomayusa González, médica especialista en medicina interna

Después de cotejar, corregir y analizar más de 200 años de datos históricos de Estados Unidos, reveló  las causas del cambio, así como las principales fuentes de la brecha de género aún existentes, evidenciando que la participación de las mujeres en el mercado laboral no tuvo una simple tendencia ascendente durante este período, sino que sigue un patrón en forma de U, lo que refleja el cambio estructural y las tendencias de las normas sociales con respecto a las responsabilidades de las mujeres en el hogar y la familia.

Lia Selene Cruz Yomayusa, estudiante de ciencias sociales y lingüística germánica Humboldt Universität

Durante el siglo XX, los niveles de educación de las mujeres aumentaron continuamente y en la mayoría de los países de altos ingresos son ahora sustancialmente más altos que los de los hombres. No obstante, a pesar de la modernización, el crecimiento económico y el aumento de la proporción de mujeres empleadas en el siglo XX, la brecha salarial entre mujeres y hombres es todavía significativa. Ratificando con un enfoque basado en datos y evidencias objetivas que las mujeres están subrepresentadas en el mercado laboral mundial, incluso en los países que se consideran más igualitarios y donde las mujeres tienen mayor nivel educativo, se evidencian menos probabilidades de trabajar o sus sueldos son significativamente menores para un nivel laboral similar. 

Claudia Goldin demostró que el acceso a la píldora anticonceptiva jugó un papel importante en la aceleración de este cambio revolucionario al ofrecer nuevas oportunidades para la planificación profesional y familiar. Parte de la explicación es que las decisiones educativas, que afectan las oportunidades profesionales de toda una vida, se toman a una edad relativamente joven. Si las expectativas de las mujeres jóvenes están influenciadas por las experiencias de generaciones anteriores, entonces el desarrollo profesional y social será extremadamente lento.

Históricamente, gran parte de la brecha de género en los ingresos podría explicarse por diferencias en la educación y las opciones ocupacionales. Sin embargo, Goldin ha demostrado que la mayor parte de esta diferencia de ingresos se da ahora entre hombres y mujeres en la misma ocupación, y que surge en gran medida con el nacimiento del primer hijo. “Comprender el papel de la mujer en el trabajo es importante para la sociedad. Gracias a la innovadora investigación de Claudia Goldin, ahora sabemos mucho más sobre los factores subyacentes y qué barreras habrá que superar en el futuro”, afirma Jakob Svensson, presidente del Comité del Premio de Ciencias Económicas (Nobel Prize Outreach AB, 2023).

Consideramos que para este año los miembros de la  Real Academia de las Ciencias de Suecia han dado un salto cuántico, al reconocer a la profesora e investigadora  Claudia Goldin “por haber avanzado en nuestra comprensión de los resultados de las mujeres en el mercado laboral” (Nobel Prize Outreach AB, 2023).

Estamos convencidas que es un deber ético democratizar el conocimiento, traduciendo los resultados de la investigación  e innovación en conceptos sencillos y comprensibles para que puedan ser trasferidos y  apropiados  por todas las personas sin distingo. Comprender los reveladores aportes de la profesora Claudia Goldin a través de varias décadas de investigación, será indudablemente una oportunidad para que  las nuevas generaciones trasciendan del radicalismo basado en género, de  las discusiones espurias sustentadas en juicios de valor, a un espacio que permita identificar los factores que todavía  en el siglo XXI perpetúan brechas de género en la familia, la pareja, la profesión, la ciencia y su impacto en el desarrollo de la sociedad, como un llamado a la acción.

Algunos referentes del contexto

Para comenzar la reflexión y precisar la magnitud del problema de inequidad de género, tenemos que comprender que Claudia Goldin, a lo largo de  53 ediciones del Premio Nobel de Economía, ha sido la tercera mujer que ha recibido este galardón. 

Elinor Ostrom, profesora e investigadora estadounidense fue la primera mujer que recibió el Nobel de Economía en 2009, 40 años después de haberse formalizado el Premio, y tuvieron que pasar otros diez años más para que la investigadora francesa Esther Duflo, quien se distinguió  por su investigación y  trabajo arduo en la lucha contra la pobreza desde una perspectiva científica, recibiera en 2019 este reconocimiento. Los aportes de estas dos investigadoras coinciden en proponer un nuevo enfoque económico para buscar las claves y la comprensión  del “bien común”, desde una perspectiva fundamentada en la sociedad.

Por su parte, Claudia Goldin se consolida como la primera mujer que recibe el Premio Nobel en solitario, lo que por supuesto es una prueba fehaciente de la profunda brecha de género que sigue latente en la sociedad, así como en los ámbitos académicos y científicos.

Según el informe de investigación de OBS Business School en 2021, Premios Nobel: Mujeres en la vanguardia de las ciencias y la tecnología #Women in STEM, realizado por la investigadora Rut Abad Mijarra, se evidencia que para esta fecha, desde la instauración de este galardón en 1901, un total de 929 científicos han obtenido el Premio Nobel y, entre ellos, únicamente 58 son mujeres, lo que representa que tan solo el 6,2 por ciento de las personas galardonadas han sido mujeres, siendo limitada su participación en las categorías de química, física y economía; por ejemplo, en Medicina solo el 5,4 por ciento de los ganadores han sido mujeres (Mijarra, R. A. (2021)

Marie Curie  marcó un hito en la historia, pues fue la primera científica en recibir el Premio Nobel en 1903 y haberlo ganado en dos ocasiones; no obstante y a pesar de sus contundentes aportes a la ciencia, nunca fue reconocida ni admitida en la Académie des Sciences  (Academia de las Ciencias de Francia), sin pasar por alto que tuvo profundos desafíos como mujer para lograr reconocimiento y un verdadero desarrollo en el mundo de la investigación, las ciencias, el ámbito social y familiar.  A pesar de la contundencia de Marie Cuire en el desarrollo científico, su legado no sensibilizó la evolución de las instancias académicas y científicas, pues sólo hasta 1979 la Academia de las Ciencias de Francia admitió a la primera mujer, Yvonne Choquet-Bruhat por su estudio de la teoría general de la relatividad de Einstein. La Royal Society de Londres no admitió a ninguna mujer hasta 1945; su primer miembro femenino fue Kathleen Lonsdale, quien además fue la primera mujer presidenta de la Asociación Británica para el Avance de las Ciencias, y se destacó entre otros trabajos por el descubrimiento de la estructura plana del benceno.

En España, a excepción de Mercedes Gaibrois Riaño, historiadora colombiana nacionalizada, quien accedió a la Real Academia de Historia en 1935 durante la II República, las primeras mujeres en acceder a las academias científicas fueron: la bioquímica María Cascales Angosto (Real Academia de Farmacia, en 1987), que fue la primera científica en pertenecer al Instituto de España; y Margarita Salas (Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en 1988), quien además fue nombrada directora del Instituto de España desde 1995 a 2003 (Mijarra, R. A. (2021)

Una brecha que todavía se mantiene, pues  según el mismo informe, en las instituciones y organizaciones dedicadas a la investigación, únicamente el 22 por ciento de mujeres ocupan cargos en los consejos directivos o de decisión estratégica. En la mayoría de los países, las mujeres con educación terciaria tienen la misma probabilidad o más probabilidades que los hombres de trabajar como profesionales; sin embargo, siguen siendo una minoría las que acceden formalmente a cargos científicos o de dirección y en muchas circunstancias tienen más riesgo de estar desempleadas o dedicarse a otras labores no relacionadas con su formación (Mijarra, R. A. (2021)

En 2011, las investigadoras C. Charyton, J. O. Elliott, M. A. Rahman, J. L. Woodard, y S. DeDios  publicaron que solo el 63 por ciento de las mujeres que han obtenido un Premio Nobel tenían una relación formal de pareja, en comparación con el 97 por ciento de los hombres; a su vez, solo el 55 por ciento de ellas tiene hijos, frente al 86 por ciento de los hombres, lo cual sugiere los profundos desafíos que enfrentan las mujeres para conciliar su participación en la ciencia, la familia y la maternidad (Charyton, C., et al, 2011). Según datos de Instituto de Estadística de la UNESCO que corresponden a 107 países, las mujeres  representan tan solo el 33,3 por ciento del total de las personas que realizan trabajos relacionados con la investigación a nivel mundial (Lewis, J.,et al, 2021)

Si bien, las disciplinas STEM (del inglés, Science, Technology, Engineering and Mathematics) se consideran de suma relevancia para  las economías nacionales, existe todavía profunda incertidumbre con respecto a la correlación entre la prosperidad económica de un país y su éxito en la consecución de la equidad de género, pues sólo un reducido número de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ha logrado una verdadera y documentada equidad de género en las disciplinas STEM y solo el 35 por ciento de los estudiantes de careras relacionadas con las disciplinas STEM son mujeres (Bello, A.et al, 2021).

De acuerdo al informe de la UNESCO que lleva por título To be smart, the digital revolution will need to be inclusive”, publicado en 2021, se pone de manifiesto que a pesar de la carencia de habilidades en los campos tecnológicos que está impulsando la Cuarta Revolución Industrial, las mujeres solo representan el 28 por ciento del total de graduados en ingeniería y el 40 por ciento en informática. Y se anticipa que las mujeres perderán cinco empleos por cada uno ganado a través de la Industria 4.0, en comparación con la pérdida de tres empleos por cada uno ganado por los hombres, situación que profundiza aún más la brecha de participación de la mujer, a pesar del avance de la ciencia y la tecnología. Además, las mujeres solamente representan  un 22 por ciento de los profesionales que trabajaban en el campo de la Inteligencia Artificial (IA). Lo más paradójico es que en esos campos es donde se está impulsando la Cuarta Revolución Industrial y donde se registra al mismo tiempo un déficit de capacidades. En el mundo empresarial, de cada cuatro investigadores solamente uno es mujer, y cuando las mujeres crean sus propias empresas tienen serios problemas para obtener financiación. En 2019, solamente un 2 por ciento del capital riesgo iba a parar directamente a empresas fundadas por mujeres (Bello, A.et al, 2021).

El Informe Mujeres Investigadoras 2023, el cual  hace un seguimiento de la situación de las mujeres científicas en el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) de acuerdo con las recomendaciones de la Comisión Europea, permite concluir que las científicas del CSIC realizan una actividad investigadora de la misma magnitud, extensión, impacto y financiación que sus compañeros. A pesar de ello, la brecha de género continúa en las escalas más altas y la gráfica tijera no presenta una tendencia de mejora. Los resultados de los procesos selectivos no parecen indicar tampoco grandes avances en la mejora del porcentaje de investigadoras científicas y profesoras de investigación, sobre todo en algunas sub-áreas de conocimiento, pues apenas el 42,6 por ciento de las mujeres logran convertirse en científicas titulares y solo un 26 por ciento alcanza el puesto más alto en la carrera científica, el de profesoras de investigación (Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC (2023).

Por otro lado, el Índice del Techo de Cristal (GSI)  (por sus siglas en inglés, Glass Ceiling Index) desarrollado por The Economist, ha demostrado muy pocas mejoras después de una década de seguimiento del progreso de las mujeres en la fuerza laboral, ya que las barreras estructurales de género persisten hasta la fecha.

GSI mide diez indicadores anualmente que reflejan el “papel y la influencia de las mujeres en la fuerza laboral”, en veintinueve países de la OCDE, es así como combina datos sobre educación superior, participación en la fuerza laboral, salarios, costos de cuidado infantil, derechos de maternidad y paternidad, solicitudes de escuelas de negocios y representación en la tercera edad. Trabajos (“The Economist Group – Glass-ceiling index”, 2023).

Cuatro países nórdicos (Suecia, Islandia, Finlandia y Noruega) encabezan el índice como los mejores lugares para las mujeres trabajadoras. Japón y Corea del Sur, donde las mujeres aún deben elegir entre una familia o una carrera, ocupan los dos últimos lugares. Estados Unidos persiste como el único país de la OCDE sin licencia parental remunerada y las mujeres siguen estando subrepresentadas en puestos de alta dirección, en juntas corporativas y en el liderazgo político.

El GCI deja claro que persisten importantes barreras estructurales, por ejemplo,  el promedio de brecha salarial de genero de la OCDE ha oscilado entre 12 y el 14 por ciento desde 2016; sin embargo, varios países de la OCDE, como el Reino Unido, Australia y Japón, han implementado políticas que exigen que las grandes empresas informen públicamente sobre su brecha salarial de género; en cierto sentido, crear más transparencia puede impulsar a las empresas a cerrar la brecha salarial, dado su interés reputacional en no ser vistas como rezagadas. 

Al mismo tiempo, las mujeres tienen un desempeño superior en la obtención de educación terciaria. En promedio, en toda la OCDE, el nivel educativo de las mujeres fue “7,3 puntos superior al de los hombres”. Sin embargo, la hipótesis que una vez las mujeres lograran un desempeño similar o superior en términos educativos para competir en el mercado laboral, la igualdad en la fuerza laboral seguiría el mismo camino, claramente no se ha cumplido de acuerdo con los datos reportados, incluso con el importante ascenso en el nivel educativo de las mujeres, todavía hay brechas en otros indicadores como la participación en la fuerza laboral y la representación en la alta dirección, el parlamento, el gobierno o en juntas corporativas.

En toda la OCDE los costos netos promedio del cuidado infantil han aumentado, mientras que el promedio de semanas de licencia de maternidad remunerada ha disminuido desde 2016, lo cual necesariamente deja a las mujeres con pocas o ninguna opción, pues obliga por lo menos temporalmente a renunciar a la vida laboral o académica, incluso, con mujeres altamente preparadas para participar en la fuerza laboral y remuneradas en paridad al comienzo de su carrera; la falta de apoyos estructurales durante el periodo de maternidad y cuidado, hace casi imposible mantener el impulso en la fuerza laboral.

Si bien el GCI  se enfoca estrictamente en la participación de las mujeres en la fuerza laboral y no aborda todavía los costos evitados que las mujeres aportan por el trabajo no remunerado de cuidado y protección de la familia, que son vitales para el desarrollo social y económico, resulta ser una evidencia contundente basada en datos y con gran con rigor metodológico, que permite hacer más comprensible y objetivo el análisis del lento avance de las mujeres y de las brechas estructurales que todavía prevalecen en la sociedad (Powell C and Dent A. 2023).

Hitos de Claudia Goldin a la comprensión del papel de las mujeres en el desarrollo social

Pero volviendo a las ciencias económicas, Claudia Goldin marca un precedente, como investigadora es una pionera, con la visión dinámica y versátil de una historiadora y la rigurosidad y precisión que exige la economía, de manera innovadora abordó una gama de temas, desde la brecha salarial entre hombres y mujeres hasta los cambios tecnológicos y la importancia de la fuerza laboral femenina. De esta manera, pone de relieve los grandes avances, el liderazgo y la estoica lucha de las mujeres a través de la historia para abrirse un camino en la vida profesional, laboral, social y familiar, así como las barreras que todavía existen para el logro de una verdadera equidad.

La profesora Goldin aporta de manera formal evidencia y datos contundentes que permiten comprender el papel de la mujer en la sociedad y revelan con argumentos sólidos y robustos las marcadas brechas de género que prevalecen.

Claudia obtuvo su licenciatura en economía en la Universidad de Cornell antes de completar sus estudios de posgrado en la Universidad de Chicago. Su trabajo con el  historiador económico Robert Fogel, profesor y premio Nobel en 1993, permitió afianzar su interés por las mujeres trabajadoras, lo que motivó preguntas claves, pues las preguntas relevantes son las que generan grandes transformaciones: ¿por qué la participación de las mujeres negras en la fuerza laboral superó a la de sus homólogas blancas desde la Reconstrucción hasta mediados del siglo XX? ¿Podría explicarse esta brecha racial por las diferentes normas culturales en torno al trabajo de las mujeres establecidas durante la esclavitud? 

Y su respuesta se plasmó en el Journal of Economic History en 1977, representando así su primera investigación y su primer hito sobre la participación de las mujeres en la fuerza laboral a lo largo de la historia de Estados Unidos. Su trabajo explora la oferta de mano de obra femenina en los albores de la emancipación, 1870 a 1880, en siete ciudades del sur, utilizando datos extraídos de los manuscritos del censo de población. Las técnicas de regresión demuestran que las variables económicas y demográficas explican solo una parte de la diferencia entre mujeres blancas y negras y, como lo reflejan las investigaciones contemporáneas, la raza es un factor importante. Se discuten varias explicaciones, en particular una que se basa en las diferencias de socialización, denominada “legado de la esclavitud” (Goldin, C. (1977).

Su segundo hito  ocurre en 1990 cuando publicó el libro: Understanding the gender gap – An Economic History of American Women. Su icónica investigación, se fundamenta en la recopilación de datos de más de 200 años, lo que le ha permitido explicar las tendencias y cambios en las tasas de empleo y los factores que determinan las diferencias de género en el mercado laboral, generando de manera objetiva y con rigor académico el primer manuscrito completo de los ingresos de las mujeres y su participación en el mercado a lo largo de los siglos (Goldin, C.1990).

Es así como Claudia  Goldin nos invita a reflexionar y a seguir generando preguntas relevantes, “sí hoy en día hombres y mujeres tienen niveles similares de educación, me pregunto: ¿por qué la brecha de género sigue existiendo si cuando entran en el mercado laboral parten de la misma casilla de salida?”

Los resultados de su investigación han permitido entender los factores que han logrado impactar y reducir las diferencias de género, y precisar que “los factores cruciales que han reducido las diferencias de género tienen que ver con lo que está ocurriendo en el entorno de los individuos, más que con los propios individuos. Sobre todo, se debe a cambios educativos que dan a las mujeres el empoderamiento necesario para desarrollar sus carreras profesionales”.

Por lo cual, un tercer hito fundamental está concentrado en precisar que la mayor brecha de género inicia en el hogar y va más allá de la inequidad en el mercado laboral,  pues esta no es la única  causa de la ”desigualdad salarial de género”, y su investigación permite aportar conocimiento robusto respecto a la evolución de generaciones de mujeres que han intentado equilibrar su profesión con la vida familiar, pues “la causa de las brechas es la misma que produce la inequidad en la pareja”, según lo afirma la investigadora.

En 1994 publica The U-shaped female labor force function in economic development and economic history en la National Bureau of Economic Research, analizando datos de más de cien países y los derivados de la historia de Estados Unidos; explora la hipótesis de la función de la fuerza laboral, evidenciando que la tasa de participación de las mujeres casadas en la fuerza laboral primero disminuye y luego aumenta a medida que los países se desarrollan. Cuando las mujeres tienen una educación deficiente, su único trabajo asalariado fuera del hogar y la familia es el trabajo manual, contra el cual existe un fuerte estigma social. Con ello se consolida evidencia sólida  que permite comprender que, si bien las mujeres han asumido históricamente la atención del hogar, las brechas se incrementan con la maternidad y el limitado acceso a la educación de calidad (Goldin, C. 1994). 

Publicó evidencia de los cambios generados en el mercado laboral con la caída de la agricultura y la industria. Es así como el crecimiento del trabajo administrativo en un mundo que valora más el efecto de la “presencialidad” y no la “productividad”, fue un factor determinante para aumentar la brecha entre hombres y mujeres, lo cual se incrementa cuando se tienen en cuenta otros factores como la maternidad y el cuidado, lo cual se ve reflejado predominantemente en los sectores empresariales y financieros que perpetúan evaluaciones basadas en tiempos controlados y no en resultados de eficiencia. En esta línea, Claudia Goldin, recoge datos contundentes que sustentan “que buena parte de esa diferencia es debida al parón de las mujeres cuando tienen hijos. Algunos sectores y ocupaciones penalizan las jornadas de menos horas y o el menor nivel de experiencia acumulada que otros”.

Claudia Goldin demostró que el progreso tecnológico, el crecimiento del sector de servicios y el aumento de los niveles de educación trajeron una demanda creciente de mano de obra femenina. Sin embargo, el estigma social, la legislación y otras barreras institucionales limitaron la influencia de estos factores. Goldin también pudo establecer que el matrimonio desempeñaba un papel más importante de lo que se creía anteriormente, y que la legislación conocida como “prohibiciones matrimoniales” a menudo impedía que las mujeres casadas continuaran su empleo como docentes o trabajadores de oficina. A pesar de la creciente demanda de mano de obra, las mujeres casadas quedaron excluidas de partes del mercado laboral.

Este tipo de legislación alcanzó su punto máximo durante la Gran Depresión de la década de 1930 y los años siguientes, pero no fue la única razón. También demostró que había otro factor importante en la lenta reducción de la brecha entre las tasas de empleo de hombres y mujeres, es decir, las expectativas de las mujeres para sus carreras futuras (Goldin, C. 1994).

En el año 2000 publica, Orchestrating Impartiality: The Impact of “Blind” Auditions on Female Musicians. Utilizando datos de audiciones reales, en un marco individual de efectos fijos, encontró que un cambio en los procedimientos de audición de las orquestas sinfónicas a través de audiciones “ciegas” con una “pantalla” para ocultar la identidad del candidato al jurado, aumenta la probabilidad de que una mujer avance y sea contratada, demostrando la dinámica tradicional de contratación con prejuicios sexuales (Goldin, C., & Rouse, C. 2000).

Claudia Goldin y su esposo Lawrence F. Katz marcan el cuarto hito y publican entre otros muchos artículos, Career and Marriage in the Age of the Pill, que presenta evidencia del impacto de la píldora anticonceptiva en mujeres, particularmente en el acceso a la vida académica y laboral. Aunque la “píldora” fue aprobada en 1960 por la FDA y se difundió rápidamente entre las mujeres casadas, no se difundió entre las jóvenes solteras hasta finales de la década de 1960, cuando una serie de cambios en las leyes estatales redujeron la mayoría de edad y ampliaron las decisiones de los menores maduros. Su investigación evaluó el impacto de la píldora en las carreras de las mujeres, evidenciando que tuvo un efecto positivo directo en la inversión profesional de las mujeres al eliminar casi la posibilidad de quedar embarazada y, por tanto, el coste de tener relaciones sexuales; por su parte, generó un efecto multiplicador social al alentar el retraso del matrimonio en general y aumentar así la probabilidad de que una mujer profesional encuentre una pareja adecuada después de la escuela profesional (Goldin, C., & Katz, L. F. 2000).

La pareja de investigadores ha aportado evidencia que señala el poder de la píldora para reducir los costos de la educación profesional para las mujeres, lo cual coincide con el momento en que se produjeron cambios en la inversión profesional, la edad para contraer matrimonio, las leyes estatales y el uso de píldoras anticonceptivas entre las jóvenes solteras. 

En su libro: ” Career and Family: women’s century-long journey toward equity”  plasma las evidencias de generaciones de mujeres que han respondido al problema de equilibrar la profesión y la familia a medida que el siglo XX experimentó un cambio radical en la igualdad de género. En esta publicación Claudia nos permite responder el  porqué de la frustración para alcanzar la verdadera equidad para las parejas con doble carrera. A partir de los datos recogidos por décadas en su línea de investigación, permite plantear de manera objetiva los desafíos y profundos retos de  las mujeres con educación universitaria desde el siglo XX hasta la actualidad, examinando las aspiraciones y las barreras que enfrentaron en términos de profesión, trabajo, familia, matrimonio e hijos (Goldin, C., & Katz, L. F. 2000).

Menciona Claudia Goldin: “Hemos llegado a un punto en el que el empleo femenino es extremadamente alto y, sin embargo, hay desigualdades”, “Y esas desigualdades son desigualdades que ocurren dentro de los hogares”. De hecho, la participación de las mujeres en la fuerza laboral estuvo sujeta a muchas fluctuaciones a lo largo de los siglos XX y XXI relacionadas con cambios en la economía y los valores culturales. Por lo cual su publicación nos permite entender, cómo la era de la Covid-19 ha obstaculizado gravemente el avance de las mujeres y, sin embargo, la forma en que el crecimiento del trabajo remoto y flexible puede ser el lado positivo de la pandemia, pues permitió de alguna manera equilibrar el espacio laboral y de cuidado del hogar.

Ahora podemos ver que la brecha de ingresos entre mujeres y hombres en los países de altos ingresos está entre 10 y el 20 por ciento, a pesar de que muchos de estos países tienen legislación sobre igualdad salarial y las mujeres suelen tener más educación que los hombres. ¿Pero por qué a pesar del desarrollo económico, persisten estas brechas? Goldin intenta responder precisamente a esta pregunta y, entre otras cosas, logra identificar una explicación clave: la maternidad.

Al estudiar de qué manera las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres cambiaron con el tiempo, Claudia Goldin, Marianne Bertrand y Lawrence Katz, demostraron que las diferencias iniciales en los ingresos son pequeñas. Sin embargo, tan pronto como llega el primer hijo, la tendencia cambia; los ingresos caen inmediatamente y no aumentan al mismo ritmo para las mujeres que tienen un hijo, comparativamente con los hombres, incluso si tienen la misma educación y profesión ((Bertrand, M., Goldin, C., & Katz, L. F. (2010). Estudios de otros países han confirmado la conclusión de Goldin, que la maternidad puede explicar casi por completo las diferencias de ingresos entre mujeres y hombres en los países de altos ingresos.

Goldin demostró que este efecto de la maternidad puede explicarse en parte por la naturaleza de los mercados laborales contemporáneos, donde muchos sectores esperan que los empleados estén constantemente disponibles y sean flexibles en el futuro.

Debido a que las mujeres suelen asumir una mayor responsabilidad que los hombres en el cuidado de los niños, por ejemplo, esto dificulta la progresión profesional y el aumento de los ingresos. Tareas que son difíciles de combinar con el trabajo a tiempo parcial también hacen que sea más difícil mantener una carrera para la persona del hogar, generalmente la mujer, que decide reducir su jornada laboral. Todos estos factores tienen consecuencias de gran alcance para los ingresos de las mujeres.

En 2023, pública “Why Women Won,”  partiendo de otra gran pregunta reveladora. ¿Cómo, cuándo y por qué obtuvieron las mujeres en Estados Unidos derechos legales iguales a los de los hombres en relación con el lugar de trabajo, el matrimonio, la familia, la Seguridad Social, la justicia penal, los mercados crediticios y otras partes de la economía y la sociedad, décadas después de haber obtenido el derecho a ¿votar?

La historia comienza con el movimiento por los derechos civiles y la naturaleza un tanto fortuita de la temprana y clave legislación sobre los derechos de las mujeres. El movimiento de mujeres se formó y presionó por más derechos. “De los 155 momentos críticos en la historia de los derechos de las mujeres que he recopilado desde 1905 hasta 2023, el 45 por ciento ocurrieron entre 1963 y 1973. A pesar del gran aumento del empleo, la formación de asociaciones por los derechos de las mujeres y la creencia de que los votos de las mujeres importaban, las mujeres quedaron mucho más divididas que los hombres por el estado civil, el empleo, la región y la religión”. Un grupo sustancial de mujeres surgió en la década de 1970 para oponerse a diversos derechos de las mujeres, tal como lo hicieron durante el movimiento por el sufragio. Siguen siendo una fuerza potente hoy.

Conclusiones

1. Este año los miembros de la  Real Academia de las Ciencias de Suecia han dado un salto cuántico, al reconocer a la profesora e investigadora  Claudia Goldin “por haber avanzado en nuestra comprensión de los resultados de las mujeres en el mercado laboral”.

2. La investigación de Claudia Goldin genera un llamado a la acción que permita a todos, hombres y mujeres garantizar espacios para la transformación en la forma en que se organizan y armonizan los roles de la profesión, el trabajo, la familia, y el cuidado, con la aspiración de lograr una legítima equidad de género que parta de la familia para trascender a la sociedad.

3. Durante el siglo pasado, la proporción de mujeres con trabajos remunerados se  triplicó en muchos países de altos ingresos, siendo uno de los mayores cambios sociales y económicos en el mercado laboral de los tiempos modernos, pero persisten importantes diferencias de género.

4. La sociedad ha experimentado importantes cambios políticos, sociales y tecnológicos. Los países industrializados contemporáneos han disfrutado de un crecimiento económico constante desde la revolución industrial. Entonces, era de esperar que la participación de las mujeres en la fuerza laboral seguiría la misma tendencia, pero la investigación de Claudia Goldin ha demostrado que no es así.

5. A nivel mundial, alrededor de la mitad de todas las mujeres tienen un empleo remunerado, mientras que la cifra equivalente para los hombres es 80 por ciento. Cuando las mujeres trabajan, normalmente ganan menos. Si las mujeres no tienen las mismas oportunidades de participar en el mercado laboral, o participan en términos desiguales, es evidente que se desperdician mano de obra y experiencia, lo cual resulta ser ineficiente para la economía de los países, pues los empleos y las actividades de impacto, pueden no asignarse a la persona más calificada y, si el salario difiere por realizar el mismo trabajo, las mujeres pueden verse desincentivadas para trabajar y tener una carrera, haciendo más lento y anacrónico el desarrollo social.

6. Fue hasta la década de 1980 Claudia Goldin adoptó por primera vez un enfoque integral, al combinar métodos innovadores de la historia económica con un enfoque económico, para explicar el origen de estas diferencias y brechas de género, demostrando que varios factores diferentes han influido históricamente –y todavía influyen– en la oferta y la demanda de mano de obra femenina. Entre ellos se incluyen las oportunidades de las mujeres de combinar el trabajo remunerado y la familia, las decisiones relativas a la educación y la crianza de los hijos, las innovaciones técnicas, leyes y normas, y la transformación estructural de la economía.

7. La curva de Goldin demostró que no existe una asociación históricamente consistente entre la participación de las mujeres en el mercado laboral y el crecimiento económico. Ahora se sabe que esta forma de U no es exclusiva de Estados Unidos y es válida en muchos otros países.

8. Goldin demostró que el progreso tecnológico, el crecimiento del sector de servicios y el aumento de los niveles de educación trajeron una demanda creciente de mano de obra femenina. Sin embargo, el estigma social, la legislación y otras barreras institucionales limitaron la influencia de estos factores. Goldin también pudo establecer que el matrimonio desempeñaba un papel más importante de lo que se creía anteriormente, señaló que la legislación conocida como “prohibiciones matrimoniales” a menudo impedía que las mujeres casadas continuaran con su trabajo, quedando  excluidas en varios sectores del mercado laboral.

9.  Al estudiar cómo las diferencias de ingresos entre hombres y mujeres cambiaron con el tiempo, se demostraron que las diferencias iniciales en los ingresos son pequeñas. Sin embargo, tan pronto como llega el primer hijo, la tendencia cambian, los ingresos caen inmediatamente y no aumentan al mismo ritmo para las mujeres que tienen hijos, comparativamente con los hombres, incluso si tienen la misma educación y profesión. Debido a que las mujeres suelen asumir una mayor responsabilidad que los hombres en el cuidado de los niños, es claro que se limita notoriamente la progresión profesional y el aumento de los ingresos.

10. La investigación de Claudia Goldin ratifica que la imperiosa necesidad de una legítima conciliación laboral, familiar y personal entre hombres y mujeres, sigue siendo una tarea pendiente en las políticas públicas de los gobiernos, para facilitar no solo un mayor acceso de las mujeres al mundo del trabajo, sino la retención de su talento en áreas como las ciencias, las humanidades y las artes, y su ascenso a posiciones de liderazgo político, económico y social, no como una mera cuestión de paridad numérica, sino como un reflejo de la inclusión real de las mujeres en todos los ámbitos.

octubre 18, 2023

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