Prueba de fuego
Monitor Salud

Prueba de fuego


Gracias a las intervenciones para rescatar hospitales, dotarlos de camas UCI y de equipos biomédicos, se salvaron muchas vidas durante la pandemia. Se diseñaron protocolos y se pusieron en cintura a las EPS que no prestaban el servicio oportuno.


Cuando alguien necesite una fecha histórica en el país, tendrá que recurrir al 6 de marzo de 2020. Ese día los medios de comunicación titularon: “se confirma el primer caso de Coronavirus en Colombia”, y de inmediato se activó el plan de contingencia en todo el territorio nacional.

El virus ya estaba cerca. Había llegado a México, Ecuador, Brasil, Chile y Perú, donde empezaba a hacer estragos, a contagiar a decenas de personas diariamente, a congestionar centros médicos, en donde no existía el conocimiento ni la infraestructura para enfrentar la amenaza.

Cinco días después, el Ministerio de Salud y de Protección social confirmó 6 nuevos contagios y el 21 de marzo ocurrió la primera muerte de un taxista en Cartagena que se infectó al transportar turistas extranjeros.

Como la situación empezaba a agravarse, el 25 de marzo entró en vigencia el Aislamiento Preventivo Obligatorio y se inició una etapa de distanciamiento social, que se fue prorrogando continuamente.

Intervenciones

La Superintendencia Nacional de Salud había iniciado la intervención forzosa de 8 hospitales regionales para su saneamiento antes de la pandemia, debido a una serie de hallazgos en los componentes administrativos, financieros, jurídicos y asistenciales, de modo que ya tenían otro semblante el día de aquella fecha fatídica del 6 de marzo.

Otros 9 hospitales regionales fueron intervenidos durante las diferentes fases del COVID-19 y este tipo de decisiones contribuyeron a salvar vidas, pues fueron dotados de camas UCI, equipos biomédicos, oxígeno, ventiladores, medicamentos y se contrataron médicos especializados.

Según el Supersalud, Fabio Aristizábal Ángel, cuando apareció la pandemia en el país, varios de los hospitales no tenían cómo atender los usuarios y, en algunos casos, como sucedía en el San Rafael de Leticia, y en el San Francisco de Asís, de Quibdó, no existía una planta eléctrica y ni siquiera agua potable. Los médicos, personal de apoyo y enfermeras renunciaban por atrasos en el pago de la nómina.

Este diagnóstico era aterrador y, además, no se avizoraba el descubrimiento de una vacuna que permitiera contrarrestar la amenaza del virus. Fue así como la Supersalud hizo un amplio despliegue humano y técnico con el fin de ayudar a gestionar recursos para los hospitales intervenidos, mejorar su infraestructura y atender los requerimientos del personal asistencial, que no solo carecía de los más mínimos elementos de atención a los usuarios, sino que exponían su propia vida.

“Aquí no disponíamos de guantes, ni tapabocas, ni de medicamentos y escaseaba el oxígeno”, recuerda el médico Roberto Sandoval, Coordinador de Cuidados Intermedios y de COVID-19, del hospital San Rafael de Leticia”. Y agrega que en la capital del Amazonas y en el departamento pudo haber una hecatombe debido a que se presentó un pico muy fuerte a mediados de 2020.

En el caso del Magdalena, la ESE Alejandro Próspero Reverend que atiende el primer y segundo nivel) y que fue intervenida inicialmente antes de la pandemia, también estaba en “cuidados intensivos”, pero debido al plan de recuperación pudo atender gran parte de la población rural de Santa Marta y los estratos populares de la ciudad.

Ocho hospitales regionales habían sido intervenidos antes de la pandemia y otros 9 lo hicieron durante el desarrollo de las diferentes fases del COVID-19. El ajuste fue fundamental para la atención oportuna de contagiados.

Los hospitales intervenidos por la Supersalud atendieron satisfactoriamente la emergencia desatada por el COVID-19 en las regiones más apartadas de Colombia.

Destacada labor

Gracias a que fueron intervenidos, hospitales como San José de Maicao; Rosario Pumarejo de Valledupar; el Hospital Regional de Chiriguaná; Emiro Quintero Cañizares de Ocaña; Hospital Local de Cartagena; Hospital Universitario del Caribe; Universitario de Sincelejo; Regional de San Marcos, Sucre; San Jerónimo de Montería; Sandiego de Cereté; y ESE Río Grande de la Magdalena, Magangué, pudieron cumplir una destacada labor en atención a contagiados de la pandemia.

“En enero de 2021, en pleno segundo pico de la pandemia, yo me empecé a sentir mal y me llevaron al Hospital Universitario de Sincelejo; me trasladaron a la UCI y volví en sí 25 días después”, recuerda ahora Carlos Ballesteros, quien señala que si no hubiera sido por la atención que recibió en la institución otro gallo estaría cantando.

Ese es uno de los más de 8.500 casos de personas con COVID-19 que ingresaron a los hospitales intervenidos por la Supersalud entre marzo de 2020 y finales de marzo de 2021, cuando la pandemia hacía estragos en la población colombiana y llevaba las UCI a sus límites.

Pero además de fortalecer la vigilancia, inspección y control de los hospitales públicos con el fin de sanearlos, modernizarlos y eliminar prácticas de ineficiencia y desgreño, la entidad extremó su ojo avizor sobre las EPS y Secretarías de Salud, para que se le presten oportunamente los servicios de salud a los usuarios.

Durante la pandemia, se participó en el diseño de los protocolos de salud, se realizaron encuentros con la comunidad en la mayor parte de regiones del país, se impulsaron los programas de buenas prácticas, se identificaron deficiencias que ponían en riesgo la correcta prestación de los servicios, se promovieron las acciones del Juez de la Salud y, como parte de la vigilancia a toda la cadena de la salud, se oficializaron las visitas de inspección a proveedores de las EPS para verificar el proceso de dispensación de medicamentos a los pacientes. Sin estas medidas, el COVID-19 hubiera causado un daño peor en el país.

‘Grupo Élite’ para supervisar la vacunación

En febrero de 2021, mientras el país se preparaba para recibir los primeros lotes de vacunas contra el COVID-19, la Superintendencia Nacional de Salud alistaba una innovadora estrategia para contribuir a la supervisión del más ambicioso programa de inmunización puesto en marcha en Colombia.

Se trató del ‘Grupo Élite’ de Vacunación, un equipo de 80 profesionales de las distintas áreas de inspección y vigilancia de la Superintendencia, que se desplegó en 12 grupos por todos los territorios del país para acompañar y revisar la articulación de los actores involucrados en el Plan Nacional de Vacunación.

Los equipos técnicos de la Supersalud se reunieron con EPS, IPS y entidades territoriales para supervisar criterios como la cadena de frío exigida por las casas farmacéuticas, la preparación del personal vacunador, el agendamiento de citas y el cumplimiento de las etapas de priorización establecidas por el Gobierno Nacional, entre otros aspectos.

Durante estas visitas, también se estableció un monitoreo especial a la implementación del Programa de Pruebas, Rastreo y Aislamiento Selectivo Sostenible (PRASS), que fue diseñado para evitar una mayor propagación de los contagios.

Aplicando el modelo de visitas por ciclos, a partir de marzo de 2021 el ‘Grupo Élite’ de la Supersalud verificó y acompañó el debido cumplimiento a las fases previstas en el Plan Nacional de Vacunación. Luego de cada visita a los actores regionales, los equipos documentaron alertas que posteriormente eran objeto de estricto seguimiento. En los dos primeros ciclos se realizaron mesas técnicas con 37 entidades territoriales (32 departamentales y 5 distritales), visitas a 74 sedes de EPS y a 70 hospitales y clínicas del orden nacional.

Como resultado de este ejercicio, surgieron un total de 2.221 alertas, de las cuales 1.423 correspondían al Plan Nacional de Vacunación y 798 al Programa PRASS. En todos los casos se implementaron planes de acción y de mejora que permitieran mitigar los riesgos.

Fuente: Publicación digital de la Superintendencia Nacional de Salud. Revista Monitor Salud. Ed. Nº 9 (Marzo-Junio 2020)

septiembre 5, 2022

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