Innovación y transformación del modelo de atención: una respuesta a los retos de salud global
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Innovación y transformación del modelo de atención: una respuesta a los retos de salud global


En un mundo plenamente globalizado que afronta retos y cambios a una velocidad abrumadora, la salud y el bienestar se han convertido poco a poco en el bien más preciado de una sociedad y quizá en el mejor indicador de desarrollo de un país


Por Nancy Yomayusa González – Directora Científica Instituto Global de Excelencia Clínica -Presidencia de Salud e Innovación Keralty


El mundo venía enfrentando cambios vertiginosos y complejos por cuenta de la pandemia del Covid-19 y cuando se empezaban a implementar planes de recuperación resiliente, de manera paradójica el planeta se somete a una guerra demencial que ha causado muerte y desolación en Ucrania y que amenaza la sostenibilidad global, aunada al impacto generado por el cambio climático, la migración, el desplazamiento masivo de poblaciones, la expansión sin fronteras de las enfermedades infecciosas (epidémicas y pandémicas), la desigualdad, violencia y la acelerada transición demográfica menoscaban la capacidad de todos los países para alcanzar el desarrollo sostenible.

Para el 2021 se reportaba que el 9,2 por ciento de la población mundial (698 millones de personas) vivía en pobreza extrema, según los reportes del Banco Mundial. Dos años después de la declaración de la pandemia, se hace más evidente la amenaza para combatir la pobreza, es así como cerca de 100 millones de personas adicionales viven en la pobreza, el 80 por ciento de los nuevos pobres se ubican en países de medianos ingresos y la brecha se intensifica paulatinamente en los países de bajos ingresos. Como si fuera poco, se anticipa que los efectos del cambio climático llevaran a la pobreza a entre 68 y 132 millones de personas en el 2030.

En países en vía de desarrollo, alrededor de 1300 millones de personas viven en la pobreza multidimensional, la cual refleja privaciones severas en salud, educación y nivel de vida. Según el IPM (Índice de Pobreza Multidimensional) de 2021 publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Iniciativa de Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford, aproximadamente la mitad de los pobres multidimensionales (644 millones de personas) son menores de 18 años y el 8,2 por ciento (105 millones) tienen 60 años o más. La guerra en Ucrania, sin lugar a dudas, anticipa un desastre económico mundial que agravará las condiciones de pobreza con un impacto sin precedentes en la salud pública.

Como si fuera poco, la guerra del hambre crece de manera vertiginosa, aproximadamente 811 millones de personas se acuestan con hambre todas las noches, la inseguridad alimentaria se duplicó desde el 2019: pasó de 135 millones a 276 millones de personas afectadas, y 44 millones de personas en 38 países están al borde de la hambruna. El hambre afecta particularmente a las poblaciones más vulnerables, cerca de 156 millones de niños menores de cinco años presentan retraso del crecimiento debido a la desnutrición crónica y 50 millones de niños con malnutrición severa están en riesgo de muerte. El 60 por ciento de las personas que padece hambre en el mundo vive en zonas azotadas por la guerra y la violencia.

Nuevas amenazas para la salud

Indudablemente este panorama se intensificará por cuenta del cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, la escasez y contaminación del agua, produciendo una mayor propagación de enfermedades por vectores, alteración de los ecosistemas, los medios de subsistencia y la salud, situación que ha generado el desplazamiento de 30 millones de hogares en todo el mundo en el 2020. La contaminación del agua generada por prácticas insostenibles tales como: plaguicidas, nitratos en las aguas subterráneas, oligoelementos metálicos, los patógenos del ganado, los contaminantes emergentes, incluidos los antibióticos y los genes resistentes a los antibióticos excretados por el ganado, plantea una grave amenaza para la salud humana y los ecosistemas del planeta.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, más del 90 por ciento de las personas respira un aire insalubre, el cual mata a siete millones de personas cada año. Los graves efectos de la contaminación del aire sobre la salud genera un tercio de las muertes por accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón, cardiopatías y enfermedades respiratorias, lo que afecta particularmente a niños, adultos mayores y mujeres.


La pandemia, la crisis climática, el impacto de la guerra, la inequidad y la crisis socioeconómica ponen en peligro a los 811 millones de personas que se acuestan con hambre en el mundo.


Por otro lado, la epidemia de enfermedades no transmisibles (ENT) plantea consecuencias devastadoras para la salud y genera altos costos e inestabilidad de los sistemas de salud pública. Las ENT son responsables de casi el 70 por ciento de las muertes en todo el mundo. Casi el 75 por ciento de todas las muertes por ENT, y el 82 por ciento de los 16 millones de personas que fallecieron prematuramente, o antes de cumplir los 70 años, ocurre en países de ingresos bajos y medianos. Por su parte, la complejidad de las enfermedades y la multimorbilidad, siendo esta población particularmente susceptible a padecer formas severas de la Covid-19, secuelas y condiciones post Covid-19, incrementa la demanda de servicios de salud y el costo, así como la funcionalidad y la calidad de vida.

De igual manera, los sistemas de fabricación de alimentos y bebidas muy transformados y poco saludables están impulsando una ola de obesidad, lo que incrementa las tasas de cáncer y enfermedades cardiacas, al tiempo que generan un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Estimaciones recientes del estudio Global Burden of Disease 2020, mostraron que esta pandemia ha provocado un aumento del 27,6 por ciento en los casos con trastorno depresivo mayor y en un 25,6 por ciento en casos de trastornos de ansiedad en todo el mundo para el 2020. Esta situación incide particularmente en las mujeres y las personas más jóvenes (entre 20 a 24 años), con un impacto mas notorio en países de ingresos bajos y medianos, donde las condiciones socio económicas incrementan la crisis de salud mental.

Se requiere cambiar el paradigma del cuidado de la salud

En un mundo plenamente globalizado que afronta retos y cambios a una velocidad abrumadora, la salud y el bienestar se han convertido poco a poco en el bien más preciado de una sociedad y quizá en el mejor indicador de desarrollo de un país; y es por esta razón, que quienes asumimos el compromiso de servir a los demás, encontramos en el sector salud el verdadero camino para dignificar la condición humana reflejada en el cuidado de las personas a lo largo de toda su vida, aun cuando estén saludables, también cuando sufren una enfermedad, sienten temor, ansiedad o simplemente necesitan consuelo y orientación frente a lo que definimos como momentos de verdad a lo largo de la vida, tan sencillo y profundo como el nacimiento de un hijo, la muerte de un padre, un inesperado diagnóstico de cáncer, la necesidad de un trasplante, el deseo de ser padres mediante un tratamiento de fertilidad, la vacunación, una cirugía de emergencias, el impacto del trauma, la violencia o las repercusiones de la pobreza y la situación social.

Por lo tanto, este gran reto de contribuir a la salud y el bienestar de la gente en medio de un incremento exponencial de problemas de salud pública, nos debe conducir a una reflexión profunda, asumiendo la responsabilidad con un cuidado equitativo, seguro, de altos estándares de calidad y centrado en las verdaderas necesidades de las personas; el compromiso es con el cuidado de personas con nuevas condiciones generadas por el cambio climático y ambiental, la guerra, la violencia y la pobreza; enfrentando los retos de una población cada vez más enferma, con condiciones no transmisibles complejas y una mayor afectación de la salud mental; también es una obligación real con reducir la huella de carbono mediante nuevas formas de optimizar procesos, potenciando los activos socio comunitarios, fortaleciendo el empoderamiento y compromiso con el autocuidado.

Es claro, entonces, que nos enfrentamos a verdaderos “wicked problems”, los problemas que amenazan la salud y el bienestar son desafiantes, cambiantes, multicausales, difíciles de definir y resolver por los métodos tradicionales, involucran muchos factores interdependientes, muchos enfoques y disciplinas. Y para resolverlos se requiere trascender la manera como tradicionalmente estábamos acostumbrados a pensar y actuar en el sector de la salud. Requerimos un cambio de paradigma, evolucionar de un modelo biomédico tradicional, tremendamente reduccionista y mecanicista, enfocado en la enfermedad, para cocrear un modelo que permita a las personas tener una vida saludable a pesar de padecer las inclemencias de la enfermedad, reconociendo que la salud es un proceso dinámico; es la capacidad de adaptación continua, que permite al individuo auto gestionarse frente a factores, como el medio ambiente, la cultura, las condiciones sociales, económicas, las creencias, los hábitos, y los desafíos crecientes de salud.

Décalogo para la transformación del modelo de atención

En este sentido, Keralty ha asumido el reto de la transformación posicionando a las personas y al conocimiento en el centro, como una fuente inagotable de aprendizaje, e innovación, generando respuestas a los problemas complejos y orientando la toma de decisiones informadas en beneficio de la salud y el bienestar de todos, por lo cual, se propone un decálogo para la transformación del modelo de atención:

  1. Un modelo centrado en las necesidades particulares, promoviendo y gestionando estrategias para lograr que las personas, sus familias, los profesionales y los equipos de cuidado sean verdaderamente el centro de la atención, generando experiencias memorables y potenciando personas informadas, empoderadas y participativas de quienes conocemos sus necesidades y preferencias para generar soluciones reales que generan confianza.
  2. Un Modelo de Atención integral con una oferta integrada de servicios sanitarios y sociales desde el enfoque comunitario, que permita conocer y responder a las necesidades de las personas, que potencie el mapeo de activos en la comunidad y la prescripción social como estrategias para la promoción de la salud, que promueva un cuidado socio sanitario informado con la mejor evidencia científica y reduzca la variabilidad de la práctica, que garantice la eficacia y efectividad del servicio.
  3. Un ecosistema de cuidados coordinados, verdaderamente compasivos, salutogénicos, empáticos y solidarios, que propendan por la seguridad de las personas, la calidad y la búsqueda continua de la verdadera excelencia en el cuidado.
  4. Un modelo que promueva un gobierno clínico integrado, que articule de manera virtuosa el ámbito estratégico, administrativo y clínico, que potencie el valor del conocimiento y la experiencia, promoviendo un liderazgo transformacional, el empoderamiento, el bienestar de los profesionales y los equipos de cuidado multidisciplinarios, pues son las personas el gran motor que impulsa el cambio y la transformación, construyendo una organización inteligente y resiliente.
  5. Un modelo que promueva la educación efectiva y el desarrollo del capital humano, fortaleciendo el desarrollo de habilidades y competencias de los equipos de cuidado, contribuyendo a la formación de nuevas generaciones, la alfabetización de personas y comunidades, consolidando una verdadera sociedad del conocimiento responsable y solidaria.
  6. Toma de decisiones informada en evidencia y basada en datos, a través de un panel de métricas multidimensionales que demuestre su impacto en desenlaces en salud, que incluyan la experiencia y los resultados que importan a las personas y familias (PROMS, PREMS) y el impacto en la sostenibilidad financiera.
  7. Un modelo dinámico, versátil y visionario, que reconozca la investigación, la innovación, el desarrollo tecnológico y la experiencia de su gente como eje de transformación. Un modelo que adopte y adapte de manera racional, segura y eficiente las nuevas tecnologías sanitarias, las herramientas y soluciones de inteligencia artificial (IA), la ciencia de datos, los resultados de la investigación traslacional, que aplique las virtudes de la salud digital, a través de tecnologías disruptivas y cambios culturales con el fin de predecir riesgos, tendencias, mejorar la toma mejores decisiones estratégicas y clínicas, consolidando una medicina personalizada y predictiva, segura, que anticipe el riesgo, fomente la prevención, la promoción de la salud y el bienestar.
  8. Un modelo para la salud que venza la inercia y evolucione de manera continua, a través de las potencialidades del Livivg Lab, un verdadero laboratorio de nuevas soluciones, que responde a las necesidades complejas en el campo de la salud, generando un cambio sistémico, un ecosistema de innovación abierta, disruptiva y centrada en el ser humano.
  9. Un modelo que genere valor en salud garantizando en ciencia y sostenibilidad, porque estamos convencidos que el impacto económico es una consecuencia de hacer bien las cosas.
  10. La salud es más que la simple ausencia de enfermedad, por eso propendemos por una visión salutogénica para transformar el modelo de cuidado, entendiendo la salud como capacidad que tienen las personas para abordar la vida con sentido de coherencia, haciéndola comprensible, manejable y significativa, asumiendo y adaptándose positivamente a los desafíos y retos de la vida. Es así como buscamos los estados posibles de salud y bienestar aun en medio de las condiciones más adversas, la complejidad de la enfermedad o discapacidad, garantizando el confort y la calidad de vida inclusive hasta el último aliento.
abril 20, 2022

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