¿Fue Leandro Díaz un savant?
Actualidad, Opinión

¿Fue Leandro Díaz un savant?


El cerebro es más grande que el cielo.
Si los pones uno junto a otro,
el primero contiene
con holgura al segundo.
Y a ti a su lado.

Emily Dickinson


Por Stevenson Marulanda Plata – Presidente Colegio Médico Colombiano

El tipo en comento podía memorizar un libro en solo media hora, y de manera simultánea y en solo ocho segundos, leía dos páginas a la vez, una con cada ojo. Es que no tenía el viaducto electroquímico (Cuerpo Calloso), el tabique neuronal que une a los dos hemisferios cerebrales para que intercambien a velocidad vertiginosa los datos informáticos y funcionen como una sola cosa, por eso a Kim en materia de lectura, le trabajaba la mente como si tuviera dos cerebros: cada mitad una mente, la derecha independiente de la izquierda.

Física, emocional y socialmente era muy limitado. Era autista. Necesitaba asistencia hasta para amarrarse los cordones de los zapatos o abrocharse los botones de la camisa, pero, eso sí, recitaba de memoria, palabra por palabra, alrededor de 12.000 libros que había leído, aunque no era capaz de hacer ningún juicio crítico, solo era una máquina de memorizar. Nunca se casó ni tuvo novias, hijos tampoco.

Lo social no era lo suyo. Era extraordinariamente tímido, aunque con el tiempo empezó a disfrutar de una fama casi de circo, demostrando sus asombrosas habilidades matemáticas a los curiosos que lo desafiaban con preguntas de cálculos infinitesimales y astronómicos. Laurence Kim Peek de Salt Lake City Utah, era un savant.

Tony De Bois, es otro caso de savant, pues nació ciego y autista, y apenas a los 2 años, y sin jamás haber recibido clases, empezó a tocar el piano.

¿Qué es un savant?

Savant en francés quiere decir sabio.

Este término fue usado por primera vez en neurociencias por el doctor J. Langdon Down para referirse a personas que poseían a la vez una discapacidad y una habilidad, ambas extremas y muy significativas. Sin embargo, una de las dos palabras que eligió para caracterizarlos no fue muy afortunada, pues los llamó “idiot savant”.

En 1988, para rectificar esta especie de maledicencia, Darold Treffert,
un psiquiatra de Wisconsin, sugirió el nombre clínico de síndrome de savant, y así lo conocemos hoy en la literatura médica.

El síndrome de savant, o síndrome del sabio, entonces, es una rara patología neurológica que afecta los centros cerebrales del pensamiento, ya sea de manera congénita o adquirida, por alguna enfermedad cerebral o un accidente traumático en la cabeza.

El doctor Treffert experto en autismo y en savants (la mayoría de savants son autistas), cuenta el caso de un savant ciego al que le preguntó qué cuantos granos de maíz habría en la casilla 64 de un tablero de ajedrez, si en la primera se colocaba un grano, dos en la segunda, cuatro en la tercera, ocho en la siguiente, y así sucesivamente si seguimos doblando hasta llegar a la 64, la última. El paciente demoró solo cuarenta y cinco segundos para responder correctamente: “18.446.744.073.709.551.616”

Estas personas tienen súper poderes y súper habilidades mentales para unas cosas, pero son súper “chambones” para otras. Se dice que afecta con mayor frecuencia a hombres que a mujeres en una proporción de 5: 1.

¿A qué áreas del cerebro suele afectar?

El cerebro humano y la mente que le subyace de manera coespacial, están compartimentalizados en módulos o cubículos, donde cada área está especializada en determinada capacidad mental; de esta forma, el habla, los sentidos, el miedo, los deseos, las emociones, los sentimientos, el placer, el arte, el cálculo abstracto, el pensamiento matemático, la orientación espacial, la memoria y los recueros, la habilidad musical, la expresión corporal, y todas las demás formas de inteligencia, de pensar y de sentir, son procesados por redes y circuitos de neuronas especializadas evolutivamente para cada específico fin, los cuales están ubicados y distribuidos estratégicamente en diferentes partes del cerebro.

Esta fue la razón por la cual Gabriel García Márquez cierta vez le preguntó al neurocientifico Rodolfo LLinás: “en qué lugar del cerebro se incuba el amor, y cuál será su duración y destino”.

De cierta forma, esta distribución modular de la mente humana podría intentar explicar por qué la patología savant no afecta indiscriminadamente todos y cada uno de esos módulos funcionales mentales, y elige más comúnmente las áreas de la música, el arte, el cálculo, las habilidades matemáticas, la manipulación de símbolos abstractos, y la orientación espacial. De todas maneras, cualquiera que sea el área afectada, siempre aparece una memoria prodigiosa como la de Kim Peek y la del tipo de los granos de maíz y el ajedrez.

¿Qué sucede en el cerebro de las savants?

Nadie sabe. La ciencia está en pañales, y lo único que sabe Leandro Díaz al respecto, es que si él hubiera visto con los ojos físicos como vemos todos los mortales, nunca hubiera sido el genial compositor que fue. Sin embargo, existe la hipótesis de que la lesión en el hemisferio izquierdo, según las potentes imágenes de Resonancia Nuclear Magnética funcionales, es la responsable del desencadenamiento del proceso.

¿Qué es el cerebro humano?

El cerebro humano es una vieja máquina evolutiva de pensar, sentir, imaginar, aprender, dormir, soñar, curiosear y recordar.

También hace hablar, cantar, reír, llorar, bailar, jugar, gozar, enamorar y copular. De igual manera, motiva, entusiasma, ilusiona y mueve voluntariamente al cuerpo donde está instalado.

De este modo, crea en el mundo interior de su poseedor un modelo del mundo externo que percibe, haciéndole creer que es un yo autoconsciente, único e irrepetible, convirtiéndolo en una entidad biológica deambulante: una identidad animal psicológica, mezcla de inteligencias, talentos, lógica y razón, intensamente instintivo, emocional, sentimental, iluso e inmensamente social.

O sea, un bojote de carne y huesos: pasional, vanidoso y analítico, capaz de inventar lenguajes, idiomas y escrituras, y de crear ciencia, filosofía, arte, música, poesía, guerras, mitos, ficciones, religiones y literatura; y de esta forma, ese yo humano en dos hemisferios cerebrales, es una criatura biológica dotada de todas las capacidades mentales y anatómicas con que la humanidad ha construido sus grandes y pequeñas culturas y civilizaciones.

Con todo, no olvidar que orgánicamente es como si realmente tuviéramos dos cerebros que funcionan de manera distinta pero trabajan juntas y se complementan entre sí. Se dice que el izquierdo, llamado a veces cerebro digital, es más elocuente, lógico, analítico y ordenado; mejor para leer, escribir y hacer cálculos matemáticos.

En cambio, el derecho es analógico, es el cerebro artístico, creativo, sentimental, llorón, fantasioso y soñador, intuitivo, imaginativo, visual y menos organizado.

Y tú, que me estás leyendo, no eres capaz de usar un solo lado de tu cerebro a la vez, a no ser que seas un savant.

Para terminar, no sé si Leandro Díaz entra en la categoría de savant, de lo que sí estoy completamente seguro, es que, como a todos los artistas, le funcionó más el cerebro derecho que el izquierdo.

Bogotá abril 10 del 2022.

abril 12, 2022

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