Algunas personas que tuvieron Covid-19 leve o grave no alcanzan a recuperarse por completo y siguen con una variedad de síntomas crónicos durante semanas o meses tras la infección, con frecuencia de carácter neurológico, congnitivo o psiquiátrico.
El síndrome post-Cvid es una entidad compleja, que incluye el síndrome de fatiga crónica posvírica, la secuela de múltiples órganos y los efectos de la hospitalización grave o síndrome post-cuidados intensivos.
El síndrome post-Covid (PCS, por sus siglas en inglés), es quel donde persisten los síntomas de la infección por el virus más allá de cuatro semanas después de la infección primaria. El Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos utiliza el término ‘Post-COVID conditions’ para describir cualquier trastorno o alteración de la salud que persista más de cuatro semanas tras la infección por el SARS-CoV2, y distingue tres subtipos:
- Covid persistente, que se define como una serie de síntomas principales son: fatiga, dificultas para pensar o concentrarse (llamada ‘niebla mental’ o braing fog), cefalea, pérdida del gusto o del olfato, mareo eb bipedestación, palpitaciones, disnea, tos, dolor muscular o de las articulaciones, ansiedad y/o depresión, fiebre o síntomas que empeoran tras realizar actividades físicas o mentales.
- Síntomas consecuencia del daño de múltiples órganos, como el corazón, el pulmón, el riñón, la piel y el sistema nervioso. En esta categoría se incluyen también el llamado síndrome inflamatorio multi-sistémico y otras entidades auto-inmunes.
- Consecuencias del tratamiento del Covid-19 o de la hospitalización prolongada, que incluye el síndrome post-unidad de cuidados intensivos (post-UCI) o del paciente crítico, polineuropatía del paciente crítico, alteraciones cognitivas (que afectan a la atención sostenida y dividida, la memoria a corto plazo, las funciones ejecutivas y la lentitud en el procesamiento de la información), y síntomas de estrés postraumático, dolor, ansiedad y depresión.
Una característica del síndrome Post-Covid, es la aparición de nuevos síntomas que pueden fluctuar en el tiempo. En ese sentido, la respuesta del sistema inmunitario resulta relevante, y el efecto causado por la respuesta inmunitaria puede empeorar los síntoma. Los factores que se han asociado a una respuesta inflamatoria sistémica excesiva incluyen la exposición a una carga viral elevada, la presencia de cormobilidades y el grado de inmuno-competencia de la persona que presentó el Covid-19. Es por esa misma razón que el síndrome post-Covid no es una entidad homogénea ni única, y se ha descrito una gran variación en las estimaciones sobre su incidencia y prevalencia.
Lo que ocurre es que el virus del SARS-CoV-2, utiliza los receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) para ingresar a las células. Esta enzima se encuentra en todo el cuerpo, como la mucosa oral y nasal, pulmones, corazón, intestinos, hígado, riñones, cerebro y demás órganos. El virus, pese a ingresar por el sistema respiratorio, se infiltra en el sistema nervioso casando daños en sus células y reacciones inflamatorias en órganos y tejidos, que son los factores que podrían ser los responsables de que queden secuelas.
El papel del sistema inmunitario
Con los otros coronavirus también se describieron síndromes post-infecciosos. Por ejemplo, con el micro-organismo asociado al síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV) que causó un brote epidémico en 2002, iniciado en Guangdong, al sudeste de China, y que dejó más de 8 mil casos registrados y 774 fallecidos, los estudios de seguimiento a los pacientes de esta epidemia revelaron que un 50% de los supervivientes presentó fatiga y trastornos del sueño a los 12 meses, la otra mitad padeció un síndrome de fatiga crónica a los cuatro años y un 25% reunió los criterios de síndrome de encefalitis miálgica.
Con este nueva pandemia del Covid-19 existe una notable variación en la duración, la gravedad y la fluctuación de los síntomas, los cuales pueden afectar a la calidad de vida, el estado funcional, la cognición y el estado de ánimo de los supervivientes, y generar una discapacidad grave.
Los síntomas más frecuentes son fatiga, disena, alteración de la atención, de la concentración, de la memoria y del sueño, ansiedad y depresión. Se desconocen los mecanismos biológicos que subyacen, pero las posibles hipótesis para explicar este hecho son:
- La presencia de una respuesta inmunitaria defectuosa por parte del huésped, que favorecería la replicación vírica por un tiempo más prolongado.
- La existencia de un daño sistémico secundario a una respuesta inflamatoria excesiva o una alteración del sistema inmunitario (síndrome de la tormenta de citocinas).
- La presencia de secuelas físicas (deterioro físico) o mentales/psicosociales (ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático, efectos del confinamiento o aislamiento social), y más improbable.
- La reinfección por la misma o por una variante diferente del SARS-CoV-2.
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