Durante la Cita con el Experto, Nelson F. Mariño, microbiólogo, con magíster en Ingeniería Industrial de la Universidad de los Andes, analizó con el Colegio Médico Colombiano los pros y contras del modelo de vacunación contra COVID-19 del Gobierno nacional. Enfatizó que para asegurar la administración eficiente y oportuna de la vacuna, hay que almacenar menos y vacunar más.
El 11 de diciembre de 2020, la vacuna de Pfizer-BioNTech para COVID-19 recibió la autorización por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para el uso de emergencia para prevenir la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), en personas mayores de 16 años.
En un lapso de solo diez meses esta vacuna marcó un hito en el desarrollo de inmunológicos en un momento en el que el mundo más lo necesitaba.
Pero enfrentar la pandemia requiere, además de los adelantos de la ciencia médica, modelos logísticos que permitan movilizar, almacenar, distribuir y aplicar la vacuna en el menor tiempo posible y a gran escala, con el fin de salvar millones de vidas, afirmó Nelson Fernando Mariño, microbiólogo, con magíster en Ingeniería Industrial de la Universidad de los Andes, cofundador de Decisiones Logísticas, consultoría especializada en red logística, durante el espacio académico Cita con el Experto, del Colegio Médico Colombiano.
“Colombia se ha caracterizado por tener un excelente Programa Ampliado de Inmunización (PAI), pero las condiciones de vacunación para el COVID-19 cambiaron radicalmente; en primer lugar, el plan de vacunación para COVID- 19 -contraria a la del PAI- va dirigido principalmente a personas mayores de 12 años, requiere que se efectúe primordialmente en centros urbanos y debe asegurar que se vigile al máximo la escasez del producto; en otras palabras, que no haya desperdicio y que los tiempos de vacunación masiva se cumplan con gran prontitud”.
De la misma forma que desarrollar la vacuna requirió de medidas excepcionales y esfuerzos sin iguales, como el uso de inteligencia artificial, tiempo récord para realizar los ensayos clínicos, la modernización de plantas de producción, entre otras, permitir que el inmunológico llegue a quienes lo requieren también demanda una logística de avanzada.
De la misma forma que desarrollar la vacuna requirió de medidas excepcionales y esfuerzos sin iguales, como el uso de inteligencia artificial, tiempo récord para realizar los ensayos clínicos, la modernización de plantas de producción, entre otras, permitir que el inmunológico llegue a quienes lo requieren también demanda una logística de avanzada.
Precisamente, aseguró el microbiólogo, construir esa logística ha sido el desafío sanitario más grande para el Gobierno nacional en los últimos años. Hay que tener un modelo logístico centrado en el ciudadano, lo que significa que sea ágil, simple y flexible para que resulte eficaz y, así, compensar la incertidumbre del suministro de la vacuna.
Pero ese modelo, a su vez, debe estar diseñado de acuerdo con las necesidades. Si la mayor limitación es que no hay suficientes vacunas para todo el mundo, se requiere la mayor destreza para evitar que la capacidad de vacunar pase a ser otra limitación.
“En Colombia dicha capacidad de vacunación ha sido ineficiente y resulta inadmisible que se tengan millones de vacunas en el refrigerador. El cuello de botella debe ser llegada de vacunas, no la habilidad para aplicarlas”.
Es hora de liberar las restricciones
Una pandemia desencadena circunstancias extraordinarias y obliga a los gobiernos, así como a la industria logística a plantear estrategias ingeniosas para el almacenamiento y distribución de la vacuna.
Desde antes de contar con un inmunológico se sabía que la velocidad para la aplicación y el nulo desperdicio eran definitivos. Muchos países como Reino Unido, Estados Unidos, Australia e Israel, entre otros, comenzaron a hacer pruebas piloto meses antes de conseguir el inmunológico. En Colombia, pese a toda la experiencia del PAI, la campaña de vacunación masiva no ha resultado tan efectiva como se diseñó.
Para empezar, el proceso de inscripción previa en el aplicativo Mi Vacuna, el agendamiento que hace la EPS, el cruce de BD y el consentimiento informado han retrasado la vacunación, sin generar mayor al proceso, agregó Mariño.
“Los sistemas de información deben servir para apoyar las decisiones en materia de salud pública. Y la pregunta en este caso es: ¿qué es más urgente vacunar o llenar los diferentes aplicativos?”
En segundo lugar, acondicionar un sinnúmero de puntos de vacunación no es la estrategia más adecuada cuando los tiempos apremian. Contrario a lo que muchos imaginan, dispersar en muchos centros de vacunación hace que el proceso de asignación y distribución sea más lento y difícil de controlar, explicó el microbiólogo.
“De ahí que se vieran filas de más de ocho horas en algunos puntos de vacunación, mientras que otros estaban prácticamente desocupados. Es mejor tener pocos centros estratégicamente ubicados que se conviertan en eficientes y ágiles puntos de vacunación y permitan aplicar las dosis que vayan llegando a las ciudades o territorios de manera inmediata. En Chile, por ejemplo, país que lideró el proceso de vacunación en América Latina se anunciaban los puntos de vacunación y se informaba las personas que podían asistir de acuerdo con la edad. Nada más”.
Cuando la meta que se persigue es almacenar menos y vacunar más, el microbiólogo considera que es indispensable eliminar las barreras administrativas.
“Colombia tiene un sistema con demasiada burocracia administrativa. Sin embargo, algo positivo que mostró la pandemia fue que muchos de los servicios que se creían imposibles de simplificar se volvieron más ágiles e incluso se llevaron a domicilio”.
En consecuencia, insiste en que los criterios de aceptación podrían ser muy simples, como llevar solo la cédula y el carnet.
“Se deberían liberar las restricciones y eliminar las barreras de acceso impuestas por los aseguradores o los prestadores de servicios de salud. La idea es tener pocos centros de distribución y vacunación pero altamente productivos y con procesos operativos simplificados”.
“Los sistemas de información deben servir para apoyar las decisiones en materia de salud pública. Y la pregunta en este caso es: ¿qué es más urgente vacunar o llenar los diferentes aplicativos?”
La vacunación es parte de la solución
Esta emergencia sanitaria es un fenómeno temporal, territorial y gradual, por lo que las medidas para controlar la epidemia se deben implementar evaluando primero la eficacia de cada una de ellas en el curso de la pandemia. El aislamiento de los casos y el rastreo de los contactos sumados a la distancia física y a la limitación de reuniones sociales pueden ser más efectivos que los cierres totales extensos.
En las fases tempranas de la pandemia es más razonable intentar contener la situación a través de medidas inmediatas de distanciamiento social, pero no se puede cerrar todo un país por más de un año. Las cuarentenas parciales y dinámicas tienden a funcionar mejor que las medidas exageradas e ilimitadas, señaló el experto.
“A la hora de poner en marcha limitaciones a la movilidad, hay que tener en cuenta el porcentaje de casos nuevos en un área geográfica determinada y el aumento de la infección en la misma área. Por eso, creo que ha sido un error imitar las cuarentenas al porcentaje de ocupación de las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI). El funcionamiento de una UCI no consiste en prender un botón y esperar unos días. Se debe tener en cuenta el Talento Humano en Salud que las pone a funcionar, las instalaciones, los insumos que se necesitan, entre otros requerimientos”.
Por tratarse de un fenómeno dinámico y con el ritmo que ha tomado la inmunización en los últimos días, el microbiólogo Mariño esperaría que hacia el último trimestre de este año Colombia podría entrar a la fase en la que haya más oferta que demanda de vacunas como ha ocurrido en otros países.
No obstante, recalca que la vacunación es solo parte de la solución al problema.
Para salir de la pandemia es necesario seguir con las medidas de autocuidado y entender que el trabajo se tiene que hacer entre todos y para todos, sin protagonismos, porque el objetivo común debe ser solo uno: salvar vidas.
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