Soledad, angustia, sexualidad y menopausia
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Soledad, angustia, sexualidad y menopausia


“Entre esta pluma y un papel verás el mundo en el que habito” – María Gómez Martín

“Densa noche negra: el diario de Marga Gil” – Violeta Lobo Ballesteros

“El desafío de las escritoras árabes” – Doa Serag Mohamed Morsy

Por Dr. Carlos Pol Bravo – Médico Psiquiatra – Máster en Sexología 

Y así, tantas que nos expresan y definen el título de este trabajo. Cuatro palabras, tres ramas galénicas y un solo objetivo: La mujer.

Psiquiatría, Ginecología y Sexología, no son, como cualquier especialidad médica, ajenas al humanismo, al sentir de las gentes, sus dolores, angustias, imperfecciones y, menos aún, al vivir el silencio mudo y despreciativo por parte de algunos, ante sus reclamos y patologías cuando nos piden ayuda.

Esa ayuda pedida, en ocasiones con palabras, en otras tan solo con la mirada, es parte de este delicado tema.

Durante milenios, la mujer no ha sido vista ni tratada con el valor que amerita. ¡Admiración, si! Pero más al físico y por la maternidad que a muchos de sus pensamientos. Realidad innegable por siglos, que ahora está desapareciendo.

Y para su suerte y justicia, como para satisfacción de todos, en este Siglo XXI, preñado de indolencias, tragedias y locura, aún ese Faro de Alejandría nos ha dado la luz para incluirla en el lugar que merece: Y que sea integrada con todas sus creaciones, vicisitudes, necesidades y argumentos. Y dentro las tres últimas palabras especialmente, cuando el tema son los años, la separación, la tristeza de la soledad y la angustia de una sexualidad que, a su criterio, se le va de las manos, como la arena a los niños en la playa.

Centrándonos en el caso, es…

Cuando a una mujer de edad mediana se le rompe su relación sexosentimental, es generalmente ama de hogar, o tiene una profesión, tenía un trabajo, muy olvidado en la noche de los tiempos, quizá por esa filosofía machista y caduca del cazador que lleva la presa y la fémina que debe de estar en la cueva azuzando el fuego y esperando su regreso, aun con sonrisas, aunque la disarmonía sea notoria.

La grotesca imagen neardenthalista descrita es una irónica forma literaria de presentar casos en la actualidad de cómo el hombre se considera tan virtuoso y capaz de ser solo él quien lleve el dinero, el alimento, el sustento a casa, pero, en cambio, exhibiéndola cual trofeo y que ella se dedique tan solo a labores “propias de la mujer” en el centro del hogar, sin pensar tan siquiera la gran posibilidad de un apoyo económico y de una libertad social. ¡De la de ella, claro! ¡Grave situación en que… un complejo se confunde, por la inseguridad y la inmadurez del macho, con la libertad sexual de ella!

Así las cosas, esta mujer pierde su rumbo del cotidiano a pesar en ocasiones de ser una obligación, al menos conocida. En cambio, en otras, ante la separación, se encuentra con lo desconocido.

Esa selva, esa jauría social que antes, aunque fuera viéndola tan solo, sin adentrarse en ella, sabía existía, dándole seguridad al cuerpo más que al sentimiento, y le daban cierto refuerzo, a pesar de todo… Ahora sabe que ya no tiene el espejismo de ese refuerzo.

Pero también existen otras amazonas, fuertes, líberas, trabajadoras y que no sufren la “presión de labores domésticas”. Tan solo la realizan con el sentido de un fruto más en el concepto de familia. Aquellas que trabajan, tienen profesión, oficio y beneficio. A estas también les pasan factura la soledad, la angustia de los años y su idea de sexualidad en y entre la pareja, que ahora ya no existe.

Ante esto, entremos en el concepto psiquiátrico de la desorientación social. De su estado emocional y circundante que se confunde a veces con la sensoemotividad, y la propia desorientación sexual.

Pero este punto lo veremos en el concepto sexológico, tan importante, así como necesario de ser valorado igual que el ginecológico. Volviendo al primero, la ansiedad de la situación desde lo familiar y económico, a lo social y en ocasiones incluso lo jurídico, genera una más que entendible ansiedad ante preguntas que van desde “¿qué hacer?” a “¿por qué lo hice?” o del “debía haberlo hecho ¿y ahora qué?”

Para nada estoy expresando una inseguridad en las conductas y decisiones femeninas, o negando la justificación de ellas. Tan solo, en mi humilde concepto de profesional en salud mental, reflejo, lo que en ocasiones trato en clínica: ansiedades colaterales a situaciones de rotura en la pareja, una muy notoria baja de autoestima, trastornos del sueño, cambio de conductas sociales para con los hijos, en el trabajo, ¡entre sus amistades… y con ellas mismas! O depresiones reactivas ante las perspectivas, las actuaciones, los resultados o las falsas expectativas.

Todo ello es conocido y conlleva un sensible al igual que especifico tratamiento, con el fin de conseguir la salida a su problema dentro nuestra área clínica, dentro un tratamiento puntual, sólido, cálido, pero evitando cualquier intimismo, rentismo o situación equívoca, factor de gran importancia en nuestra profesión y especialidad, dadas las circunstancias. Y no es arar en el desierto, es recordar que no existen los claroscuros. Tan solo los claros y transparentes casos.

En cuanto al aspecto sexológico, muy imbricado con el ginecológico por situaciones referentes a peri, meno o postmenopausia, en que los factores hormonales, fisiológicos y temas clínicos propios de la edad pueden ensombrecer el cuadro, de no actuarse rápida, objetiva y decidida, así como interdisciplinariamente.

A partir del fenómeno de la M. P. la mujer comenzará una etapa donde los cambios hormonales que se producen deberán repercutir positivamente en su estado biopsicosociosexual.

[…]

Se considera que el área más importante de reeducación psicosexual está en torno a los 40 – 50 años. Es importante, pues, trabajar la psicoeducación y la psicoinformación en las mujeres pre, meno y postmenopáusicas.

[…]

Se debe potenciar una higiene sexual acorde con los años, evitando la típica “caída” y sentimientos de pérdida en la esfera sexual y social (Rojo Rodes, Cirera Costa, Pol Bravo, 1997).

La sexualidad, de ser una compañera hedonística, en ocasiones pasa a terrible pesadilla, en su fase de sueño incluso, es decir, ¡lo vive! Así pues, “La mujer se defiende de un entorno que será más difícil de superar y más hostil, a medida que no tenga un soporte social y una preparación acorde con las circunstancias” (Pol, 2005).

La pérdida del deseo, la disminución de lubricación —en muchos casos compañero fisiológico de esos años— serán subsiguientes dificultades para tener un orgasmo, o bien llegar a la propia anorgasmia.

Así pueden surgir las fobias sexuales, generales o parciales, la disforia postcoital, el rechazo al sexo, en otras palabras, y la pérdida de su calidad de vida en algo tan esencial como existencial.

Dichas sintomatologías, en estos casos suelen no remitir tan prontamente. Están subyugadas por pensamientos gancho, por momentos vividos, incluso de posible violencia familiar o sexual.

Y esto conlleva una delicada situación en la paciente y un mayor esfuerzo en el profesional, pues se mezclan emociones, negaciones o traumas que son netamente del mundo psiquiátrico; que no significa, para las mentes sensibles a los tratamientos de salud mental, prescripción de neurolépticos, somníferos o ingreso intrahospitalario.

Sin embargo, y en situaciones, por desgracia se requiere acudir a ellos. De aquí la importancia de la rapidez del contacto con el profesional y todo su equipo, psicólogos clínicos incluidos.


“mujeres de más de 65 años continúan buscando y respondiendo a encuentros sexuales, tienen sueños eróticos y se conserva la capacidad orgásmica, e incluso multiorgásmica”


En mis horas de Docencia universitaria, digo a mis alumnos de tercer nivel, cómo estos casos pueden ser comparados con un traumatismo especialmente de extremidades inferiores, cuando, pasado el acto quirúrgico, al llegar la aurora del bienestar, empiezan las sesiones de fisioterapia, en que esos magníficos expertos enseñan de nuevo a caminar.

Ellos serían, entonces, los psicólogos acompañantes del equipo médico, en sus sesiones de apoyo y ayuda para la nueva caminante. Enseñándole nuevos caminos para su nueva vida y que la lleve con seguridad y la satisfacción al igual que el recuerdo de quienes la apoyaron y ayudaron terapéuticamente. De las ayudas más bellas que existen, sin duda, ¡la alegría que sentimos todos, al dar un alta satisfactoria!

Y quiero terminar este apartado, con palabras no mías, de la Dra. Myriam Stoppard en La magia del sexo (1993), lo más importante en estos casos: “mujeres de más de 65 años continúan buscando y respondiendo a encuentros sexuales, tienen sueños eróticos y se conserva la capacidad orgásmica, e incluso multiorgásmica”.

Queda pues dedicar unas palabras a la Ginecología. Aquí no soy el experto, tan solo uno más, en este cuadro interdisciplinario. Por ello, mis respetos para ellos, y el enfoque realizado trazando someramente dichas afectaciones desde mi área, motivo del presente trabajo.

Bien sabido es cómo maneja la Ginecología los años dorados en la mujer. Y bien sabido es también, contemplar los temores que conlleva ese sentido transculturalmente perturbador que la mujer no reproductiva y entrada en la menopausia ya perdió su papel, y su sexualidad: Otro absurdo error, que en nuestras manos está eliminar en estos tiempos en los cuales la sexualidad mantiene un rumbo distinto.

Mi intención última es dejar la inquietud viva, palpable, de cómo la multidisciplinariedad integradora es hoy la principal base terapéutica para enfocar nuestra hermosa profesión.

agosto 20, 2020

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