Para el personal de primera línea, la pandemia ha puesto a prueba su vocación de servicio.
Es el caso del Dr. Andrés Rojas, un médico bogotano, egresado de la Juan N. Corpas, quien llegó a Tumaco (Nariño), hace 18 meses para atender temporalmente consulta externa y urgencias en el Hospital San Andrés, intervenido por la Superintendencia Nacional de Salud ante su deterioro y postración.
En ese momento el Hospital atravesaba por una situación crítica, casi en condiciones de abandono. No tenía luz ni suministros, ni siquiera sanitarios. Los lavamanos no servían, los ventiladores eran inexistentes y no se disponía de monitores.
Tampoco había Unidad de Cuidados Intermedios, pese a que es una institución de referencia a donde se remiten pacientes de 9 municipios del departamento.
Llega el virus
Al poco tiempo de su llegada al hospital, empezó la propagación del virus en todo el mundo y el interventor le pidió que le dictara unas charlas a la población y al personal médico sobre en qué consistía el coronavirus, de dónde provenía y qué podría pasar si llegaba al país. Como cada vez el contagio estaba más cerca y era evidente su agresividad, empezaron a montar la estrategia de atención preventiva.
Lo primero que había que hacer ante la nueva coyuntura era mejorar la infraestructura básica, abril la UCI, reconstruir la Unidad de Cuidados Intermedios, dotar al Hospital de los insumos necesarios y capacitar a médicos generales y enfermeras jefe. Con la Supersalud, Minsalud, la Alcaldía, la Gobernación y la contribución del sector privado, se puso en marcha la estrategia.
El 06 de marzo del 2020 se reportó el primer caso de Covid-19 en Colombia. Poco tiempo después llegó a Tumaco. Con una capacidad instalada al 100% de uso y pacientes remitidos de los nueve municipios de referencia, no había otra alternativa que estar dispuestos las 24 horas.
Entonces canceló su reserva en el hotel El Paso y se fue a vivir a las instalaciones de la institución. Como no había un espacio apropiado para montar aparta-estudio medianamente cómodo, el interventor le ofreció un vestier que se podía equipar con lo mínimo indispensable. Fue así como compró una base para cama sencilla, un closet, le puso aire línea de televisión por cable.
Las 24 horas
“Realmente, el hotel quedaba cerca al hospital, pero en ese momento de 10 o 15 minutos podían significar la vida o la muerte de una persona”, dice. Rojas, un médico con posgrado en administración hospitalaria y maestrías en medicina interna de la Universidad de La Habana de Cuba y en salud pública, que obtuvo en España, decidió abandonar cualquier comodidad para atender la demanda de servicios en Tumaco.
Por la ESE, que tiene un potencial de demanda 45.000 pacientes, han pasado 2.870 contagiados de Covid-19, con un saldo de solo 24 fallecidos durante el primer pico de la pandemia.
Actualmente el Hospital San Andrés está full. Ello implica que él como internista atienda a cualquier hora. No sale de sus instalaciones. Allí desayuna, almuerza y come. Atrás quedaron sus comodidades como médico de consulta externa en Colsanitas y en la Clínica de Fátima de Anapoima. Ya completa 15 meses de vivir en el vestier y cree que estará allí hasta cuando se minimice el virus.
Fuente: Publicación digital de la Superintendencia Nacional de Salud. Revista Monitor Salud. Ed. 5 (Marzo-Junio 2021)
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