Obesidad: es necesario un abordaje integral y basado en la evidencia
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Obesidad: es necesario un abordaje integral y basado en la evidencia


La obesidad es una enfermedad crónica y multifactorial que afecta a más del 65% de los adultos en Colombia y a una de cada ocho personas en el mundo, con consecuencias graves para la salud, la calidad de vida y la sostenibilidad del sistema sanitario.


En el mundo, la obesidad se ha consolidado como una de las mayores amenazas para la salud pública. Según la Organización Nacional de la Salud -OMS, en 2022 una de cada ocho personas vivía con obesidad y ese mismo año, 2.500 millones de adultos tenían sobrepeso y, de ellos, 890 millones eran obesos, lo que significa que el 43% de los adultos presentaba exceso de peso y el 16 % obesidad. Desde 1990, las cifras han crecido de manera alarmante, demostrando que la obesidad se ha duplicado significativamente entre los adultos y se ha cuadruplicado entre los adolescentes. La situación también impacta a la infancia, en 2022 se reportó 390 millones de niños y adolescentes de 5 a 19 años con sobrepeso, de los cuales 160 millones eran obesos, y para 2024 se estimó que 35 millones de menores de cinco años ya presentaban exceso de peso.

Las enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas con la obesidad representan uno de los mayores retos en salud pública. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, estas son responsables del 73% de las muertes en el mundo y del 75% en Colombia. Se trata de una situación alarmante si se tiene en cuenta que el 80% de estos casos son prevenibles y que, a partir de la obesidad, pueden derivarse alrededor de 200 comorbilidades que impactan de manera significativa la calidad de vida de las personas y la sostenibilidad de los sistemas de salud.

Este panorama global, marcado por un aumento sostenido en todas las edades, ha impulsado la búsqueda de soluciones rápidas que, a su vez, favorecen la proliferación de las llamadas fórmulas milagrosas. Se trata de productos, dietas extremas o procedimientos que prometen pérdidas de peso aceleradas y sin esfuerzo, pero que carecen de sustento científico y ponen en riesgo la salud. Mientras las cifras evidencian que la obesidad responde a causas biológicas, ambientales y sociales complejas, estas soluciones engañosas refuerzan el estigma y retrasan el acceso a un tratamiento seguro, integral y basado en evidencia.

“Reiteramos que la obesidad no es una cuestión de estética ni de voluntad individual, sino una enfermedad crónica que requiere un abordaje serio, diagnóstico especializado y estructural. No hay soluciones mágicas, y las que presentan en medios no solo son ineficaces, sino que representan un riesgo para la salud pública, pues desvían la atención de lo verdaderamente necesario: políticas robustas, rediseño de entornos, intervenciones clínicas y apoyo comunitario para lograr entornos más saludables y acceso a tratamientos basados en evidencia. En Colombia, más del 65% de los adultos ya vive con exceso de peso y la tendencia sigue en aumento. Ignorar la raíz multifactorial del problema y reducirlo a “comer menos y moverse más” es condenarnos a perpetuar esta epidemia sin ofrecer soluciones sostenibles,” comentó el doctor John Duque, Coordinador del Comité de Obesidad de la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE).

La Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE), líder en el abordaje de la obesidad gracias a su conocimiento científico y a la capacidad de sus líderes de opinión para enfrentar la desinformación que circula en redes y en la conversación cotidiana, advierte que no existen fórmulas mágicas para bajar de peso. Las dietas extremas, los suplementos sin registro sanitario, el uso indebido de hormonas, los procedimientos no regulados o incluso sustancias clandestinas, al prometer resultados rápidos y sin esfuerzo, no solo carecen de evidencia científica y respaldo regulatorio, sino que representan un peligro real para la salud. Entre sus consecuencias se encuentran efectos adversos sobre órganos vitales, alteraciones hormonales, daño a la autoestima y un retraso en la búsqueda de tratamientos seguros y basados en evidencia.

El riesgo se agrava si se considera que la obesidad no puede reducirse a un simple exceso de grasa corporal, ya que se trata de una enfermedad crónica asociada a desregulación metabólica que aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, hígado graso, apnea del sueño, síndrome de ovario poliquístico, hipogonadismo funcional del hombre (baja de testosterona causada por la obesidad), varios tipos de cáncer, entre otros. Además de deteriorar la calidad de vida, la obesidad impone un alto costo económico al incrementar la demanda de servicios de alto costo y reducir la productividad laboral. Incluso reducciones de peso modestas pero sostenidas generan beneficios clínicos comprobados, pero sin medidas estructurales y sostenibles la carga sanitaria y social continuará en ascenso.

“Desde la ACE insistimos en que el manejo de la obesidad implica evaluaciones clínicas profundas, incluida la composición corporal, que permite comprender de manera más precisa la condición de cada paciente y diseñar un tratamiento integral. Necesitamos un etiquetado frontal claro que oriente las decisiones de consumo, impuestos saludables que desincentiven el exceso de consumo de azúcares y ultraprocesados, y entornos escolares que protejan a niños y adolescentes desde edades tempranas. También es fundamental fortalecer la atención primaria con rutas claras de diagnóstico y manejo, garantizar acceso a terapias basadas en evidencia y rediseñar nuestras ciudades para que favorezcan la movilidad y la actividad física. Solo con una estrategia integral podremos revertir la tendencia y reducir el enorme impacto que la obesidad está teniendo en la salud y la economía del país,” agregó el doctor Duque.

El abordaje de la obesidad requiere un trabajo coordinado y multidisciplinario. La atención primaria debe liderar la detección temprana y el seguimiento, mientras que especialistas como endocrinólogos, nutricionistas, psicólogos, profesionales de la actividad física, enfermeros y cirujanos aportan su conocimiento para garantizar un tratamiento integral y centrado en la persona.

Para que este esfuerzo sea sostenible, es clave aprovechar herramientas como la telemedicina, que permite ampliar la cobertura y mantener la continuidad del cuidado, especialmente en regiones con menor acceso a servicios de salud. Igualmente, avanzar en registros clínicos interoperables permitirá que la información de los pacientes se comparta de manera segura entre distintos profesionales y niveles de atención, mejorando el seguimiento, evitando duplicaciones y asegurando decisiones basadas en datos completos.

La Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo (ACE) invita a la ciudadanía a informarse, cuidar su salud y acudir a profesionales para recibir acompañamiento seguro y basado en evidencia. A los medios de comunicación, a usar un lenguaje respetuoso y a abrir espacios que permitan comprender las verdaderas causas de esta enfermedad, más allá de estigmas y culpas. Y a los gobernantes, a trabajar de la mano con la comunidad científica en políticas públicas sólidas, con recursos suficientes y visión a largo plazo, que ayuden a construir entornos más saludables para todos.

septiembre 26, 2025

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