La irrupción de las ciencias ómicas en la investigación biomédica ha multiplicado el volumen y la complejidad de los datos disponibles. Lo que antes era difícil de observar, como variaciones moleculares sutiles o patrones de expresión genética, ahora puede estudiarse con una resolución sin precedentes.
Por Paula Andrea Rueda Gaitán, M.Sc. en Informática Biomédica – Facultad de Medicina, Universidad El Bosque
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En los últimos años, la informática biomédica ha pasado de ser una especialidad emergente a convertirse en una pieza clave dentro del engranaje que sostiene la transformación digital del sector salud. Esta área —que no se limita únicamente a lo tecnológico, sino que se integra con diversas disciplinas— ha sido esencial para replantear tanto la forma en que se investigan los procesos biológicos como la manera en que se prestan los servicios de salud. Su integración con campos como la biología molecular y la genética ha permitido establecer una relación directa entre la generación de conocimiento biomédico y la gestión de la información clínica; este vínculo, a su vez, fortalece los fundamentos de un modelo centrado en la medicina de precisión.

La irrupción de las ciencias ómicas en la investigación biomédica ha multiplicado el volumen y la complejidad de los datos disponibles. Lo que antes era difícil de observar, como variaciones moleculares sutiles o patrones de expresión genética, ahora puede estudiarse con una resolución sin precedentes. De esta manera, surge la necesidad de desarrollar métodos computacionales sólidas que puedan manejar adecuadamente este panorama de datos, y es allí donde la informática biomédica emerge como una disciplina que facilita la organización e integración de esta información, garantizando la interoperabilidad, trazabilidad y disponibilidad de los datos. Esta aproximación busca transformar información fragmentada en conocimiento práctico y relevante que respalde la práctica clínica y las decisiones en salud pública.
Es el caso, por ejemplo, de la integración de los perfiles genómicos, transcriptómicos y epigenómicos en conjunto con la información clínica e imagenológica de los pacientes para la predicción de respuesta farmacológica, el diagnóstico y el pronóstico en diversas enfermedades, como el cáncer, caso particular en el que se han reportado innumerables avances de alta envergadura en los últimos años. Esto apoya el diseño de intervenciones personalizadas, analizando a cada paciente como un todo, y mejorando, no solo su salud y su calidad de vida, sino la cultura del cuidado y el enfoque del modelo de atención en salud del país.
Además, el enfoque informático permite mejorar la calidad, accesibilidad y oportunidad de la información en salud, facilitando procesos como la vigilancia epidemiológica. En un entorno digital, la adecuada estructuración de datos y el uso de estándares de interoperabilidad agilizan los procesos de toma de decisiones y facilitan la investigación biomédica basada en datos reales.
A la luz de lo anterior, la informática biomédica actúa como un eje articulador entre el conocimiento generado por las ciencias biomédicas y su aplicación en contextos clínicos y de salud pública. La gestión estructurada y estratégica de la información en salud no solo permite optimizar la atención centrada en el paciente, sino que también facilita el tránsito hacia un modelo de medicina preventiva, más precisa y personalizada. Integrar de manera efectiva los datos provenientes de las ciencias ómicas en sistemas de información interoperables y bien estructurados constituye un paso esencial para consolidar entornos de salud más sostenibles y basados en evidencia.
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