Es demoledoramente cierto lo que nos dice Tatiana, el acto natural de morir, tan posible hoy en nuestro país de ser llevado a cabo voluntariamente, es inmensamente difícil de asumir.
Por: Jorge Diego Acosta Correa – Asesor de presidencia del Colegio Médico Colombiano
Ejerció el derecho a morir con dignidad y la libertad de decidir el momento.
Es demoledoramente cierto lo que nos dice Tatiana, el acto natural de morir, tan posible hoy en nuestro país de ser llevado a cabo voluntariamente, es inmensamente difícil de asumir.
Non inunda, más que de temor, de una insondable y abismal tristeza, que como un remolino nos arrastra hacia la pérdida total, al sentimiento sin fondo de la disolución de lo que soy y la ausencia absoluta y definitiva, sin apelación alguna, de la conciencia del ser y del existir, al vacío total.
A la ruptura de todas las amarras con lo y los que amamos, con sueños y planes pendientes, con sentimientos y deseos. También con pesadillas, dolores, odios y conflictos. Con todo, para abrir la puerta a la NADA.
Asumirlo, aceptarlo y vivirlo consciente y tranquilamente, con convicción, es el mayor acto de valentía que conozco.
He podido vivir muy de cerca, especialmente de seres queridos, que han logrado morir tranquilos y en paz consigo mismos, lo que han dependido de la valoración positiva de lo que han sido sus vidas, de la conciencia adquirida de su natural finitud y del auxilio compasivo de médicos y personal de la salud comprometidos con el cuidado de la vida y de la muerte con dignidad.
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