Según la médica especializada en epidemiología, María Mireya Martínez, de la dirección para la Supervisión de Riesgos en Salud de la Supersalud, toda secuela debe ser evaluada oportunamente para prevenir complicaciones hacia el futuro.
Casi dos años después de la aparición del virus en Wuhan (China), que ha dejado alrededor de 200 millones de contagiados en el mundo -cuatro veces la población colombiana-, y más de 4.5 millones de fallecidos, los científicos no solo le siguen la pista a la aparición de nuevas variantes sino a las secuelas de la infección, muchas de ellas graves, con pronóstico reservado.
El Covid-19 no ataca a todos por igual, así que se tengan pre-existencias similares y existen tres tipos de pacientes:
- Los leves que son alrededor del 80% de quienes se contagian,
- Los severos, que requieren hospitalización y son el 15% de quienes adquieren el virus.
- Los críticos, que van a UCI y son el 5,0% del total.
La mitad de estos últimos requieren ventilación mecánica, afirma el médico pediatra e infectólogo, José Alejandro Mojica, quien señala que la infección se puede presentar como una enfermedad inflamatoria que afecta a casi todos los órganos como el pulmón, riñón, intestino, corazón y el sistema nervioso central.
Aunque no todas las secuelas del Covid-19 se han identificado por la comunidad científica, y es posible que con el correr del tiempo aparezcan nuevas consecuencias, algunas de ellas se manifiestan desde los síntomas y se mantienen leve o crónicamente en determinado pacientes semanas y meses después de superada la infección.
Falta conocer con exactitud las consecuencias
Aunque hay unas secuelas que son las más conocidas, como la disnea, el déficit de fuerza muscular, la asnomia, la cefalea, el Guillain-Barré, la ageusia y la fibrosis pulmonar, entre otras, aún no se tiene certeza de sus consecuencias futuras ni de otras afectaciones que pueden parecer e identificarse a futuro.
“No se saben muchas consecuencias del Covid-19 y es posible que aparezcan nuevas secuelas”, afirma el Dr. Robledo Kaiser, quien como cardiólogo en ejercicio ha podido observar la presencia de trastornos mentales, entre ellas la depresión -poco valorada hasta ahora-, y microinfartos cerebrales, con efectos sobre la memoria.
Con menor frecuencia, pro asociada a las secuelas, se han detectado también en algunos pacientes necrosis cutánea (muerte celular de una porción del tejido), que generan pequeñas cicatrices en la piel, y efluvio telógeno (caída del pelo), que puede aparecer semanas después de haberse superado la enfermedad.
“Lo que el Covid-19 busca es encontrar personas con bajas defensas. Quienes tienen mayores factores de riesgo como hipertensión, obesidad, colesterol alto, diabetes y complicaciones renales son los más afectados y lo que generalmente necesitan hospitalización y en ocasiones lo que llegan a la Unidad de Cuidados Intensivos”, afirma Gabriel Robledo Kaiser, reconocido cardiólogo, quien actualmente es director del Centro Cardiólogo de Bogotá y presidente de la Fundación Precardia.
Empezar de nuevo
Personas contagiadas que han estado largo tiempo en la UCI, con apoyo de respiración mecánica, son generalmente, quienes más secuelas presentan. “He tratado pacientes que han tenido que aprender a hablar, a caminar, a recuperar progresivamente la memoria, a restablecer el gusto y el olfato y a volver en sí porque pierden el conocimiento”, explica el Dr. Robledo Kaiser, quien también dirige la Unidad de Cardio-Oncología del Country.
El virus ataca el sistema nervioso autónomo, en muchos pacientes produce miocarditis, que es la inflamación del músculo cardíaco y un porcentaje importante superan la enfermedad quedan con fatiga, dado los daños pulmonares, para lo cual es importante la realización de terapias y los exámenes clínicos PosCovid-19.
¿Qué sucede con la reinfección?
Un aspecto que aún no está claro es qué sucede cuando hay re-infección. ¿Se repiten las secuelas?, ¿Aparecen nuevas consecuencias? Según el jefe de la UCI del Hospital Universitario Nacional (HUN), en el caso de una reinfección no existe una garantía de no volver a tener secuelas. “En ese escenario es cuando más se debe cuidar, pues la posibilidad de que quede con secuelas más acentuadas es mayor”.
La infección, dice, no se debe subestimar: “si yo tengo síntomas respiratorios, neumonía (infección en los pulmones), o peor aún, si llego a presentar inflamación de los pulmones, la posibilidad de que queden secuelas respiratorias importantes es alta, por ejemplo, que dependa de oxígeno para poder respirar”.
Dado que el Covid-19 es relativamente nuevo, aún no se sabe con certeza qué otras secuelas puede producir ni qué tan graves y permanentes puedan ser.
Una decisión importante que deben tomar quienes han sufrido los efectos de la pandemia es acudir al especialista para evaluar el estado de salud a corto, mediano y largo plazo y determinar, por ejemplo, si una fatiga corresponde a un deterioro de la función pulmonar, afirma la médica epidemiológica y salubrista de la dirección para la Supervisión de Riesgos en Salud de la Superintendencia Nacional de Salud, María Mireya Martínez.
Muchos de los pacientes quedan con problemas de ansiedad, depresión, insomnio, dolores articulares y tos frecuente, indicios que deben ser atendidos oportunamente para evitar complicaciones futuras, señala la funcionaria.
Las secuelas están asociadas a la severidad del contagio. Para el fisioterapeuta Wilder Villamil, experto en cuidado crítico del Hospital Universitario de la Nacional, este punto es claro. “No podemos decir que las secuelas son similares para una persona que estuvo en cuidados intensivos con requerimiento de tratamientos de alto costo, que para una que pasó el Covid-19 en su casa”.
‘Niebla cerebral’
“Sabemos que las secuelas pueden afectar el rendimiento físico de las personas, por ejemplo, la tolerancia a la fatiga será menor. Dentro de las secuelas físicas que más se sienten están la pérdida de la funcionalidad para realizar actividades de la vida diaria”, destacó el fisioterapeuta.
En cuanto a las secuelas cognitivas, el experto advierte que se puede presentar alteración en la concentración y pérdida de la memoria, sobre todo si llegaron a estar en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Ejemplo de ello es la ‘niebla cerebral’, un aspecto cognitivo asociado de múltiples sumatorias con aspectos de la misma enfermedad y del tratamiento.
En el aspecto neurológico, una de las secuelas más características del Covid-19 es la anosmia o pérdida de olfato. Según los especialistas, esta se produce por afectación directa del virus en el sistema nervioso central. Aunque en algunos pacientes aparecer en la etapa sintomática, muchas veces se extiende en ka fase de recuperación.
Hay personas que llevan hasta cinco y seis meses con anosmia, según el médico Jairo Pérez, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario Nacional de Colombia. Lo mismo sucede con la hipogeusia (un trastorno en el que la capacidad gustativa se reduce) o con la ageusia (pérdida por completo del gusto).
Lo más normal es que la hipogeusia y la ageusia se supere entre dos a cuatro semanas después del contagio, pern en muchas ocasiones el proceso es lento y requiere de terapia, según lo afirma Alejandra Peláez, Fonoaudióloga del Hospital Universitario Nacional.
Fuente: Publicación digital de la Superintendencia Nacional de Salud. Revista Monitor Salud. Ed. 06 (Julio – Septiembre), 2021.
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