¿Por qué los médicos se están suicidando?
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¿Por qué los médicos se están suicidando?


Tanto los intentos suicidas como los suicidios consumados, constituyen un importante problema de salud pública debido a su elevada incidencia y a las múltiples consecuencias que conllevan.


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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en los últimos 45 años las tasas mundiales de suicidio se han incrementado en un 60 por ciento y se ubican en 16 casos/100.000 habitantes.

Esta entidad estimó alrededor de un millón de víctimas anuales, cifra que puede ascender a 1.5 millones en 2020. Otras investigaciones revelan que por cada suicidio consumado, 20 personas lo intentan, y entre dos y cuatro suicidios se registran con otra causa de muerte.

Para el doctor Juan Carlos Rojas Fernandez, de departamento de psiquiatría de la Universidad Libre de Cali, con mágister en literatura y filosofía, el hecho a que los médicos comentan más suicidio que el resto de la población obedece a que en su ejercicio profesional se ven confrontados con experiencias dolorosas, la muerte del paciente que estaba a su cuidado, preguntándose si se hubiera podido hacer otra cosa, si fue un error, sino fue estudiado lo suficientemente.

También suele recaer sobre estos profesionales la rabia acusadora de los familiares del que fallece, agrega el psiquiatra. “El término agotamiento profesional burnout parece señalar que los médicos no tienen la suficiente resiliencia o no son eficientes: en esencia, que el problema reside en el individuo, quien de alguna manera es deficiente”.

La formación médica exige una reflexión permanente para dar respuesta a una sociedad en continua transición, máxime cuando se viven momentos sociales y económicos tan delicados como el actual, que influyen directamente en el aspecto sanitario.

En un mundo globalizado, en continuo cambio, lleno de incertidumbres, donde la movilidad de profesionales entre países es creciente, se precisan profesionales con nuevas competencias para que sean capaces de adaptarse con flexibilidad a nuevos tiempos, a otros roles de docentes y discentes, así como a nuevas metodologías de educación y evaluación.


Los profesionales que más se suicidan son los médicos, seguidos de los odontólogos y abogados.


Un médico que atiende enfermedades y no enfermos, un modelo centrado en el órgano y en el sistema y no en un modelo holístico donde se tiene en cuenta el contexto familiar y social, se convierte en un golpe muy fuerte que acaba con los sueños de una profesión que entraña la vocación misional de ayudar al otro en estado de desvalimiento, de soledad con su enfermedad y de su consciencia de existir y morir, explica el doctor Rojas.

“Esto coloca a los profesionales de las ciencias de la salud (que por lo general tienen una personalidad con rasgos de perfeccionismo, que incluye cierta rigidez, gusto por la norma, idealismo y excesiva implicación en el trabajo), en un estado de vulnerabilidad, donde no es extraño que cobijen la idea de haberse equivocado de profesión; los más afortunados logran esclarecer que esto no era lo que querían, no preveían estas exigencias de productividad marcadas en el tiempo de consulta y número de atención de consultantes, auditados y cuestionados como gestores del gasto, donde se ha perdido todo tipo de autonomía en la decisiones del acto médico, y que no es lo que habían anhelado cuando eligieron formarse como médicos”.

Parasuicidio, eficaz predictor de suicidio consumado

En 1969, Kreitman introdujo el término parasuicidio para referirse a todas aquellas conductas suicidas que no tenían un desenlace fatal, con independencia del grado de letalidad de las mismas.

Se estima que su frecuencia es hasta 40 veces mayor que la de los suicidios consumados.

Diferentes estudios señalan que aproximadamente el 86 por ciento de los pacientes que llegan a un servicio de urgencia por intento de suicidio ya tienen un diagnóstico psiquiátrico, siendo el más frecuente el de trastorno de personalidad.

A esto se suma, según el doctor Rojas, que el médico tiene una actitud de ocultamiento personal y social.


“Los médicos, por lo general, no piden ayuda, como lo hace el resto de la población general”.


De otro lado, dice Rojas, un sistema de salud como el que tenemos en Colombia, que no es distinto al de toda Suramérica, en donde a menudo, cuando se hace frente a distintas alternativas no podemos elegir primero a nuestros pacientes, ni ellos a sus médicos se convierte en un sentimiento de abatimiento, de tristeza, de inquietud, incluso de ansiedad, y aparece un sentimiento corporal doloroso que crea un nuevo habito psíquico, una sensación de gran malestar.

“Si cada vez que tiene que decidir debe anteponer las necesidades del empleador, del sistema hospitalario, de la compañía de seguros o la situación económica del paciente… Este tipo de consideraciones perversas, configuran una afrenta devastadora al propósito rector, que es el cuidado del paciente por encima de lo demás. Una formación de los médicos orientada al uso de la tecnología, cercana a las industrias farmacéuticas y de equipamiento, hace que terminen dedicándose más a desarrollarla y producirla. Es la acumulación de estas afrentas la que da por resultado el daño moral, afectando irremediablemente al médico en los sentimientos, creencias, valores, actitudes, comportamientos, a la vez que perturba la empatía, la integridad, la percepción de la realidad, el espíritu de comunidad, la autoconfianza, la autocrítica, la flexibilidad y el dominio de la persona”.


A nivel macro, los modelos educativos y sistemas sanitarios no son ajenos a las corrientes socioeconómicas. Un poderoso elemento que lo condiciona todo es el “mercado” y los medios de comunicación ligados al mismo.


Los fuertes intereses económicos del mercado influyen directamente sobre los deseos y percepciones en salud de los ciudadanos y sobre las decisiones de los Estados, en materia sanitaria, aclara Rojas.

“Un sistema despiadado como el neoliberalismo somete todo a la tiranía del mercado y a sus intereses particulares de castas de poder (empresarios), lo que deshumaniza y se opone al compromiso que deben tener las instituciones de formar profesionales por y para la comunidad, es decir, en procura de unos valores comunitarios que expresen solidaridad y que desarrollen empatía, que sean capaces de ponerse en la piel y sentir del otro, que potencien la convivencia entre las distintas culturas. En un sistema mercantilista no se da un aprendizaje que propenda por la construcción de la autonomía y la responsabilidad personal y profesional, con una visión universalista, que consiga un pensamiento crítico, creativo y solidario”.

El profesional, el modelo de sistema de salud, (su financiación y gestión) y el ciudadano, son tres elementos que no siempre están en armonía, menciona el psiquiatra.

“Desde el punto de vista del ciudadano, el concepto de salud y enfermedad es una percepción en la que influyen factores culturales, económicos, políticos, o mediáticos, entre otros. La frontera entre salud y enfermedad se hace aún más débil en lo que a la salud mental se refiere, existiendo a veces, distorsiones influenciadas por la industria farmacéutica y biotecnológica, donde sus intereses y las necesidades de salud no siempre confluyen, lo que ha dado lugar a penalizaciones por parte de las autoridades reguladoras”.

Los médicos también lloran

La hipótesis de la cadena de estrés en el área profesional considera que la persistencia del estrés laboral es acumulativa.

El síndrome de burnout descrito por Freudenberger o síndrome del quemado, hace referencia a un síndrome de cansancio o agotamiento emocional (pérdida de recursos emocionales, sensación de que ya uno ya no tiene nada que ofrecer a los demás), despersonalización o deshumanización (una actitud insensible hacia las personas con quienes se trabaja) y falta o disminución de realización personal (tendencia a devaluar el propio trabajo).

El Mobbing, por su parte, es una forma de estrés laboral que se origina en las relaciones interpersonales que se establecen en cualquier empresa entre los individuos, tiene que ver con el maltrato verbal y moral que recibe un trabajador por parte del jefe, de los compañeros o de ambos. Este síndrome es frecuente en los médicos y profesionales sanitarios, hasta un 38 por ciento, según datos publicados en el British Medical Journal.

Según el profesor Rojas existen distintos estresores en el trabajo, y estos van desde el ambiente físico (ruido, contaminación, iluminación, temperatura) a la estructura política organizacional (ambigüedad del rol, conflicto del rol, promoción y desarrollo profesional) pasando por el contenido de la tarea (sobrecarga laboral, baja participación en las decisiones, presión horaria, sobreutilización de las capacidades).

“Las consecuencias negativas del estrés laboral pueden reflejarse en problemas cardiovasculares, en patología gastrointestinal, crisis de nervios, trastornos musculares, depresión, cáncer, úlceras, drogodependencia, suicidio y patología dermatológica. Y ni hablar de los efectos negativos que tiene del hecho de trabajar en condiciones difíciles, en contacto directo con usuarios, pacientes o clientes”.

Hoy se sabe que son más susceptibles al estrés laboral los sujetos dependientes, aquellos que tienen un patrón de conducta tipo A (activos, enérgicos, competitivos, ambiciosos, agresivos, impacientes y diligentes), los de patrón de conducta tipo C (es decir, aquellos que no exteriorizan sus emociones, que procuran complacer a los demás, a pesar de sacrificar sus propios objetivos y que evitan la confrontación).

Las variables que también producen alto nivel de ansiedad en el médico son: la insatisfacción en la relación médico-paciente, el sufrimiento del paciente; en lo referente a la enfermedad: el error en el tratamiento o en el diagnóstico, el paciente difícil (no agradecido, el que convierte sus deseos en exigencias, el que amenaza de muerte), la invalidez, la muerte, la alta responsabilidad de las decisiones a tomar, la falta de apoyo social (sin reconocimiento), una formación dirigida a curar y no a cuidar, y en lo laboral: la escasez de tiempo, falta de trabajo en equipo, carencias en la formación y el nombramiento de responsables por criterios políticos y no académicos.

Las personas desvinculadas o con vínculos idealizados, de carácter narcisista, muy susceptibles a las frustraciones o rupturas, tienen mayor riesgo de intento suicida en situaciones difíciles de su vida, en donde además confluyan otros elementos como la rabia y la soledad.


Por el contrario, los individuos que tienen un vínculo afectivo sólido y maduro con otro ser humano, o una actividad laboral, académica, tienen menor riesgo de intento de suicida.


Se trata, entonces, en criterio del doctor Rojas, de no seguir formando más profesionales que se sometan o se acomoden a las exigencias de un sistema de salud privatizado, donde el estado cada vez se distancia más de las responsabilidades que competen a la salud pública.

“Para que las organizaciones de atención a la salud implementen cambios que en verdad mejoren el bienestar del médico, es necesario que escuchen sus experiencias en la vida laboral. Los clínicos necesitan participar en grupos de discusión, reuniones para escuchar, y encuestas de texto libre verdaderamente confidenciales de líderes que pidan aportaciones sin evasivas. Deben ver a su organización, oponerse con firmeza a otra métrica de desempeño u otro requisito regulatorio, u otra encuesta de satisfacción, en defensa de su personal”.

Por último, cuando los médicos no escuchan a sus pacientes y consideran sus circunstancias singulares, se arriesgan a pasar por alto oportunidades diagnósticas y terapéuticas importantes.

Cuando el liderazgo organizacional no escucha con cuidado los factores que conducen a los sufrimientos de los médicos, no se puede hacer un avance significativo para aliviarlo.

Ningún grado de dieta saludable, reposo o ejercicio resolverá lo que aflige. Es preciso, afirma el profesor Rojas, tomar conciencia de esta situación porque la mayor parte de los profesionales lo sufren en silencio, con las consiguientes repercusiones familiares y laborales, si la situación se vuelve crónica.

Cuando se produce la enfermedad también se silencia, sobre todo si es psíquica, porque la enfermedad mental del médico ha sido un tema tabú.

agosto 11, 2020

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