Toxicidad económica  del cáncer ocupacional
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Toxicidad económica del cáncer ocupacional


Existe una correlación positiva entre las condiciones de trabajo saludables y la prosperidad y competitividad de una región.


Por Guillermo Villamizar – Director FundClas

Las enfermedades relacionadas con el asbesto imponen costos sustanciales a los pacientes, a sus familias, a la comunidad en general y a la economía de un país. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo han estimado los costos por deficiencias en la seguridad y la salud ocupacionales.

La estimación global fue del 3.94 por ciento del total del producto interno bruto (PIB), que equivale a 2.680 millones de euros. Esta estimación se realizó utilizando la cifra de los años de vida ajustados por discapacidad (DALY, disability adjusted life years), relacionados con el trabajo, como parte de un número máximo de años productivamente remunerados, sin que nadie estuviera ausente debido a lesiones o enfermedades laborales. Es probable que el asbesto sea el factor de riesgo profesional individual más significativo y, en consecuencia, el componente más representativo en la estimación de tales pérdidas económicas.

En ese mismo informe del año 2017 se señala que, como tendencia general, los costos en las regiones más ricas son proporcionalmente inferiores a los de los países menos desarrollados, y el estudio del Foro Económico Mundial 2012-2013, afirma que existe una correlación positiva entre las condiciones de trabajo saludables y la prosperidad y competitividad de una región.

En el plano social, la inversión en medidas preventivas, así como en la seguridad y la salud en el trabajo, tienen efectos positivos en la economía. Es decir, que invertir en la salud ocupacional no es un gasto, sino una inversión.

En 1981, un estudio de Doll y Peto estimó que el cuatro por ciento de todos los cánceres, y el 12.5 por ciento de los cánceres de pulmón eran de origen laboral; sin embargo, estudios más recientes han demostrado el subregistro de tales cálculos, y ya se habla de un 17-29 por ciento del cáncer de pulmón en hombres atribuible a exposiciones laborales, y de un 54-75 por ciento de los cánceres de pulmón por razones de la actividad laboral.

De acuerdo con los informes de GBD publicados en The Lancet, los carcinógenos ocupacionales causaron 304.000 muertes alrededor del mundo en 2013, mientras la exposición al asbesto contabilizó casi las dos terceras partes de la carga de todos los carcinógenos ocupacionales.

Sin embargo, una investigación de la Organización Internacional del Trabajo publicada en 2014, con bases de datos de los años 2010-2011, calcula que 666.000 cánceres fatales fueron de origen laboral; registros anteriores de 2008 arrojaron un estimado de 610.000 cánceres ocupacionales en el mundo.    

En un informe de 2015, del profesor Jukka Takala, se afirma que existen 179 agentes (químicos o por exposición) clasificados por la IARC como carcinogénicos o probablemente carcinogénicos para los seres humanos dentro del grupo 1 y 2a, respectivamente. Existe otro grupo de 285 agentes clasificados como posibles carcinógenos para humanos dentro del grupo 2b. Una gran porción de estos agentes está presente en el lugar de trabajo.

Con respecto a la mortalidad relacionada con el asbesto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó en 107.000 las muertes para 2004; sin embargo, en 2006 la OIT y la Unión Europea produjeron un estimativo de 100.000 y 112.000 muertes por año, respectivamente.


Cálculos más recientes, inspirados en mejores bases de datos y la afinación del software para estadística por parte del grupo que dirige Sugio Furuya, se estima que por cada 20 toneladas consumidas de asbesto, una persona muere en alguna parte del planeta.


Usando los casos de mesotelioma como un estimativo para la exposición al asbesto, McCormack et al han demostrado que, dependiendo del tipo de asbesto utilizado, el número de cánceres de pulmón puede ser de dos a diez veces por cada mesotelioma, siendo el punto medio 6.1 cánceres de pulmón por cada muerte provocada por el mesotelioma.

Sin embargo, estos estimativos pueden variar en cada país, y Tossavainen en el 2004 calculó datos a partir del consumo de asbesto, definiendo que por cada 170 toneladas de asbesto consumidas se producía una muerte por mesotelioma. Otros estimativos encuentran que por cada 48 toneladas de asbesto consumido, se produce una muerte por cáncer de pulmón relacionado con el asbesto.

Cálculos más recientes, inspirados en mejores bases de datos y la afinación del software para estadística por parte del grupo que dirige Sugio Furuya, se estima que por cada 20 toneladas consumidas de asbesto, una persona muere en alguna parte del planeta.

Cada vez se afirma un mayor interés en comprender mejor el alcance de los cánceres ocupacionales y su carga económica para la sociedad; sin embargo, los estudios de carga económica realizados son pocos.


Un gran reto surge para el caso del cáncer de pulmón atribuible al asbesto, y la dificultad clínica para distinguirlo de otras variables de exposición.


Ya la OMS, en el año 2012, señaló que es muy escaso lo publicado en todo el mundo sobre el costo de las enfermedades relacionadas con el asbesto. Los estudios más importantes en esta materia se encuentran en EEUU, Australia, Singapur y el Reino Unido. Emile Tompa et al destacan que existen diferentes enfoques en cuanto a la medición de los costos, y que esto se debe a la falta de un sistema estándar que sirva de referencia y esté inspirado en un consenso científico profesional.

Los periodos de larga latencia, que van desde la primera exposición hasta la aparición de la enfermedad, dificultan la tarea de identificar aquellas fracciones requeridas para estimar los costos de casos asociados a la exposición laboral.

Un gran reto surge para el caso del cáncer de pulmón atribuible al asbesto, y la dificultad clínica para distinguirlo de otras variables de exposición.

Entender toda la trayectoria de una enfermedad determinada y las diferentes fases involucradas en cada porción de ese trayecto, es un reto muy importante a la hora de determinar la carga económica para el paciente, su familia, el empleador, el sistema de salud y la sociedad en general.

De acuerdo con Tompa, hay que tener en cuenta tres categorías para hacer los estimativos: costos directos (productos y servicios de la atención primaria); costos indirectos (producción y productividad en cuanto a trabajo remunerado, y producción doméstica en los casos de exposición para-ocupacional); y costos asociados a la pérdida de calidad de vida.

La OMS hace énfasis en la importancia de considerar los costos sociales, al igual que el dolor y el sufrimiento, y resalta que el reconocimiento, el diagnóstico y la obtención de registros confiables continúa siendo un gran desafío en muchos países miembros del sistema.

El citado estudio de Tompa se enfoca en Canadá y de él se desprenden resultados como que los costos laborales para mesotelioma son menores frente al cáncer de pulmón, porque los pacientes afectados por el primero fallecen en menor tiempo.

Estos resultados se inspiran en una muestra compuesta por 427 casos de mesotelioma, y 1904 casos de cáncer de pulmón diagnosticados por exposición al asbesto, para un total de 2331 casos durante el año 2011.

Los estimativos económicos de este estudio arrojaron un monto de 831 millones de dólares canadienses en costos directos e indirectos, y 1500 millones por costos en pérdida de calidad de vida; lo cual significa en el nivel individual un valor de $356.429 dólares canadienses para mesotelioma, y $652.369 para cáncer de pulmón.

Es decir, haciendo el cambio a pesos colombianos hablamos de 911 millones de pesos para mesotelioma, y 1.669 millones para cáncer de pulmón. En un próximo artículo haremos los estimativos para Colombia empleando las metodologías del grupo de Tompa et al.

mayo 25, 2020

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