Con el 2020 comienza una nueva década en la cual todos los sectores de la economía en Colombia afrontarán grandes retos. De acuerdo con la forma de encarar esos desafíos, se definirá el protagonismo empresarial en este tercer decenio del siglo XXI.
Por Alveiro Enrique Quintero Gómez – Chief Innovation Officer
Para algunos esta “Es la década de las maravillas”, la década en la cual se afianzará la denominada ERA DIGITAL, pues se verá como la tecnología supera la capa o interface de la comunicación y se convierte casi que en el medio obligado para realizar transacciones, optimizar procesos, desarrollar nuevos productos y servicios; estará cada vez más a la mano de todos los ciudadanos en el mundo, logrando así la democratización de la tecnología.
El sector salud no es ajeno a este fenómeno, y a pesar de que desde hace varios años viene liderando varias iniciativas, el cierre del 2019 y el inicio del 2020 nos ha permitido observar la manera en que se está haciendo más dinámico este proceso de cambio en el sector de la salud.
Antes de finalizar el 2019 ocurrieron algunos hechos que quiero mencionar:
El primero fue la expedición de una nueva norma, la resolución 2654 de 2019 dada por el ministerio de Salud y Protección Social, la cual define los parámetros y lineamientos para la práctica de la telemedicina en el país.
El segundo, radicó en la iniciativa de interoperabilidad de datos liderada por la Secretaria de Salud de la Alcaldía de Bogotá a través de un convenio que firmó para la integración de las historias clínicas de 22 hospitales públicos de la capital.
La tercera, se produjo con la expedición del CONPES 3975 que tiene como objetivo trazar para el país la hoja de ruta de la transformación digital en todos los sectores, tanto público como privado, dando principal relevancia a la inteligencia artificial como una de las tecnologías modernas que más impactará en la economía mundial. En Colombia, por fin, el Gobierno logra trascender del discurso a la política pública, pasar del escenario de la nueva economía a la cuarta revolución industrial.
A manera de reflexión recuerdo que una de las principales características de la metodología empleada para la formación de los profesionales de la salud, en especial aquellos que deben diagnosticar, consiste en enseñar la forma en que funciona el cuerpo humano y cómo este habla por medio de los datos.
Desde la embriología, pasando por la fisiología y llegando hasta la farmacología, el profesional de la salud debe conocer los datos para luego proceder a la fase de interpretación diagnóstica y así establecer la condición del ser humano paciente (pronóstico) y luego definir el plan de intervención (tratamiento).
El profesional de la salud deberá estar tranquilo al comprender que no será reemplazado por un robot para el acto médico, sino que la máquina le servirá de apoyo para el desarrollo de sus actividades.
La tecnología siempre ha estado allí para ayudar en la toma, procesamiento e interpretación de los datos, pero ahora lo estará mucho más, debido a que con el desarrollo del código se establecieron los programas de software que permitió por medio de la configuración de programas hacer análisis automatizados que antes implicaban que el mismo profesional de la salud era quien debía hacerlos.
Para muchos trabajadores de la salud este escenario de cambio genera preocupación, y es normal porque somos humanos y nos da miedo cualquier mutación, lo erróneo es que nos quedemos allí y no avanzar al no percibir las bondades de estos ambientes de transformación, detenernos a analizar las principales amenazas y establecer mecanismos para no renovar.
Ante esta situación, el profesional de la salud deberá estar tranquilo al comprender que no será reemplazado por un robot para el acto médico, sino que la máquina le servirá de apoyo para el desarrollo de sus actividades.
Sin embargo, el profesional debe esforzarse por fortalecer sus habilidades socioemocionales, como la empatía con el ser humano paciente, ya que tendrá más tiempo para brindarle una mejor atención, para conocerle un poco más; esto suena sensacional, pero será un reto pues a muchos trabajadores de la salud les cuesta dialogar y dimensionar al paciente como un ser humano, vaya paradoja.
La principal amenaza en todo este proceso de conversión se encuentra en el mismo lugar donde residen las mayores oportunidades: en los datos. Tanto la toma, el almacenamiento, la integridad y la disponibilidad de los datos de la historia clínica le pertenecen al paciente y debe seguir siendo así. No obstante, el peligro está en que la información digitalizada para que solo el paciente tenga acceso a ella pueda caer en manos de terceras personas y se convierta en un instrumento para fines no tan éticos en una sociedad con un nivel de corrupción como la nuestra.
Nada más los primeros días de este 2020 la Registradora Nacional propuso y solicitó los recursos para la elaboración de una nueva cédula para los colombianos, la cual tendrá, entre otras características, un chip donde se almacenaría la historia clínica del paciente.
Sin duda este año se vislumbra muy esperanzador para el sector salud, ya que las acciones, el entorno y las normas, comienzan a capitalizar lo que años atrás se anunciaba como una tendencia, pero a la cual muchos de los actores principales del sector no le prestaron atención, o quizás no sabían como afrontar la versatilidad de la tecnología. Lo menciono porque en reuniones con rectores, decanos, gerentes de hospitales, en congresos del sector, y con los mismos profesionales de la salud, cuando hablaba de estos temas me sorprendía la mirada atónita y enseguida surgía la pregunta, ¿Es en serio lo que me cuentas? Muchos no creyeron, muchos no avanzaron, espero que ahora sean muchos los que decidan dar el salto.
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