La conexión que cura: vínculos sociales como factor protector de la salud
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La conexión que cura: vínculos sociales como factor protector de la salud


En Colombia, donde la fragmentación social coexiste con una rica tradición comunitaria, el desafío es doble: reconocer la soledad como un problema de salud y activar soluciones adecuadas.


Doctor José A. Posada-Villa, Médico Psiquiatra, Observatorio de Salud Mental Positiva del ICSN Clínica Montserrat – Hospital Universitario.

Cuando un paciente asiste a una consulta, el médico examina sus hábitos de sueño, alimentación, actividad física y consumo de tabaco antes de realizar un examen físico completo. Hasta ese momento, todo parece normal.

Doctor José A. Posada-Villa, Médico Psiquiatra

A continuación, el médico formula preguntas que pueden parecer extrañas, ya que nunca se las han hecho en este contexto: ¿Tiene amigos?, ¿Con qué frecuencia socializa?, ¿A qué grupos sociales pertenece? (culturales, deportivos, profesionales, recreativos), ¿Qué tan involucrado está?, ¿Qué importancia tienen para usted?

Esto es lo que comienzan a hacer los médicos bien formados y actualizados sobre los nuevos descubrimientos científicos: reconocer la relevancia de la conexión social en la salud de sus pacientes.

Al llegar a casa, encender las luces y no encontrar más compañía humana que la propia es la realidad, un aroma para 2.643.650 colombianos. Este es el número de personas que, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), constituyen el 18.6% de los hogares unipersonales en el país.

En Colombia, donde la fragmentación social coexiste con una rica tradición comunitaria, el desafío es doble: reconocer la soledad como un problema de salud y activar soluciones adecuadas.

Las relaciones sociales siguen estando notablemente ausentes en las listas de factores de riesgo actualmente aceptados y son no reconocidas o subestimadas tanto por profesionales de la salud como por el público en general. Sin embargo, salubristas, psiquiatras y psicólogos han sido conscientes de esto durante mucho tiempo, aunque sus implicaciones apenas han comenzado a cobrar importancia en la salud pública.

La conexión social es un factor determinante en la salud física y mental. Numerosos estudios han demostrado que tiene un impacto significativo en la calidad de vida y la longevidad de las personas.

Una dificultad importante es que durante mucho tiempo la conexión social, o la falta de ella, se ha considerado una cuestión personal y no un asunto de salud. El público parece subestimar el impacto de los factores sociales en la salud o no reconocer su relevancia en absoluto.

Una tarea clave para elevar el estatus de la conexión social como prioridad de salud es demostrar que este factor de riesgo es modificable y puede abordarse mediante intervenciones eficaces.

Es alentador saber que la conexión social reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y deterioro cognitivo, mejora la salud mental, disminuye la ansiedad y la depresión, y previene la muerte prematura, con un impacto comparable al tabaquismo o la obesidad.

A partir de la evidencia científica disponible, la OMS ha solicitado que se priorice la conexión social dentro de las políticas de salud pública. En un documento de este año, establece su posición sobre el tema:

“Este es un momento crítico y no podemos permitirnos esperar. La desconexión social afecta a personas de todas las edades y orígenes en todas las regiones. Desde problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad hasta las afecciones físicas como enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares, en incluso la muerte prematura, el impacto de la soledad es profundo. Sin embargo, a menudo se pasa por alto, a pesar de ser tan perjudicial como otros riesgos bien conocidos para la salud pública” (OMS, 2025).

Esta organización define la conexión social como la forma en que las personas se relacionan e interactúan entre sí. La soledad, por su parte, es el dolor emocional que surge de la brecha entre las conexiones deseadas y las reales, mientras que el aislamiento social es la falta objetiva de vínculos sociales suficientes.

En un mundo hiperconectado, paradójicamente, la soledad se ha convertido en una epidemia silenciosa. Más de mil millones de personas viven con sentimientos persistentes de aislamiento, una cifra que supera la prevalencia de muchas enfermedades crónicas. La conexión social, lejos de ser un lujo emocional, es actualmente reconocida como un determinante clave de la salud pública.

Los expertos han identificado 148 estudios prospectivos que proporcionan información sobre la mortalidad de los individuos en función de sus relaciones sociales y han llegado a la conclusión de que las personas con relaciones sociales más fuertes tienen un 50% más de probabilidades de supervivencia que aquellas con relaciones más débiles.

Uno de estos estudios, publicado en la revista PLOS Medicine, muestra que la falta de conexión social adecuada puede ser tan perjudicial para la salud como fumar 15 cigarrillos al día.

Y hay más. Los hallazgos indican que la influencia de las relaciones sociales en el riesgo de muerte es comparable a factores de riesgo tradicionales como el alcoholismo y supera el efecto del sedentarismo y la obesidad.

Las neurociencias de la conexión nos muestran cómo el contacto humano regula el sistema nervioso y reduce el traume. Según investigaciones, el aislamiento social y la soledad aumentan el riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes tipo 2. La conexión social también influye en la susceptibilidad a los virus, independientemente de la inmunidad inicial (anticuerpos específicos del virus), la demografía y las prácticas de salud, así como en la capacidad de generar una respuesta inmune eficaz a una vacuna.

La evidencia apunta a procesos biológicos, psicológicos y conductuales mediante los cuales la conexión social influye en los resultados de salud, y se observa que por cada aumento en la conexión social, hay una reducción dosis-respuesta en la desregulación de biomarcadores de salud física medidos objetivamente (proteína C reactiva, presión arterial sistólica y diastólica, circunferencia de la cintura e índica de masa corporal en cada etapa de la vida).

También se ha comprobado que una conexión social deficiente aumenta el riesgo de muerte prematura y que el aislamiento social está significativamente asociado con lo que se ha denominado “muertes por desesperación”, como las relacionadas con el suicidio y el consumo de drogas y alcohol.

En conjunto, múltiples metaanálisis y revisiones muestran una fuerte evidencia convergente que indica la fuerza, consistencia, direccionalidad y coherencia de los hallazgos, y que, en última instancia, apuntan a la conexión social como un factor protector causal.

Por lo tanto, la conexión social no es solo una necesidad emocional. También es una estrategia de salud, una política pública y, quizás, el mayor antídoto contra la deshumanización en nuestro tiempo.

La conexión social es compleja y multifacética, pero está vinculada de manera consistente e independiente a resultados de salud objetivos, lo que indica la clara necesidad de abordar este tema tanto en las políticas de salud pública como en los esfuerzos de promoción de la salud y prevención de enfermedades físicas y trastorno mentales en la práctica médica. Aunque la evidencia sugiere que no existe una recomendación simple y única para todos los factores de protección de la salud física y mental, la conexión social es beneficiosa para casi todos.

Es necesario integrar la conexión social en sectores como la salud, la educación, el empleo y el mundo digital, garantizando que se fortalezcan y no debiliten las relaciones humanas, con el fin de prevenir los enormes costos sociales, económicos y de salud que genera la soledad.

Fomentar la conexión social se perfila como una estrategia esencial de salud pública y de la práctica médica. Al fortalecer redes de apoyo y promover interacciones significativas, es posible reducir la carga de enfermedades crónicas, mejorar la salud mental y aumentar la esperanza de vida. Desarrollar políticas y programas de salud pública en este ámbito, así como actividades de los profesionales de la salud que reconozcan el valor de las relaciones humanas, será clave para enfrentar los retos de la soledad en el siglo XXI.

Dada la gran importancia que tiene en la actualidad el tema de las redes sociales, hay un creciente interés en investigar los efectos tanto de los medio de interacción social en persona como de los remotos y sus posibles equivalencias.

Hasta el momento, la evidencia es compleja y mixta en cuanto a la calidad y los resultados de los hallazgos. Sin embargo, es claro que las redes sociales pueden no ser útiles y, en algunos casos, pueden ser perjudiciales en este campo. Según la evidencia actual, se debe priorizar la conexión en persona sobre la interacción social mediada por la tecnología, a menos que las necesidades sociales no puedan satisfacerse de manera adecuada.

Aunque la tecnología promete acercarnos, también puede fragmentarnos. El uso excesivo de pantallas y redes sociales se ha asociado con una disminución en la calidad de las relaciones humanas. Dado que esta tecnología y las redes sociales han llegado para quedarse, la OMS insta a diseñar entornos digitales que fomenten la empatía y el contacto genuino. A continuación, se presentan algunas propuestas que se están explorando:

  • Plataformas que cultiven la presencia: redes sociales que prioricen la calidad del intercambio sobre la cantidad. Espacios donde el algoritmo premie la escucha activa, el cuidado y el consentimiento para compartir.
  • Diseños emocionalmente inteligentes: interfaces que reconozcan señales de desconexión social y sugieran acciones concretas para abordarlas. Un puente entre el mundo digital y la salud.
  • Herramientas digitales que promuevan conexiones empáticas: no solo interacciones superficiales. “Tecnología con alma”, podría ser un eslogan que impulse una era más humana en lo digital.
  • Herramientas para la conexión intergeneracional y comunitaria: tecnologías que faciliten los relatos orales, los saberes ancestrales y la conversación intergeneracional, tanto en contextos urbanos como rurales.
  • La IA como mediador de escucha: un asistente digital que no solo “responda”, sino que acompañe procesos reflexivos y emocionales, donde la tecnología sirva como un ritual moderno de autoconexión o de comunicación profunda con los demás.
  • Ética del cuidado digital: un marco que guíe el desarrollo de estas herramientas, basado en principios de equidad social, reconocimiento mutuo e identidad cultural, priorizando estos valores por encima de los simples datos.

Algunos aspectos del informe de la Comisión de la OMS sobre Conexión Social de junio de 2025

  1. Conexión social: cómo nos relacionamos e interactuamos con otros.

Estructura:

  • Número de relaciones (familiares, amistades, comunidad, laborales).
  • Diversidad (distintas edades, orígenes, roles).
  • Frecuencia de interacción.

Función:

  • Soporte emocional (afecto, escucha activa, contención).
  • Soporte informativo (asesoría, consejos, conocimiento compartido).
  • Soporte instrumental (ayuda práctica, favores, cuidados).

Calidad:

  • Satisfacción con las relaciones.
  • Nivel de confianza.
  • Reciprocidad y equidad en el vínculo.

2. La soledad como un problema global.

  • La soledad afecta a una de cada seis personas en el mundo.
  • Las tasas son mayores en persoans jóvenes y en países de bajos ingresos.
  • El aislamiento social y la soledad tienen graves impactos: daño en la salud física y mental.
  • Reduce la expectativa de vida.
  • La soledad causa 870 mil muertes al año.
  • Cuesta miles de millones a la sociedad en términos de atención en salud, educación y empleo.

3. Factores que intervienen como barrera o motivadores.

  • Mala salud.
  • Marginación.
  • Bajos ingresos y eduación.
  • Vivir solo.
  • Infraestructura comunitaria deficiente.
  • Transiciones en la vida.
  • Uso no saludable de tecnologías digitales.

Datos: OMS, de la soledad a la conexión, Informe de la Comisión de la OMS sobre Conexión Social, junio de 2025

Fuente: Órgano de información del Colegio Médico Colombiano. Epicrisis. Ed. N° 37 (Septiembre-Noviembre 2025). ISSN: 2539-505X (En línea). #SaludDignaYa

septiembre 15, 2025

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