Luego de que el presidente López Obrador hiciera el anuncio de contratar a unos 500 médicos cubanos para cubrir regiones apartadas del país, el Colegio Médico de México, las federaciones médicas y las asociaciones de especialistas rechazaron la decisión del presidente por considerar que discrimina y relega de manera injusta a los médicos nacionales.
Por: Dr. Roberto Baquero Haeberlin – Expresidente del Colegio Médico Colombiano (CMC)
En un comunicado el Colegio mexicano calificó como “una falta de respeto considerar que los médicos mexicanos no cuentan con los recursos académicos o con las habilidades necesarias para hacer frente a la situación que vive el país hoy en día” y manifestó que es “la deficiencia en el sistema actual de salud, lo que limita una mejor actuación de nuestros médicos, no sus capacidades”. Hay que recordar que el Gobierno mexicano ya había empleado a un número similar de profesionales cubanos en 2020 para atender la pandemia del coronavirus y que en nuestro territorio el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, hizo la misma propuesta cuando se desató la crisis sanitaria por el Covid-19.
Más que una decisión circunstancial, la llegada de personal extranjero abre el debate acerca del número de real de profesionales de la salud que se necesitan, de las condiciones, los requisitos de convalidación y las competencias que deben cumplir para poder ejercer profesionalmente en un territorio con características, tecnología y población totalmente diferentes.
Mientras cerca del 80 por ciento de los médicos en Colombia no tienen un contrato laboral que se ajuste a la ley, a la mitad de estos profesionales se le debe salarios y tampoco gozan de lo mínimo a que tiene acceso cualquier otro trabajador, como son las prestaciones sociales, es casi una humillación tratar de llenar el “hueco” que deja la falta de laboralización del talento humano en salud trayendo personal extranjero en lugar de mejorar y dignificar las condiciones de nuestros nacionales.
El país ha ido retornando a la “normalidad” después de la pandemia y se olvidó de que fueron los trabajadores de la salud quienes pusieron el pecho y sufrieron las lamentables consecuencias de la emergencia sanitaria en el país. También fueron los primeros en exponer la propia vida por salvar las de los demás, pero tristemente fueron también los primeros en recibir ataques y rechazo por su labor durante los meses más crueles de los dos últimos años.
El talento humano es el pilar de cualquier sistema de salud y, en consecuencia, se le debe garantizar contratos legales con salarios justos y dignos. En lugar de “importar” mano de obra de otros países, nuestros profesionales merecen que haya una política seria donde se respete la autonomía profesional, donde el médico general pueda ser más resolutivo, donde se cobre lo justo por la formación profesional, donde el personal sanitario reciba los implementos que necesita para realizar su labor, donde se pueda seguir capacitando, donde pueda tener un proyecto de vida, donde hayan incentivos para que sea redistribuido en zonas rurales y en áreas apartadas del territorio nacional, donde se le garantice el derecho al trabajo para que el derecho a la salud de toda la población al fin sea reconocido.
El respeto empieza por casa y qué mejor que Gobierno, empleadores, aseguradores, pacientes y habitantes de este territorio comencemos a creer, a sentir y a valorar lo nuestro, pues solo así podremos construir un mejor país.
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